Arranca el Festival de Bayreuth: el oro del Rin y la crisis griega

Clausurada la temporada concertística y llegados los primeros calores estivales comenzó a subir la tensión en torno al Festival Richard Wagner de Bayreuth. Desde principios de junio se concentraron 330 cantantes e instrumentistas para iniciar los ensayos, más todo el personal técnico hasta un total de 880 participantes. Los problemas acuciantes de la actualidad política mantienen relativamente eclipsados las habituales especulaciones, desavenencias y rencillas en vísperas de la apertura. Que si Christian Thielemann, actualmente la primera batuta del Festival, había orquestado la «prohibición» a Eva Wagner para asistir a los ensayos de «Tristan und Isolde», la nueva producción de este año. Se rumoreaba igualmente, que siendo Thielemann el candidato favorito para ocupar en 2018 la dirección de la Filarmónica de Berlín, lo había descabalgado una intriga gestada en Bayreuth.

Cierto es su nombramiento como «director musical del Festival» (antes era sólo «asesor»), una función hasta ahora inexistente (a punto estuvo de serle concedida en 1931 a Furtwängler), que le convierte en responsable de la «banda sonora» del Festival. Presunto es que fuera un simple «premio de consolación» por los combates perdidos.

Thielemann declaró recientemente sentirse personalmente afectado y desmintió que hubiese diferencias al respecto en la «verde colina». Eva (70 años) cesará a partir de septiembre como codirectora del Festival, quedando su hermanastra Katharina (37 años) como jefa única. Lo cierto es que primero Daniel Barenboim -director habitual entre 1981 y 1999- y después un hombre tan cohibido como Kyrill Petrenko, director musical de la Ópera del Estado de Baviera, elegido en segunda votación como nuevo director titular de la Filarmónica berlinesa, y actual director de la tetralogía del «Anillo» en el Festival, protestaron públicamente en defensa de Eva Wagner. Sólo por sentido de responsabilidad ante el inminente inicio de los ensayos y por respeto a sus colegas no cancelaba su participación, declaró un Petrenko sumamente indignado. Es fácil colegir que todo este asunto embarulló aún más las especulaciones sobre profundas desavenencias entre ambos magníficos directores musicales, coincidentes por última vez en el santuario wagneriano.

Se presagia ambiguamente que la nueva producción del «Tristán» será «excitante», un «sensacional» acontecimiento musical, con la batuta y una pareja protagonista -Stephen Gould (Tristan) y Evelyn Herlitzius (Isolde)- en estado de graciaerlitzius (Isolde) en estado de gracia.. La puesta en escena de Katharina Wagner es calificada como muy esotérica, metafísica, casi algo hindu-schopenhaueriana. Todo es transpuesto a otra dimensión: Tristán es la noche, Isolda el día. Unos dicen que Katharina perpetra un atentado escénico contra un monumento sagrado de la historia musical; otros, que degenera la obra en un culebrón realista, carente de todo ribete ilusorio. En efecto, recrea o reinventa a su gusto el «Tristán», como hiciera con «Los maestros cantores de Nuremberg». Se aventura que la velada inaugural será tormentosa y que la sala se trocará en caja de truenos.

Merkel en la «prémière»

En programa están hasta el 28 de agosto además las reposiciones de la tetralogía de «El anillo del nibelungo», que dirigirá por tercera y última vez Petrenko, más «Lohengrin» y «El holandés errante», con abundantes y significativos cambios en los repartos e incluso en la dirección musical. La canciller Merkel asistirá a la prémière y con ella el presidente del parlamento federal alemán, varios ministros, casi todo el gobierno bávaro y una docena larga de embajadores (USA, Francia, Japón, Corea del Sur, Turquía, etc.). En el séquito de otras personalidades políticas y caras conocidas del mundo de la cultura, la sociedad y el espectáculo figuran también el obispo luterano de la región y el arzobispo de Bamberg. Si no cambian las tornas presenciarán un sobrecalentamiento eruptivo de la proverbial flema germánica.