Fernando Iwasaki, Jorge Edwards y Luis Rey Goñi
Fernando Iwasaki, Jorge Edwards y Luis Rey Goñi - VANESSA GÓMEZ
LITERATURA

Jorge Edwards narra un amor de juventud de Neruda en su próxima novela

El escritor chileno avanzó su contenido en una conferencia a los alumnos del colegio sevillano San Francisco de Paula

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Lo imprevisible y lo sorprendente están entre los ingredientes de la mejor literatura. Por ello, no es extraño que acompañaran ayer a Jorge Edwards al colegio San Francisco de Paula, en el que iba a presentar ante alumnos de 4º de ESO y Primero y Segundo de Bachillerato su última novela, «La última hermana», donde cuenta la historia de una tía suya que salvó bebés judíos en el París ocupado por los nazis. Esa era la intención, pero lo inesperado se apoderó del acto.

De entrada, su presentador, el escritor y columnista de ABC Fernando Iwsaki renunció a leer los cinco folios que había escrito para introducir a este premio Cervantes, para, en su lugar, recordar con emoción que, cuando tenía más o menos la edad de los alumnos que tenía enfrente, le llevaron a su colegio de los Maristas de Lima, donde Mario Vargas Llosa ambientó «Los cachorros», al escritor Julio Ramón Rybeiro y a Luis Jaime Cisneros.

«Ustedes recordarán cuando pasen unos años que hoy vino un libro, la literatura en persona a hablar con ustedes», vaticinó el peruano.

Lo imprevisto también hizo acto de presencia cuando Jorge Edwards comenzó a hablar. Apenas había dicho que Sevilla, a la que vino por primera vez en una feria del libro en 1974, «me gusta mucho», cuando el micrófono comenzó a acoplarse.

El hecho, llevó al escritor chileno a tirar de su fino sentido del humor para confesar su «desconfianza en la tecnología», su «analfabetismo electrónico» y el hecho de que «anoche me quedé atrapado en un ascensor y una persona me salvó». A partir de ahí, el autor de «Persona non grata» explicó a los alumnos que seguía escribiendo a sus ochenta y cinco años «porque me da la gana» y porque le aporta «juventud de espíritu».

El escritor quiso regalar en primicia a los alumnos del colegio sevillano el argumento de su nueva novela, así como su muy literaria génesis. La obra cuenta un amor de juventud de Pablo Neruda cuando lo hicieron cónsul en Birmania. Un «amor muy gramático», según sus palabras, que sintió por la birmana Josie Bliss, a la que dedicó el poema «Tango del viudo». Bliss, relató el escritor, era una mujer muy dominante y terriblemente celosa, que despertó en el poeta chileno sensaciones encontradas, hasta el punto de que «sentía una nostalgia infinita» por esa mujer cuando abandonó Birmania hacia Ceilán, en un nuevo destino diplomático, para escapar de ella.

Si el origen de la novela fue un poema de Neruda, su génesis, por la imposibilidad de Edwards de viajar a las actuales Myanmar y Sri Lanka, también, ya que para documentarse el escritor recurrió a novelas de George Orwell y Somerset Maugham, así como antiguas guías de viaje de los años veinte que encontró en el Rastro madrileño.

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