En el 125 aniversario de su nacimiento

Adriano del Valle: Mucho más que el poeta que puso un huevo en el Ateneo de Sevilla

La obra de esta figura de la vanguardia, amigo de Borges y Pessoa, y autor de singulares collages sigue esperando una reedición definitiva

Adriano del Valle en una imagen de 1920 ABC

Jesús Morillo

La vanguardia en Sevilla y el movimiento ultraísta no pueden entenderse sin la figura de Adriano del Valle , un poeta nacido en 1895 y del que ha cumplido en este año el 125 aniversario de su nacimiento , una fecha que ha pasado desapercibida y que recuerda que su obra, tanto escrita como visual, sigue esperando una edición crítica definitiva .

El centenario de su nacimiento en 1995 sirvió para arrojar luz sobre la vida y la obra de este poeta sevillano que comenzó como modernista y que puede adscribirse a la Generación del 27 , que se ganó la vida como representante de maquinaria agrícola y que en sus ratos libres fue un gran animador de la vanguardia española, con particiación en numerosas revistas y adscrito al Ultraismo fundado por Rafael Cansinos Assens .

Aquel año se organizaron dos exposiciones, en Madrid y Sevilla, cuyo comisario fue su hijo Adriano, fruto de la cual se editó «Adriano del Valle. Antología» , un catálogo con una selección de su obra, imágenes y textos de contemporáneos del poeta y especialistas, que representa hoy por hoy la más completa aproximación a su obra

El poeta fue uno de los máximos animadores de la revista «Grecia», que dirigía Isaac del Vando Villar

Aquellos hitos, junto a la instalación de un busto en los Jardines del Cristina , permitó reivindicar un poeta «si no desconocido, mal conocido hasta ahora», escribía en los 90 Juan Manuel Bonet , «mal reeditado» y «políticamente maldito por su pertenencia al bando vencedor de la Guerra Civil ».

Desde entonces, poco se ha avanzado en la reedición de su obra, aunque al menos se cuenta con una biografía, escrita por su hijo Adriano, y editada por Renacimiento .

Estas circunstancias, así como su marginación en las antologías esenciales de la Generación del 27, oscurecieron la obra de Adriano del Valle, hasta el punto de que se le conozca hoy en la historia de la literatura sobre todo por la conferencia «Telefonía celeste» , que impartió en 1935 en el Ateneo de Sevilla junto al pintor José Caballero .

En aquella sesión proclamó: «Como soy un poeta tan surrealista/tan original y tan nuevo/ahora mismo me agacho/y pongo un huevo », tras lo cual mostró un huevo al sorprendido auditorio.

Revistas literarias

Pero este episodio es solo uno de los perfiles de este animador de revistas como «Grecia» y «Papel de Aleluyas» , esta última junto a su admirado Fernando Villalón , responsable de una joya de la poesía ultraísta, «Primavera portátil» (1934), con litografías de Eugenio D’Ors ; y autor de una brillante colección de collages en la senda de Max Ernst .

Adriano del Valle junto a García Lorca y Romero Murube en el Real Alcázar ABC

Como poeta, Adriano del Valle pasó del modernismo a las vanguardias, en una evolución en la que se deja influenciar por el futurismo , el neopopularismo , el neogongorismo ... Con hallazgos poéticos, por solo citar unos ejemplos, como: «Yo dormiría siempre/ en la palmera rubia de tu pelo/y mi boca jirafa/para morder las piñas de tus besos»; o el haiku «‘Tenorino’ de la jaula,/Rigoletto amarillo,/pájaro sabio/limón que canta».

«Era un verdadero poeta, sin mezquinerías, generoso», escribió sobre el autor Ramón Gómez de la Serna , quien consideraba también que «de vez en cuando, era un prosita magnífico», comparable a Juan Ramón Jiménez .

En este terreno dejó páginas admirables, como el «Poema sideral» que dedicó a Norah Borges y su glosa de la vida de Fernando Villalón, destinadas a formar una biografía truncada, así como apuntes sobre sus contemporáneos, como Ernesto Giménez Caball ero e Isaac del Vando Villar , director de «Grecia» y autor de otro libro clave del Ultra, «La sombrilla japonesa» (1924).

Con Pessoa en Portugal

Además, Adriano del Valle fue amigo de Federico García Lorca , al que conoció en Granada en 1916 y con el que mantuvo una recurrente correspondencia: y Fernando Pessoa , al que trató en 1932 durante una estancia de un mes en Lisboa y con el que se vio frecuentemente para traducir al español a otro vanguardista portugués: Mario de Sá-Carneiro .

Pero la amistad más fructífera desde el punto de vista literario fue la que mantuvo con Norah y Jorge Luis Borges , que vivieron unos meses en Sevilla a finales de 1919. Al autor de «El Aleph» le publicó en «Grecia» su primer poema «Himno al mar», que dedicó al poeta sevillano y que fue la carta de presentación del argentino en el movimiento Ultra. Borges le devolvería el favor editando su poesía al otro lado del Atlántico en «Prisma» y «Proa» .

Porque este poeta fue una figura poliédrica de la vanguardia sevillana, que César González Ruano trató de aprehender cuando escribió su necrológica con estas palabras: «Hacía ingenio con cualquier cosa. Para cualquier cosa. Era romano y barroco y ultraísta».

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