Última tarde con Juan Marsé

Joan Manuel Serrat, Carlos Zanón y Joan de Sagarra, entre otros, despidieron al escritor barcelonés en su capilla ardiente

El escritor Carlos Zanón y la editora Silvia Sesé, a las puertas del tanatorio Pep Dalmau

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Lo fácil era echar mano del gatillo rápido, postear un comentario ciego de admiración y compartir aquella foto que, con el escritor casi siempre cariacontecido, documenta ese día, ese minuto, en que los astros se alinearon y el botín fue aún mayor que una simple dedicatoria o un ejemplar autografiado de «Últimas tardes con Teresa» o «Un día volveré». Lo fácil, en fin, era llorarle en redes con ademanes de plañidera digital y esperar sentado a coleccionar corazoncitos y retuits.

Lo realmente difícil, en cambio, era enfundarse la mascarilla desafiando todas las prevenciones sanitarias y climatológicas, esquivar ese sol que caía a plomo sobre el Tanatorio de Sancho de Ávila de Barcelona y atenerse a los rigores anticovid (ya saben, manos-distancia-mascarilla) para pasar una última tarde con Juan Marsé. Con el Marsé novelista y creador de la Barcelona literaria contemporánea, sí, pero sobre todo con el Marsé amigo. Con el padre, el abuelo y el marido.

El cantante Joan Manel Serrat, acompañado de su pareja Candela Tiffón, en Sancho de Ávila Efe

«Era mi amigo, así que he venido a despedirme de él. Para mí era más importante su amistad que todo lo que haya podido escribir en su vida», destacó a las puertas del tanatorio el escritor Joan de Segarra, habitual de la tertulia del hoy desaparecido José Luis que Marsé compartía con otros escritores como Valentí Puig o Enrique Vila-Matas. Cosas del verano, o del coronavirus, o de una perfecta combinación de ambos, el trasiego de autores y personalidades literarias fue menor de lo esperado. También de periodistas, como si cada día se nos muriese uno de los grandes tótems literarios, el último mohicano de la novela del siglo XX, y la costumbre pudiese más que la pena.

Sí que estaba por ahí, quién sabe si para recoger oficialmente el testigo del maestro y firmar los papeles de la custodia del Pijoaparte, un Carlos Zanón a quien Marsé «enseñó a mirar literariamente desde fuera hacia dentro, desde los barrios a la ciudad». También Cristina Morales, ganadora del último premio Nacional de Narrativa y lectora voraz de Marsé cuando se mudó a Barcelona. A su lado, la editora de Anagrama, Silvia Sesé , lamentaba que el autor de «Si te dicen que caí» se hubiese ido sin llegar a ver publicada «Encargo», primera novela de su hija Berta que la editorial publicará en septiembre.

«Leyendo sus novelas podías conocer la condición humana. Una gran obra y un gran escritor», resumía a la salida de la capilla ardiente la consejera catalana de Cultura, Mariàngela Villalonga. Ella fue, de hecho, la máxima (y casi única: se esperaba también al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Joan Subirats) representación institucional de una despedida tan discreta como la de Ana María Matute en 2014 e inversamente proporcional a las dimensiones de su legado literario. «Era uno los últimos artistas de una pandilla muy representativa para la cultura de Barcelona y Cataluña», dijo Joan Manuel Serrat tras dar el pésame a la mujer y los hijos del escritor. «Es una pérdida extraordinaria», lamentó el cantautor.

El funeral está previsto para este mediodía en las mismas instalaciones

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación