Sally Rooney: «Es mucho más fácil escribir sobre deseo y obsesión que sobre un matrimonio feliz»

Fenónemo editorial con su primer novela y sensación de la generación «millennial», la autora irlandesa, de 28 años, publica «Gente normal»

Sally Rooney, durante la presentación de su segunda novela en Londres EFE

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Hace un día de perros en Nueva York, con el viento levantando las faldas y los paraguas en Broadway con la 57, pensado para que Sally Rooney se sienta como en casa. La escritora irlandesa, una fenómeno editorial desde la publicación en 2017 de «Conversaciones entre amigos» , se ha instalado hace un mes en la Gran Manzana, becada por la Biblioteca Pública de Nueva York. Mientras la ciudad se moja y se despeina, Rooney habla con ABC de su segunda novela, «Gente normal» (Penguin Random House) .

Como su anterior libro, transcurre en Irlanda, en los mismos lugares por los que ha pasado la vida de Rooney, pero la escritora no se preocupa por ellos. El paisaje de sus novelas no es gris, ni verde, ni húmedo, ni encapotado, ni de piedra vieja o ladrillo rojo. Es un paisaje psicológico de sus personajes, que lo dominan todo. Jóvenes, intensos, algo perdidos. «Gente normal», al igual que «Conversaciones con amigos», habla del amor y de las relaciones personales . Es una versión obsesiva, compulsiva, dolorosa, esclavizante del «chico conoce a chica» que ha confirmado su alternativa como escritora de éxito.

¿Por qué escribir del amor?

Buena pregunta. Quizá la cuestión es por qué la gente lee sobre el amor hoy en día. Yo solo puedo escribir de lo que me interesa. Creo que el tema del amor y de estar en pareja y sobre si es posible mantener una relación amorosa interesante con otro ser humano es algo que atrae de forma natural a la gente, porque es lo que nos obsesiona a muchos durante nuestras vidas. A mí me ha sorprendido mucho que las historias de amor hayan dejado de tener tanta importancia en los siglos XX y XXI, después de que la novela surgiera como una forma de construir historias de amor. Así que no sé cuál es la respuesta.

El amor, como obsesión, es muy generoso como tema literario…

Sí, se han escrito grandes novelas sobre la obsesión amorosa y el deseo. Es algo que, sin duda, me interesa como lectora y tiene sentido que sea igual como escritora. Es mucho más fácil escribir sobre deseo y obsesión que sobre un matrimonio feliz. El deseo implica impulso, progresión. Buscas algo que no tienes. Me encantaría poder escribir un relato interesante en una novela compleja sobre una relación estable, pero no sabría cómo hacerlo. Así que me he quedado atascada escribiendo sobre relaciones que no funcionan.

«Gente normal» arranca con un «pecado original»: el chico no invita a la chica al baile de fin de año porque se avergüenza de su romance. Es un momento de gran simpleza, pero de mucho peso emocional al mismo tiempo.

Como novelista siempre me interesa el momento en el que el mundo privado entra en contacto forzado con el mundo social. El primer tercio de la novela es sobre la tensión entre esos dos mundos. El baile era una forma sencilla de forzar el contacto entre esas esferas.

He leído que ha dicho que escribe porque no es buena en ninguna otra cosa. ¿En qué le gustaría ser buena?

En parte me gustaría hacer algo más útil. No creo que mis novelas sean tan entretenidas como piensa alguna gente ni que vayan a resolver ninguno de los problemas acuciantes de hoy en día, y tampoco están pensadas para ello. Así que imagino que si pudiera elegir algo en lo que ser buena, sería algo más útil socialmente. Al mismo tiempo, amo mi trabajo y me siento inmensamente afortunada por lo que hago.

Usted es una persona con mucho compromiso político. ¿Es frustrante que su obra sea más que nada entretenimiento?

Sí, por supuesto. Y nunca estuvo pensada para ser entretenimiento de quienes considero mis enemigos ideológicos. Nunca creí que llegaría a ellos. Pero una vez que el libro sale al mundo pierdes control de él y se convierte en mercancía. El libro tiene contenido político, pero no tiene lecciones políticas y no busca cambiar el pensamiento de nadie. Y, en cualquier caso, el libro existe sin mí. Yo soy solo la persona que lo escribió. Ponemos al autor en una posición demasiado central, el libro es mucho más importante.

¿Le pesa el éxito?

Trato de que no se meta mucho en mi vida. Sé que los libros son populares, pero intento apartarme de ello, no le dedico mucho tiempo.

Un elogio habitual de sus libros es que se leen muy rápido. ¿Le agrada o preferiría que los leyeran más lento?

Tiene gracia (risas). Creo que simplemente he perdido la capacidad de escuchar lo que la gente dice sobre mis libros. Debería ser un placer escuchar que a alguien le ha gustado, que lo ha disfrutado… Pero una forma de enfrentarme a todo el ruido mediático que ha traído los libros ha sido aislarme de todo ello, como una forma de mantenerme estable y con cierta salud psicológica. Así que cuando alguien viene y me dice que se ha leído el libro en una hora a mí solo me sale decir «vale».

Le llaman cosas como «la primera novelista ‘millennial’» o «la Salinger de la era Snapchat»…

Eso de Snapchat no tiene nada que ver con mi trabajo. Pero lo de llamarme «novelista millennial» es de alguna manera verdad. Igual que soy irlandesa o que soy mujer y se puede entender mi trabajo a la luz de ello, es lo mismo con lo de ser «millennial». Por supuesto que lo soy, es la generación a la que pertenezco. Está bien si a la gente le ayuda para situar en un contexto mi trabajo, pero a mí no me interesa necesariamente. Por supuesto, soy relativamente joven para haber escrito dos novelas. Pero hablar sobre eso me aburre; no tanto sobre lo de la generación «millennial», sino sobre mi edad. Lo encuentro totalmente sin interés.

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