Pilar de Arístegui: «Es importante continuar trabajando en la memoria histórica de la mujer»

En su última novela, «Laberinto de intrigas», la escritora recupera la figura de Ana de Austria, uno de los personajes más fascinantes y poderosos del siglo XVII

La escritora y pintora Pilar de Arístegui MAYA BALANYÁ

Rodrigo Alonso

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Desde que Pilar de Arístegui decidió dejar reposar por un rato el pincel para coger la pluma, tenía muy claro que quería contar la historia de aquellas mujeres españolas que habían caído en el olvido. Desde entonces, ha rellenado páginas y páginas en las que recrea la vida de grandes reinas, pero también de escultoras o diamantistas. Ahora vuelve a los estantes de las librerías con su última novela, «Laberinto de intrigas» (Esfera de los Libros). Una obra que gira en torno a la figura de una de las soberanas más poderosas y fascinantes del siglo XVII, la española Ana de Austria .

La mujer ha sido siempre la pieza central de sus novelas. Afirma que todavía a día de hoy hay muchas que permanecen injustamente en el olvido.

Pues mire, yo tengo un objetivo. A pesar de que las reivindicaciones de las mujeres cada vez son más escuchadas, existe una parcela en la que es importante continuar trabajando, y es la de la memoria histórica de la mujer. Debemos aprender de la historia de las maravillosas mujeres que nos han precedido. Que independientemente de su oficio lograron destacar en la sociedad gracias a su esfuerzo y su trabajo.

¿Y qué es lo que le anima en concreto para escribir sobre Ana de Austria?

Fue una reina maravillosa y de la que todavía existe una visión algo negativa. La versión más popular que tenemos sobre ella es la del escritor Alejandro Dumas, que dijo de ella, por ejemplo, que era una mujer débil. No fue así. Ana fue regente de Francia durante ocho años, que coincidieron, además, con uno de los momentos más delicados en la historia de esa nación. Está en el poder cuando se firmó el tratado de Westfalia, que fue importantísimo para la política internacional europea.

Y, además, fue la madre de Luis XIV: el Rey Sol.

Efectivamente. Ella se dedicó personalmente a educar a sus hijos, algo que no era muy corriente en la época para alguien de su rango y condición. Hizo una cosa, fíjese, que fue interesantísima: españolizó a Luis XIV. Si se mira con atención, hay muchos rasgos españoles en este monarca. Por ejemplo, su tío Felipe IV era el Rey Planeta, él es conocido como el Rey Sol. Es Ana de Austria quien le infunde la grandeza del Imperio Español.

Usted, además, explica en el libro que Luis XIV consideraba a su madre como uno de los mejores reyes de la historia de Francia.

Absolutamente. Esa frase, que aparece en el libro, es emocionantísima y demuestra la importancia real que tuvo Ana para el país.

La novela comienza describiendo a una princesa muy joven que parte hacia Francia llena de ilusión, pero también inquieta por lo que encontrará. ¿Cómo era la joven Ana de Austria?

Era muy bella. Pasaba por ser la mujer más bella de toda Europa. Su hermana María estaba considerada como la segunda más guapa. Tuvo una infancia muy feliz. Venía de un hogar en el que sus padres se amaban y adoraban a sus hijos. Sin embargo, cuando llega a Francia se encuentra con un matrimonio infeliz. Es una mujer malquerida. En su marido, Luis XIII, lo único que encuentra es desconfianza y recelo.

El hecho de ser española se lo puso muy difícil en Francia.

Efectivamente. Es española y viene de la casa más importante de toda Europa. Se encuentra también con la guerra abierta del cardenal Richelieu.

Justo con Richelieu tuvo también una relación bastante complicada.

Pues sí. Pero mire, aunque no se sabe si es cierto, las damas de la corte comentaban que, en realidad, estaba enamorado de Ana. Sin embargo, esta no podía pensar menos en él de lo que lo hacía (ríe). Lo cierto es que, como en el caso de Luis XIII, el hecho de que fuese española pesaba mucho para el cardenal. Iba totalmente en contra de su política.

¿Cómo vivió Ana la abierta enemistad entre Francia y España?

Uno de los puntos más interesantes en el estudio de Ana es el de la metamorfosis. Mientras vive su marido y se encuentra en el ostracismo, ella piensa mucho en España, que es donde ha crecido y ha sido feliz. Pero, en el momento en que queda embarazada de Luis XIV, algo cambia. Francia empieza a ser su patria, porque tiene que defender el legado de sus hijos. En la novela, Ana dice en un momento: «Celebré la batalla de Rocroi». La misma en la que España pierde la hegemonía. Aunque, de alguna forma, estoy segura de que el mal de su país la seguía doliendo.

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