Sant Jordi

Los libros que escritores y editores comprarán cuando las librerías vuelvan a estar abiertas

ABC celebra este extraño 23 de abril, sin Premio Cervantes ni Sant Jordi, reuniendo a parte del sector con un deseo común: el pronto regreso de la actividad literaria

En 2019, los libreros cerraron Sant Jordi con una facturación de 22,16 millones de euros INÉS BAUCELLS

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Pocos placeres, para los que amamos los libros , comparables al de entrar en una librería y escoger un nuevo título que sumar a nuestra biblioteca. Un acto del que nos privaron, como de la vida que hasta entonces llevábamos, al declarar el estado de alarma el pasado 14 de marzo, y que este 23 de abril , Día del Libro , añoramos más si cabe. Con la esperanza de que la actividad literaria resurja cuanto antes, pues al sector le va la vida en ello, ABC ha reunido a un grupo de conocidos escritores y editores para que cuenten qué obra regalarán, y a quién, cuando acabe el confinamiento y volvamos a ser libres leyendo.

Rosa Montero, escritora:

Compraré esa pequeña maravilla que es “El viejo que leía novelas de amor” , de Luis Sepúlveda , en honor y recuerdo de Lucho, estupendo escritor y amigo, que acaba de morir víctima del coronavirus . Y se lo regalaré a mi querida sobrina Irene, que probablemente no lo ha leído, para que su obra pase a las nuevas generaciones.

María Fasce, editora de Lumen:

Cuando pise otra vez una librería –ansío el momento- compraré un ejemplar de “Cometierra”, de Dolores Reyes . Aún no sé a quién se lo regalaré, pero quisiera que otro repitiera mi emoción de descubrir a una gran autora. Es un libro que se disfruta con la adicción que genera un buen thriller –tan difícil de encontrar- y con el placer revelador de la literatura. Una cruza de “Una novelita lumpen” de Bolaño , “Pedro Páramo” de Rulfo y “True detective” . Encierra a la vez una fuerte denuncia social –ese mundo existe hoy, yo como argentina lo sé-, una historia de amor y una gran novela negra. Y otro hallazgo: el lenguaje. Reyes usa un argot –el de sus personajes- en el que muchos lectores no comprenderán algunas palabras: no importa, no hay nada impostado, así es como debía escribirse esa historia. Una novela breve, perfecta, inolvidable. Para leer una tarde en la terraza de un bar, o en el banco de una plaza, territorios reconquistados, finalmente.

Miqui Otero, escritor

Confieso algo: estos días he mirado mucho mi biblioteca mientras pensaba en personas que quiero o admiro. Cogía un libro y entonces imaginaba que se lo regalaba a alguien que estaba pasando por algo muy concreto. Le regalaba mi ejemplar, me refiero, con mis subrayados y mis notas de caligrafía indescifrable. Así, me acordaba de alguien que se sentía solo y le regalaba el capítulo sobre la playa de los solitarios de la última novela de Alejandro Zambra . Luego cogía “Asno de oro” , de Apuleyo, para una persona muy enfadada que necesitaba lanzar maldiciones. O uno de Gornick para quien pensara en su madre o el ensayo de “Leer con niños”, de Santiago Alba Rico , para quien estuviera pasando apuros con sus hijos. Pero lo que leía yo, donde me refugiaba, era “ Los papeles póstumos del Club Pickwick ”, de Charles Dickens . Necesitaba algo conocido y familiar, con luz amable, la euforia de las historias contadas porque sí, los paseos por la campiña y los brindis en los pubs, también los pequeños enredos de fácil resolución, heridas curables y situaciones de las que salir airoso. Un libro grande, en todos los sentidos, también ancho, por donde poder estirar las piernas y mudarme a otro sitio. Mil páginas que nunca fallan. Seguramente, si tuviera que elegir el regalo de un libro nada más salir a la calle sería el que me ha ayudado a mí en casa.

Elvira Navarro, escritora:

Cuando salga del encierro compraré “Las palabras de la noche”, de Natalia Ginzburg , un libro bellísimo y extrañamente oscuro para ser de Ginzburg. Se lo regalaré a mi pareja, que en este encierro se ha leído dos veces seguidas “Léxico familiar”. También le gustaron mucho “Las pequeñas virtudes” y “El camino que va a la ciudad”, así que voy sobre seguro. Me entristece especialmente no acertar cuando regalo libros. Me duele verlos arrumbados, ocupando un lugar recóndito de la biblioteca sólo por compromiso.

Marta Sanz, escritora:

Cuando podamos comprar libros sin miedo a otras infecciones que no sean las excelentes infecciones intelectuales, compraré "Cómo maté a mi padre", de Sara Jaramillo. El libro ahora está publicado en Angosta, editorial colombiana que regentan Héctor Abad y Alexandra Pareja, pero yo creo que para cuando el encierro acabe, el texto, que no es exactamente una novela, ya habrá sido publicado por Lumen en España. Este libro es el libro que su autora tenía que escribir: las palabras luminosas le ayudan a conjurar el asesinato del padre. El artefacto da en el clavo por su estructura dispersa, por su tono regenerador, por su gusto por las palabras que evocan la niñez, el impacto de la muerte en la familia y el verde dentro del verde de la vegetación... Se lo regalaré, con una rosa, a los alumnos y alumnas de la Escuela de escritores de Madrid. Sara estudió allí.

Carmen Posadas, escritora:

Yo compraré "Veinte mil leguas de un viaje submarino”, de Julio Verne , para regalársela a mis nietos mayores. He iniciado a mis nietos en la lectura de cuentos infantiles y ahora vamos a descubrir a Julio Verne. Antes de Julio Verne hemos pasado también por Geronimo Stilton, Astérix y Obélix y Roald Dahl.

Luis Solano, editor de Libros del Asteroide:

Me gustaría regalarles “Enfermos antiguos” , de Vicente Valero , a mis padres. Creo que nuestros padres son los que peor lo están pasando en estos momentos y quienes más cariño se merecen. La novela de Valero nos devuelve al mundo de nuestra infancia y una costumbre necesaria, que teníamos olvidada, y que hoy por desgracia no podemos compartir: visitar a los enfermos; es también la novela de un niño que quería ser médico y terminó siendo escritor.

Carlos Zanón, escritor:

Lo cierto es que aún no lo he pensado, pero me decanto por comprarme el último libro de Marta Sanz . Soy muy fan de ella. Creo que su literatura es muy personal e inteligente. En sus incursiones en el género negro siempre lo hace desde propuestas de riesgo, desmontando el discurso del mismo género. Se lo regalaré a cualquiera que me permita robárselo luego.

Pilar Álvarez Sierra, editora de Alfaguara:

Lo primero que voy a comprar (para regalármelo a mí misma) en cuanto abran las librerías es el libro de Woody Allen, “A propósito de nada” , que Alianza tiene anunciado para el 21 de mayo de este año. Primero, porque soy fan de su cine, y segundo porque ese interminable pleito que mantienen los Allen-Farrow me parece una de las historias reales más extraordinarias que se hayan oído: casi treinta años llevan acusándose unos a otros de los delitos más horribles, sin bajar un minuto la intensidad de la guerra y con continuos giros de guión, y todos dan la impresión de decir la verdad y de tener la razón de su lado. No hay novela que lo supere.

Elena Ramírez, editora de Seix Barral y Planeta:

Yo regalaría “Invierno”, de Elvira Valgañón (Pepitas de Calabaza). Me lo recomendó hace mucho tiempo Lola Larumbe, de la librería Alberti, y me encantó... estos días mi mente vuelve a sus páginas. Es una prosa limpia, elíptica, y con enorme corazón; una historia preciosa… Y se lo regalaría a un grandísimo escritor, a Ricardo Menéndez Salmón , porque creo que literariamente hallará pasadizos entre algún libro suyo y este libro.

Julia Navarro, escritora:

El libro que le regalaré a mi marido, Fermín Bocos , será “Mal encuentro a la luz de la luna", de Stanley Moss , que publica Acantilado. Es la historia del secuestro en Creta del general alemán Kreiper durante la Segunda Guerra Mundial. Una historia real contada por Stanley Moss, que entonces era un oficial británico del servicio de inteligencia. Y yo me voy a regalar "Gente, años y vida", las memorias de Iliá Ehrenburg , escritor, periodista, amante de la literatura española, amigo de Grossman, que fue testigo de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Tuvo una vida realmente fascinante. Me encanta regalar libros, por eso disfruto tanto del Día del Libro, buscando en las mesas y estantes de las librerías los libros que creo que van a gustar a las personas de mi entorno, a mi familia y amigos.. Pienso mucho qué compro para cada uno.

Patricio Pron, escritor:

Tengo reservado ya un ejemplar de “Walden”, de Henry David Thoreau (Errata Naturae); su autor comenzó de nuevo, y el libro podría ayudarnos a empezar otra vez a nosotros también, en esta ocasión habiendo comprobado por fin que el crecimiento sin límite no es posible en un planeta cuyos recursos son finitos, que nadie debería tener más de lo que realmente necesita y que no hay "yo" sin "nosotros". Varios cientos de personas (algunos en cargos políticos) serían los lectores ideales de este libro, pero sus habilidades lectoras parecen bastante modestas, así que se lo regalaré a una amiga que, como todos, de a ratos está equivocada, pero no es completamente incorregible, como tantos.

Enrique Vila-Matas, escritor:

No me cabe ninguna duda –tras haberlo hablado tanto con ella– de que el libro que saldré a buscar para Paula en cuanto haya librerías abiertas en mi ciudad será “Años de hotel” , de Joseph Roth . Lleva ese libro de Acantilado el orientador subtítulo de “Postales de la Europa de entreguerras”, lo que me hace pensar que está relacionado con la intensa actividad periodística que desarrolló Roth en los años 20 y 30 cuando viajó por toda Europa y tomó notas de cuanto veía en Alemania, Albania, Austria y Rusia, entre otros países. Parece que son textos que testimonian con el habitual talento de Roth el fin de un mundo caduco y el despuntar de una Europa que va camino del abismo.

Fernando Aramburu, escritor:

En el supuesto de poder entrar de nuevo en una librería de España, solicitaría un ejemplar de “La belleza del objeto cotidiano” , de Soetsu Yanagi (1889-1961), pensador japonés y primer director del Museo de Artesanía Popular de su país. Ya el título avisa del contenido del libro. Se lo regalaría a mi hija Cecilia, pintora que sabe desde hace largo tiempo que la felicidad en forma de belleza, elegancia, armonía, etc., no reside en regiones remotas ni en sueños inalcanzables, sino en las pequeñas cosas que a diario nos rodean.

Emili Rosales, editor de Destino:

Nos hemos quedado en puertas de celebrar el Premio Cervantes a Joan Margarit , así como también su nueva antología personal, "Sense el dolor no hauríem estimat" / "Sin el dolor no habríamos amado" (Proa/Visor). Se lo regalaré a alguien que ame la literatura y sin embargo no sea lector asiduo de poesía o desconozca la de Joan Margarit; creo que va hacer uno de los grandes descubrimientos de su vida.

Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma:

Mi libro elegido es “El nadador en el mar secreto” (Navona), de William Kotzwinkle , una historia tan breve como estremecedora, un libro que no perdura más allá de la memoria lectora, perdura siempre. Y se lo regalaría a mis padres, que son médicos, y simbolizan la generosidad y el sacrificio de la sociedad en esta crisis.

Agustín Fernández Mallo, escritor:

En este extrañísimo Día del Libro , secuestrados por un ente que ni siquiera es un organismo vivo, le regalaría a mi madre, a quien sólo puedo ver a través de pantallas, un ejemplar del Quijote , que le encanta. Sería una edición de esas de tipografía sencilla y letras grandes, propicia a los ojos de sus 96 años de edad. Además, es un libro que con buen humor resume la inveterada lucha de cualquier humano por sobreponerse a todo obstáculo.

Ofelia Grande, editora de Siruela:

Cuando salgamos del confinamiento, el libro que voy a comprar y regalar a mi hija de 13 años es “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley . Aunque no lo leo desde que era adolescente y no sé si quizás ahora me impresionaría menos, la verdad es que en estos días de encierro me he acordado mucho de él: de la sensación de extrañeza, de irrealidad, del miedo a las consignas, de la duda ante las informaciones, del manejo externo de nuestras emociones, del control, de la necesidad de crearnos nuestra soma, del terror a salir fuera del espacio controlable, de la urgencia de no tocarnos… Sólo espero que cuando mi hija lo lea, pueda leerlo ya como lo leí yo hace tantos años: segura de que nuestro mundo podía ser feliz sí, pero también, y sobre todo, libre.

Silvia Sesé, editora de Anagrama:

Quiero comprar y regalar “Cuando editar era una fiesta”, de Jaime Salinas , una suerte de reconstrucción de la memoria a través de cartas, entrevistas, semblanzas, hecha por Enric Bou. Sobre todo, a través de la correspondencia íntima de Salinas con Bergsson. Es un libro importantísimo para entender una idea de industria cultural cuya defensa resulta hoy del todo vigente. Es un texto también salvajemente humano, melancólico en muchos momentos, adictivo e instructivo. Una gozada de principio a fin. Se lo regalaré a varios amigos editores.

Javier Cercas, escritor:

En cuanto salga del confinamiento y entre en la primera librería, compraré un ejemplar de “Lo que fue presente”, de Héctor Abad Faciolince , y se lo regalaré al primer amigo que me encuentre (estoy dispuesto incluso a regalárselo a un enemigo). Abad es sin duda uno de los grandes escritores en español de la actualidad. Se le conoce sobre todo por “El olvido que seremos”, un libro memorable, uno de los mejores escritos en nuestra lengua durante este siglo; pero además ha escrito novelas excelentes y es un articulista constante y combativo; su poesía es extraordinaria (Abad es, quizá antes que cualquier otra cosa, un poeta): en España la ha publicado Pre-Textos, en un volumen titulado “Testamento involuntario”. “Lo que fue presente” reúne los diarios escritos por Abad entre 1985 y 2006 -es decir, entre sus inicios como escritor y la publicación de “El olvido que seremos”-, y es cualquier cosa menos una obra lateral o secundaria; cierto que estamos ante uno de esos libros felices que pueden leerse un poco al azar, abriéndose por cualquier página, porque cualquier página contiene cosas de gusto y provecho, pero yo recomiendo leerlo de principio a fin: así se asiste al crecimiento y el combate consigo mismo de un hombre complejo y fraternal, de una gran lucidez y de una honestidad implacable. Un libro magnífico.

Manuel Vilas, escritor:

Me he pasado el confinamiento releyendo el Quijote de Cervantes de manera minuciosa, sin que se me escapara ni una palabra vieja. Es la tercera vez que leo la novela. La primera vez que leí el Quijote de cabo a rabo fue cuando yo tenía 20 años. Lo releí dos años después, a los 22 años. Desde entonces no he vuelto a releerlo de cabo a rabo salvo pasajes o capítulos sueltos, pero no desde la primera página hasta la última, como estoy haciendo ahora. Me he obsesionado con esta tercera lectura, porque pienso que será la última. Ojalá sea la penúltima. Creo que me aguarda una más cuando me acerque a la vejez profunda. Puede que la vida de un escritor español se pueda medir por cuántas veces ha leído el Quijote, porque cada vez se convierte en una lectura diferente. El caso es que cuando termine el confinamiento buscaré una buena edición del Quijote apócrifo , del Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda , que confieso no haber leído, y me lo regalaré a mí mismo. Y pienso devorarlo. Porque me falta el Quijote mentiroso, que tanto obsesionó a Cervantes, y que por tanto me obsesionará a mí también. Porque si el confinamiento ha sido vida falsa, en sólido homenaje a esa vida fraudulenta lo mejor que puedo hacer es leerme el libro más fraudulento de la historia de la literatura, y ese es el Quijote de Avellaneda. Es un excelente regalo que me permitirá no olvidar nunca la degradación de la vida.

Luisgé Martín, escritor:

Cuando salga de aquí voy a comprar dos ejemplares de “pequeñas mujeres rojas”, de Marta Sanz , para regalarles a Concha y José Manuel, dos de mis viejos profesores del instituto que son grandes lectores y que se apasionan con todos lo que se refiere a la memoria democrática, uno de los dos grandes temas que —con un virtuosismo literario deslumbrante— trata la novela.

Carlos Pardo, escritor:

En cuanto podamos volver a las librerías quiero comprarle a mi amigo Joaquín García, galerista de García Galería y grandísimo lector, un libro que debe leer: “A la caza del viento”, de Claire Goll (Pre-Textos). Goll vivió en primera persona todas las vanguardias literarias y artísticas del siglo XX, de Dadá a los 70. Pero, más allá del retrato de la miseria y la radicalidad de los artistas que malvivieron mientras cambiaban nuestra manera de entender el arte (Joyce, Rilke, Satie, Celan, etcétera, etcétera), lo que convierte estas memorias en una obra maestra es la genialidad pesimista y humorística (la franqueza y la agudeza malvada) de la propia Claire Goll.

Lorenzo Silva, escritor:

Cuando me dejen salir, voy a comprar un ejemplar de "Días en blanco", la recopilación de la poesía inédita de José Luis Sampedro , y se lo voy a regalar a mi madre, a quien hace más de un mes que no puedo abrazar. Se lo debo, por tantas cosas que no cabrían en mil periódicos, pero para empezar porque ella, que conoció a Sampedro antes que yo, me trajo firmado por él mi ejemplar de "Octubre, octubre". La rosa será como siempre para Noemí, mi mujer, que como Sampedro nació en Barcelona.

Javier Montes, escritor:

Les regalaré libros a mis vecinos de Somaén, el pueblito de Soria donde vengo a trabajar concentrado y me pilló la cuarentena. A Aurori y su perro Jazz, que todas las mañanas hace la ronda y tiene una palabra amable para cada uno, que fabricó de urgencia mascarillas para todos y me trae de propina torrijas y otros productos de primerísima necesidad. A Nati, que mantiene alta la moral de las tropas y hace las veces de enérgica teniente-alcaldesa honoraria. A Jesús, que tiene un dulce salvoconducto de apicultor para atender sus colmenas y me deja hacer la fotosíntesis en su prado. A Esther y Atana, que cultivan su huerto con calma y podrían haber inspirado a Voltaire. A Terri, gran lectora pero que empieza a estar, abro comillas, “hasta los…”. A Latifa y Rahim, que los domingos madrugan para hornear y traer de Medinaceli pan caliente para toda la comarca. A Nuria, que aliña con buen humor las borrajas y acelgas de primera que trae desde Arcos de Jalón y hace un servicio público extra sin poner cara de ídem. A mi amigo, aunque colega, Ernesto Pérez Zúñiga , que decidió quedarse en Madrid el finde fatídico porque es un tipo cabal y desde allí echa de menos todo esto (es mutuo). No sigo, porque la supuesta España Vacía está llena de gente seria y cabal que hace todo lo que puede y un poco más, excepto aspavientos. Sin echarle cuento ni armar bronca. La cuarentena también pilló a traición a mi nueva novela, que iba a salir justo estos días. Espero que la celebración sea doble y poder repartirla por aquí, caliente de la imprenta.

Gonzalo Torné, escritor:

Confieso que he perdido un poco el hábito de regalar libros. La mayoría de mis amigos y conocidos son lectores con una pila de libros intimidantes por hincarle el diente como para irles poniendo deberes. Así que elegiré un destinatario a ciegas para regalarle "Poeta chileno", de Alejandro Zambra , con el que comparto editorial pero que ya era el escritor de mi edad que más me gustaba cuando no la compartíamos. Podría decir cien cosas de la novela, pero se me ha pedido concisión. Así que confíen en mí: está plagada de personajes y situaciones bien hechas, y suministra emociones de primera calidad. Bon Sant Jordi.

David Trías, editor de Plaza & Janés:

Le regalaría y le regalo a mi hija Sofía por su –ay- 18 cumpleaños, que coincide con el Día del Libro , la primera novela de Elsa Veiga, "Me desperté con dos inviernos a los lados" (Editorial Tres hermanas). La novela salió pocos días antes del Estado de Alarma y se iba a presentar en Madrid en la librería Cervantes y cia con Edurne Portela. Sirva este libro, esta autora novel, esta pequeña editorial, esta librería de barrio y este evento que no se ha podido realizar para apoyar simbólicamente a todas las partes del engranaje editorial que tanto están padeciendo la crisis. Pero al margen de la coyuntura, le regalo esta novela a mi hija, ya mayor de edad, por la historia que cuenta –la de tres generaciones de mujeres marcadas por la violencia machista-, por cómo lo cuenta –con un estilo contenido pero muy vivido y sentido- y porque, naturalmente, deseo que todo lo que empiece a construir a partir de ahora se llene de luz y evite las sombras que muchos hombres han extendido puertas adentro a lo largo de la Historia.

Andrés Neuman, escritor:

Cuando todo esto acabe, si es que ciertas experiencias colectivas acaban, cuando se abran las puertas, me encantaría ir caminando a buscar los cuentos completos de Hebe Uhart , y después volar a Buenos Aires para regalárselo a mi abuela Dorita, que está cerca de cumplir cien años y sabe muy bien quién es, y entonces leerle en voz alta "Guiando la hiedra", que es un cuento de interiores, un monólogo sobre esa vida de puertas adentro que tantas personas de su edad llevaban haciendo desde antes de la pandemia y continuarán haciendo después de la pandemia, si resisten como han resistido hasta ahora, y me detendría sobre todo en estas líneas del párrafo final: "Me gustaría que viniera alguien para que me encontrara así, a la mañana. Pero todos están haciendo otros trabajos distintos, tal vez sufran o renieguen o se engripen; no importa, eso pasa y en algún momento tendrán alguna felicidad". Visto desde hoy, hacerle a mi abuela este pequeño regalo parece una odisea, pero así comenzó la literatura. La rosa también sería para ella, que es flor de un siglo entero.

Miguel Aguilar, editor de Debate, Taurus y Literatura Random House:

Voy a buscar la mejor versión ilustrada de “La isla del tesoro” y se la voy a regalar a mis hijos, principalmente por el placer de leer (y leerles) una pura novela de evasión y aventuras y poder corear sin sonrojo:

"Fifteen men on the dead man's chest—

...Yo-ho-ho, and a bottle of rum!

Drink and the devil had done for the rest—

...Yo-ho-ho, and a bottle of rum!"

Pilar Reyes, editora de Penguin Random House:

Mi libro recomendado es "Léxico familiar", de Natalia Ginzburg . Me gustaría regalárselo a mi madre, para en la distancia decirle (como lo hace maravillosamente esta escritora, a quien considero una de las voces narrativas italianas más importantes del siglo XX), que por más adversas que sean las circunstancias, siempre hay un lenguaje particular del amor familiar que nos reconforta y salva.

Anik Lapointe, editora de Salamandra:

En plena adolescencia soñaba con ir al desierto, una tierra de peregrinaje, silencio y contemplación que atrajo a grandes escritores y viajeros, de Arthur Rimbaud a Paul Bowles , pasando por T. E. Lawrence . Por ese motivo, a un buen amigo mío, un adolescente, le regalaría "Arenas de Arabia", de Sir Wilfred Thesiger , un libro que explora los territorios inhóspitos del Empty Quarter, en el desierto de Rub al-Jali, en la península arábiga… No se me ocurre mejor manera de descubrir lo inexplorado, de vibrar con la emocionante aventura de adentrarte en un lugar tan remoto que sólo existe en tu imaginación. A lo mejor, así, este joven amigo mío podrá entender que, no hace tanto tiempo, el mundo aún no era global y finito, como creemos ahora.

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