Karina Sainz Borgo: «Venezuela necesita un ejercicio de memoria después de tanta muerte»

La escritora venezolana debuta con «La hija de la española», la novela revelación de Fráncfort que se vendió a 22 países

Periodista venezolana, Karina Sainz Borgo debuta en la novela a lo grande ISABEL PERMUY
Jesús García Calero

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Lo que ha ocurrido con la primera novela de la periodista venezolana Karina Sainz Borgo (Caracas, 1982), «La hija de la española» (Lumen) , no es normal. Fue noticia en la pasada Feria de Fráncfort, 22 países compraron el manuscrito . Harper Collins y Gallimard se lo rifaron. ¿Por qué? Seguramente, porque cuenta una historia poderosa, el duelo de una mujer por su madre, con el telón de fondo de un país totalitario. Su país. Venezuela , por más que diga Caracas muy pocas veces. Una historia de duelo por una madre, y por una patria destruida , narrada con pulso y desde la órbita de lo humano, fuera de toda intención política. La novela sale a la venta el jueves y a su autora la experiencia de este éxito súbito le está dando vértigo.

Eso sí, es inquieta, como buena periodista, y todo lo que cuenta lo ha investigado. Las torturas, los asaltos, las ocupaciones de viviendas de la novela son fidedignas del infierno desatado en su país . Ella lo toma con cierto humor: «Hay cosas que no se controlan: la risa, o la mirada del periodista. El detalle permite que ese mundo no parezca distópico o una novela de terror». La muerte de la madre es para ella «una alegoría. Nací en un país en el que hasta las cosas hermosas son peligrosas , hasta las flores depredan», asegura.

Depauperación

Cuando se planteó escribir la novela quería narrar una historia «con una vocación literaria: la de contar esa sensación de estar atrapado». Pero su protagonista, Adelaida Falcón, no puede evitar vivir en medio de la demolición nacional, familiar, cultural y personal que la rodea . «Ella no tiene padre español ni italiano, a diferencia de otros. Por eso está desesperada por salir, el libro trasfiere esa angustia». El personaje que da título a la novela es una vecina, hija de española, Aurora Peralta, a la que Adelaida trata de suplantar para salir. «La situación se envilece. Se va depauperando ella igual que el país», relata.

No hay nostalgia de una Caracas ideal -a lo Cabrera Infante con su Habana- sino algunos recuerdos cuidadosamente barajados en la acción, que «permiten al lector abocetar y comprender que hubo antes un país distinto» . La voz femenina manda en esta novela que uno lee deseando que el paisaje y el contexto a la historia fueran inventados. Es una voz de poder porque «todas las sociedades del Caribe son matriarcales, las latinas en general. Quería que se notara tremendamente el poder de un país femenino . Señala que hay una vanidad que era el producto de una sociedad que creía que el petróleo iba a pagarlo todo, que estaba ocupada en otras cosas cuando ya estaba hirviendo el infierno social por debajo ». Incluso los malos viven bajo el terror de una fémina: «La Mariscala. Pero no me quise cebar mucho con ella. La Mariscala es un gobierno que se mete en tu vida, que se mete en tu salón a vivir . Hay un momento en que Adelaida le atribuye la capacidad de ver a través de los muros».

País canibalizado

Karina Sainz Borgo llegó a España en 2006, pero no vino por razones políticas, sino sentimentales. «Sentí que cada día podía volver menos, veía mi país más canibalizado y excluyente. Viví el proceso en primera línea por mi familia. Fui por última vez a Caracas justo antes de que muriera Chávez, hace seis años, en 2013». Sus amigos y compañeros, todos, huyeron: «La diáspora fue tremenda. Unos por motivos económicos, muchos perseguidos, entre ellos mis jefes, buscados por el SEBIN».

A algunos los atraparon: «A mucha gente que yo quiero la metieron presa y salió completamente ida. Los vuelves a ver al cabo de tres años y no lo crees. El país se fue cerrando hasta lo que es hoy día: la falta de ley y de lo más elemental para vivir».

Hay una presencia inmanente del océano en la novela. La autora confiesa que «en el Atlántico la gente siempre se dice adiós. Volando sobre el mar la protagonista se convierte en otra y sabe que no va a volver. Todos los personajes que emigran saben que el mar es metafórico. Ella dice que el mar es un quirófano. Cuando sales al otro lado tienes un costurón que no vas a olvidar».

Sin duda el Atlántico es también la puerta de entrada de gente que llegó a Venezuela de todos los lugares. «Desde el arranque se dice que todas las historias de mar son políticas. A la transformación de la protagonista se suma una sociedad que parecía plural y abierta y se descubre que no era así. Es un hundimiento ». ¿A dónde lleva ese hundimiento? «Hemos retrocedido como país más tiempo del que tenemos como nación independiente -asegura Sainz Borgo-. Más allá del siglo XIX. Recuperarnos va a suponer un ejercicio importante de memoria , porque han ocurrido tantas muertes...»

La esperanza ha sido perseguida y devastada. La novela recoge el caso de un estudiante brillante, un personaje llamado Santiago, apresado, torturado y luego obligado a matar y atracar , para sobrevivir. El naufragio de la esperanza oscurece la novela. «Hay muchos Santiagos, hay miles. No solo hablamos de estudiantes -lamenta la autora-. Te matan en la calle o te reclutan para una poda, una limpieza de sus propios recursos, su propio oro. Por eso la protagonista tiene siempre a una jauría alrededor. La violencia no la ejercen solo los cuerpos del Estado, también moteros, pistoleros, gente que actúa con impunidad», asevera.

Ni un fracaso más

Desde España, la novelista siente, sin embargo, que «lo único que nos va a redimir será la diáspora , los que se formarán con la añoranza de un país que no conocen y también con todo lo aprendido fuera, que van a aportar». Dice que «hasta hace poco las heridas se tapaban con petróleo». Ahora ya no. ¿Por qué? «Porque el país, las personas, están en los huesos, físicos y anímicos. Va a ser duro. No sé si vamos poder soportar un fracaso más. Una sociedad quebrada ya no se levanta», confiesa.

¿Y no es paradójico que todo eso haya ocurrido en nombre de Bolívar? «Me van a denostar por esto, pero nunca he sido pro Bolívar, siempre preferí a Francisco de Miranda , el ilustrado que llevó la imprenta a Venezuela. Bolívar representa la vieja adoración de nuestros pueblos por los hombres a caballo, parece que no la vamos a purgar nunca», sonríe la escritora.

Desde España, no puede obviarse que la izquierda aún venera la revolución. «Chávez a la gente le parecía gracioso. Mira lo que pasó. En Europa siempre hubo safari ideológico. Esta erótica de la revolución , que parece que no se ha escrito lo suficiente para purgarla», responde. ¿No es algo poscolonial? «Hay algo de exotismo, como decir voy a alumbrar al hombre nuevo, pero bien lejos, por allá y ya me dices qué tal te va -ironiza- . Lo dice Carlos Rangel en “Del buen salvaje al buen revolucionario”. Ese libro tiene una actualidad impresionante».

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