Juan Marsé
Juan Marsé - INÉS BAUCELLS

Juan Marsé: «Nunca he querido ser un escritor mediático»

El escritor y premio Cervantes reúne su narrativa breve en el libro «Colección particular»

Barcelona Actualizado: Guardar
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«Cada vez que vuelvo sobre mis cuentos, lo que más me interesa es cómo mejorar el texto», afirma Juan Marsé. Nueve relatos y el esbozo de un guion cinematográfico, hasta ahora inédito, componen «Colección particular» (Lumen), la mejor narrativa breve del premio Cervantes. Como apunta Ignacio Echevarría, el único libro de relatos que se publicó por iniciativa de Marsé fue «Teniente Bravo» y en 2002, los «Cuentos completos» (Austral) que editó Enrique Turpin con un propósito más académico.

«Colección particular», añade, «es un recorrido por la narrativa breve de Marsé instruido por el mismo, quien se ha reservado el derecho de no dar cabida a piezas que decididamente no le satisfacen». Relatos que nos adentran en el taller de un escritor cuya gran victoria «es hacer creíble una historia que no es real».

¿Qué siente al releer relatos publicados hace treinta años?

-Nada especial. Si acaso, la confirmación de que valió la pena escribirlos. Me siguen gustando mucho y quiero suponer que pueden interesar a quienes no los leyeron en su día.

«El fantasma del cine Roxy» originó una canción de Serrat. ¿Se lo propuso el cantante?

En efecto. Un día Serrat vino a mi casa con su guitarra y me dijo que acababa de componer una canción basada en el relato. Nos conocíamos desde hacía tiempo. Yo estaba con mi mujer y mis hijos. Y nos cantó la canción, sentado en una silla, y después dijo que necesitaba mi autorización para incorporarla a su repertorio. La canción era muy divertida, con mucho ritmo, y muy respetuosa con el tema del relato, los fantasmas del cine.

En el relato «Parabellum», publicado en 1977, anida el germen de «La muchacha de las bragas de oro», premio Planeta del 78. ¿Cómo valora aquella novela?

Sé que no es de las más apreciadas, entre otras cosas porque mereció el premio Planeta, un galardón tan controvertido. Sin embargo, la novela aborda uno de los asuntos para mi más entrañables, el de la memoria y sus trampas, que luego habría de desarrollar en otras novelas. «Parabellum», el esbozo original que dio pie a la novela, surgió de la lectura de las memorias inútilmente exculpatorias de Pedro Laín Entralgo, adicto al régimen franquista, tituladas «Descargo de conciencia».

«El pacto» remite en clave sarcástica a esa obra de Laín Entralgo…

Se trata una vez más del asunto de los parches de la memoria.

«El caso del escritor desleído» rinde homenaje a Stevenson. ¿Frecuentar los medios de comunicación acaba con el escritor?

No soy un escritor mediático, nunca he querido serlo. En cuanto a la televisión, creo sinceramente que es uno de los instrumentos más eficaces del poder político para promover la incultura, la desinformación y el mal gusto. Un año después de la publicación de «El caso del escritor desleído», Woody Allen, en «Desmontando a Harry», trataba el caso de un actor de cine cuyo drama consiste en que aparece borroso en la filmación de una película. El actor era Robin Williams. Una coincidencia, pero debo decir que mi «escritor desleído» (no sólo borroso en imagen) es anterior al actor borroso de Woody Allen.

En sus cuentos ya aparecen alusiones al pujolismo ¿Llegó a pensar entonces que los despropósitos nacionalistas nos llevarían a la situación actual?

-No. Lo que está pasando hoy en Cataluña supera mis premoniciones más pesimistas y siniestras. De verdad creo que a la clase política que nos gobierna, tanto desde la Generalitat como desde el gobierno de la nación, habría que ingresarla de urgencia en alguna institución mental.

La narración que da título al libro, «Colección particular» la protagoniza el Capitán Blay, personaje de «El embrujo de Shanghai». ¿Qué hay de Marsé del Capitán?

En todos los personajes de ficción hay siempre algo del autor. Recordemos el «Madame Bovary soy yo» de Flaubert.

El volumen incluye un título inédito, «Conócete a ti mismo», para un guion que le encargó Fernando Trueba. ¿Por qué no se hizo la película?

La idea surgió de una conversación Fernando Trueba. Me preguntó si tenía escrito algo expresamente para el cine, para una película. Le dije que no, pero que, entre mis proyectos para relatos metidos en una carpeta, había una historia que podría valer. Me puse a trabajar en ello y escribí una sinopsis argumental de unos veinte folios. Pero nunca llegó a manos de Trueba, porque, rodaje de «El embrujo de Shanghai» por medio, rompimos la relación. Pero esta es otra historia.

¿Un cuento ajeno memorable?

Las historias del padre Brown de Chesterton: es lo más divertido e inteligente que he leído nunca.

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