Juan Gómez-Jurado: «Tengo muy claro que no me van a dar el Nobel, ni yo lo necesito»

Tras el rotundo éxito de «Reina Roja», publica «Loba negra», otro thriller con vocación de «best seller», de la saga de Antonia Scott y Jon Gutiérrez

Juan Gómez-Jurado, junto al anuncio de su libro, ayer en Madrid Guillermo Navarro
Jesús García Calero

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Vuelve Antonia Scott. Los seguidores del escritor Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) , que son muchas legiones de lectores, están de enhorabuena. A la trepidante «Reina Roja» (de la que se han vendido ni más ni menos que 250.000 ejemplares ) sigue ahora «Loba Negra» (Ediciones B) , el siguiente «thriller» de la serie. La historia repite ingredientes -la acción incensante, los giros argumentales, el misterio inasible- en una trama que da protagonismo, en esta ocasión, a los crímenes de la mafia rusa en la Costa del Sol . No conviene revelar nada más. Solo decir que el desafío está a la altura de Scott, «la mujer más inteligente del mundo» y del exagente de policía Jon Gutiérrez, gay, vasco y sentimental. Una pareja consolidada a la que el autor no se cansa de poner a prueba.

-¿Está contento con ellos?

-Los personajes encuentran la manera de llegar a ti. Nadie lo entiende. Se cree que el escritor se sienta con regla y cartabón a diseñarlos. En realidad llaman al portero automático, te sientas a apuntar su biografía y te susurran todo al oído. Robert E. Howard hablaba de Conan el Bárbaro y decía que cuando estaba sentado ante de la máquina de escribir sentía la presencia de sus músculos sudorosos detrás de él. Hay que recordar que el hombre se pegó un tiro…

-Mal ejemplo. ¿Qué puede decir de la relación entre ellos que le guste?

-Jon Gutiérrez y Scott tienen una especie de yin y yan y ambos sienten mutuamente un amor no romántico, pero un amor. Si algo me interesa de estos personajes es que viven una historia de amor de índole no sexual. Entre dos compañeros que están dispuestos a dar la vida el uno por el otro sin que lleguen casi a tocarse, te das cuenta cómo se complementan, cómo se influyen.

Jurado señala un momento del «Loba negra» en el que eso resulta palmario, pero nos pide no revelarlo, al igual que pide al lector en la última página que no cuente los detalles para no estropear sorpresas a los demás. En el libro las referencias son eclécticas, van de Heráclito al cine de Marvel, en una mezcla coherente de cultura popular y buen humor, marca de la casa también de sus podcasts «Todopoderosos» y «Aquí hay dragones», que comparte con Rodrigo Cortés, Javier Cansado y Arturo González Campos. Luego continúa: «Hubo una escena que, cuando la acabé, me dije: esto no ha salido de mi cabeza, sé que suena absurdo» (risas).

-¿Todos los cabos siguen bien atados?

-Llevo trabajando muchos años en esta historia.

-¿Cuántos?

-Muchos. No lo voy a decir. De hecho he mentido en alguna entrevista, a ti y a otros. Porque era inevitable hacerlo y porque creo que lector necesitaba que yo le mintiera antes de encontrarse con el libro. En el mundo en el que vivimos existe un exceso de preinformación antes de consumir una obra. Llegamos con el trailer visto y ahí te han contado la película... Me preguntan: ¿cuántas más vas a escribir de Antonia Scott?

-¿Cuántas?

-¡Qué más da! No lo sé, olvídate.

-Sí lo sabe.

-Desde hace más de 10 años lo sé. Pero no quiero contarlo. Respetar al lector es no infantilizarlo. Ya lo encontrarás tú, ya podrás atar todos los cabos. Por eso muchas veces no puedo decir la verdad.

-Es que nos pirra ir sobre seguro. Seguros de viaje, etiquetas con trazabilidad, hojas de reclamaciones. Estaba leyendo «Loba negra» y me dice mi mujer: «Huimos tanto de la incertidumbre que no es extraño que tengan tanto éxito las novelas de misterio».

-Todo es una huida de la certidumbre, tu mujer es una sabia. Me gusta mucho esa frase, ojala pudiera apropiarme ese titular para la entrevista. Es verdad. En «La leyenda del ladrón» se decía que dedicamos toda la vida a cubrirnos con la manta de la certidumbre y matamos para que no nos saquen de ella.

-¿Por eso escribe?

-Me dedico a la ficción por eso, es que miro a mis hijos y no sé en qué se van a convertir, veo este país y no sé qué será de nosotros en diez años, miro el mundo y soy consciente de que vamos a un lugar muy peligroso. Todo eso me hace escribir ficción, me parece mucho más manejable, yo sí sé lo que va a pasar. Ofrezco esa incertidumbre controlada.

-¿Qué valor da a la imperfección?

-La textura es importante. Pienso mucho antes de hacer cualquier cosa. Pero al final el lector completa el cuadro. Confío mucho en la inteligencia del lector. Soy lo opuesto a un programador de contenidos de Telecinco (risas). Y si hay fallos... qué le vamos a hacer. ¡Si a Raymond Chandler le preguntaron: ¿quién mató al chófer en «El sueño eterno»? y se dio cuenta solo entonces de que ese cabo estaba suelto!

-¿La gente ya sabe que se encierra a escribir en el Valle de los Caídos?

-No os hacéis idea de lo bien que se está en la Hospedería del Valle de los Caídos. Casi no hay cobertura, estás concentrado, solo se oyen los jabalíes, 75 euros pensión completa... A veces viene un bus de turistas japoneses. La exhumación de Franco no va a afectar eso. También respeto que para otras personas signifique otra cosa, seguramente peor.

-¿Por dónde empieza cuando escribe?

-No puedes contar una historia sin saber a dónde conduce. Luego decides por dónde vas a ir. Es mi obligación como escritor de misterio hacer que todo sea un engaño, agitar la mano en un lugar como los magos para sacar el conejo de la chistera por otro.

Seguimos hablando de la importancia de transmitir la historia feliz de la lectura, la buena noticia de que vuelva a haber muchos lectores, como los 250.000 de «Reina roja», y no ceder al pesimismo de muchos culturetas frecuentemente deprimidos. «Muchas personas me dicen que han vuelto a leer o empiezan con mis libros. Me asusta pero me lo tomo muy en serio. Yo tengo muy claro que a mí no me van a dar el Nobel, ni lo necesito ni lo quiero. Lo único que que quiero es escribir las historias más divertidas pósibles, porque estoy en la posición de llegar a mucha gente . Mi segundo trabajo es hacer la mejor novela que yo sea capaz de hacer. No tengo vergüenza en hablar de esto ni en reconocer que lo más importante es lo primero».

Ante el misterio de un plato de jamón que se va desvaneciendo, hablamos de palabras: «Me dejo la vida en encontrar la palabra exacta para cada cosa. Intento construir un lenguaje literario dentro de las reglas de mi género. Puedo desafiar las reglas del thriller pero sigo atado a una experiencia de lectura que se me exige . Si hablásemos de western, diría: "puedes hacer un western sin caballos, pero no sin frontera"».

Diez años lleva Juan Gómez-Jurado construyendo una enorme trama llena de misterio. Ahora, es el turno «Loba negra». Y hasta aquí y a partir de aquí puedo leer.

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