Jordi Sierra i Fabra: «Que los jóvenes sepan que leyendo serán mejores»

El escritor publica «Las palabras heridas», un alegato contra la censura y un canto a la libertad

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Una simple imagen en televisión desencadenó en Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) «Las palabras heridas» (Siruela). Observador incansable y siempre alerta, al autor le bastó ver a un preso político en una cárcel precedida de una alambrada en pleno invierno: «Pensé: “Pobre tío. ¿Escribirá cartas? Pero, si es un preso político, alguien se las tiene que censurar. ¿Quién? ¿Será como a veces ocurrió en España, un tío sin cultura ninguna que tachaba cosas porque le daba la gana? ¿Qué dejará pasar y qué no?” Ahí va saliendo esta historia de un chaval de 18 años en una dictadura que llega a un campo de presos y le nombran censor».

Sierra i Fabra no puede disimular que, para él, esta novela juvenil es muy especial.

Muestra de ello es que se ha publicado al mismo tiempo en gallego (Galaxia), catalán (Ara Llibres) y euskera (Elkar), algo que solo hizo en el pasado con «Kafka y la muñeca viajera». «Lo notas. Creo que cuando haces un libro como éste no lo escribes; te sale de dentro», confiesa el escritor. Sin duda, «Las palabras heridas» recoge la esencia «Sierra i Fabra» en la forma («Si tengo alguna habilidad es la de, en tan solo dos frases, lanzar el mensaje. Este libro tiene ritmo, diálogos, capítulos cortos y muchos puntos y aparte», comenta) y en el contenido: «Habla de censura, de libertad, de libros, de poesía… De todas mis grandes monomanías», indica .

El caballo de batalla de este prolífico autor catalán (lleva escritos más de quinientos títulos y subiendo) es la censura. Pero no solo la de las dictaduras, sino también alguna más próxima como la de la corrección política que acecha incluso en la enseñanza: «En uno de mis libros escribí “orgasmo”. Solo por esa palabra me devolvieron 600 ejemplares. Las Ampas (asociación de madres y padres de alumnos) son terribles. Un niño puede ver películas o jugar a videojuegos ultraviolentos, ver porno en Internet… Pero no leer un libro en el colegio donde aparezcan palabras malditas (gay, lesbiana, aborto, drogas…)».

La libertad

Otra de las grandes pasiones del escritor es la libertad. Esos sentimientos se encarnan en «Las palabras heridas» en la figura del preso político al que el joven Li Huan censura las cartas. «Sabe que va a morir allí, pero no quiere claudicar. Va en contra de su ética y de sus principios. Sabe incluso que la dictadura no va a durar para siempre. Eso pasaba en tiempos de Franco. Había gente que decía: “yo no veré el final de la dictadura, pero no durará para siempre. Mi padre murió cuarenta días antes que Franco», recuerda el autor.

Jordi Sierra i Fabra opone en este libro la reclusión física de Wang Zhu a la reclusión de ideas en la que vive inmerso Huan. Y, así, el escritor lo convierte en un auténtico clamor por la libertad de pensamiento que se desencadena a través de la lectura: «La incultura se huele y es fácilmente manipulable. ¿Quién ha votado a Trump? El americano cutre, casposo y sin cultura. Y en este país siempre arrastramos un gran lastre cultural, generación tras generación. La gente no entiende que estudiar es importante, pero que formarse también. Otra de mis grandes monomanías es esa: que los jóvenes entiendan que leyendo van a ser mejores y serán más cultos (no hablo de boquilla; tengo dos fundaciones dedicadas a ello). Que lean lo que sea, pero que lean (engrasa el cerebro, da en qué pensar, las neuronas se activan…). Y luego podrán decidir, no porque se lo dice un tío, sino porque saben por qué hacen las cosas… Esa lectura les provocará una libertad de pensamiento».

Lo que el joven censor tacha de las cartas de Zhu no son claves para el enemigo ni pensamientos subversivos, son versos sueltos de los poemas que le escribe a su mujer. Parece de lo más inocente, ¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad para Sierra i Fabra: «La poesía es un arma increíble. Siempre digo a la gente que lean poesía. Y no únicamente Machado, Hernández o Lorca. También a Dylan (aunque esto lo decía antes de que le dieran el premio Nobel de Literatura), Leonard Cohen... Yo puedo escribir un libro para explicarte una historia, pero un poeta lo concentra todo en un solo verso. La poesía es más fuerte todavía».

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