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La faceta militar de Franco, el general que Indalecio Prieto consideraba «la fórmula suprema del valor»

El último libro de Salvador Fontenla analiza la trayectoria militar del gallego con la misión imposible de separar al dictador del general laureado

Francisco Franco, entonces jefe del Tercio de voluntarios, durante el Asalto de Ras-Medua (1921)
César Cervera

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Indalecio Prieto, dirigente socialista tan franquista o menos que Pedro Sánchez , elogió en los términos más elevados al militar gallego en un discurso en Cuenca: «Lo he visto pelear en África y para mí el general Franco llega a la fórmula suprema del valor: es hombre sereno en la lucha. Tengo que rendir este homenaje a la verdad». En ese momento, sin la Guerra Civil de por medio, Franco habría pasado a la historia como un buen oficial, como muchos de los que participaron en esas campañas africanas, pero no hubiera entrado, para bien o para mal, por la puerta grande de la historia militar como estratega y táctico.

«Algún día tal vez seremos capaces de separar al Franco como político del militar, pues no había ninguno como él en el bando republicano. La figura de Franco en el Ejército es incuestionable, y su talento no se daba desde tiempos de los Reyes Católicos», defiende Salvador Fontenla Ballesta (Huércal-Overa, Almería, 1946), escritor, investigador y general de Brigada en la Reserva. Este experto en Historia Militar acaba de publicar «Franco, caudillo militar» (La Esfera de los Libros), donde analiza su trayectoria en el Ejército y las habilidades que le convirtieron en un general sin tachas en su historial. «Tenía una eficacia terrible, lo ganaba todo con un desgaste mínimo de bajas», apunta el autor en una entrevista con ABC.

Hasta el punto llegaba la confianza de sus camaradas en Franco que en Marruecos, donde se forjó como militar, se le usaba como una suerte de solucionador frente a situaciones comprometidas o cuando los rifeños asediaban una posición avanzada. «Aunque estuviera en la otra punta del país, se solía recurrir a Franco, que actuaba y resolvía el problema con pocas bajas tras estudiar muy bien el terreno y al enemigo, de modo que siempre buscaba maniobras para sorprender al rival», señala el autor de «Franco, cau dillo militar ».

Contra los mitos

Sus victorias se desarrollaron en las campañas de Marruecos, en el sofocamiento de la Revolución de Asturias de 1934 y, por supuesto, en la Guerra Civil, donde el africanista se unió a la conspiración militar en el último momento, pero acabó haciéndose tanto con el mando militar como con el político de todo el Bando Nacional .

En contra del mito de que este bando tenía la guerra ganada de antemano, lo cierto es que desde el principio los militares levantados tuvieron que remar contra corriente debido a que el dinero público, la industria, gran parte del Ejército, la Marina y la Aviación quedaron en manos republicanas. «Franco no fue un revolucionario militar, sino alguien que aplicó muy bien los principios del arte de la guerra y que supo adaptarse a la perfección a la evolución brutal que se produjo en el armamento en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Venció en un escenario muy complicado, valiéndose en ocasiones de la guerra relámpago», asegura el autor.

«Franco no tenía medios suficientes para dar un golpe decisivo por lo que prefirió ir paso por paso»

Tampoco es cierto, en opinión de Fontenla Ballesta, que Franco no tomara Madrid en el primer año de guerra porque quería alargar con fines políticos el conflicto: «Eso es propaganda ideológica. Nadie quería alargar la guerra, sino ganarla, porque una campaña puede ser muy peligrosa e imprevisible. Franco no tenía medios suficientes para dar un golpe decisivo por lo que prefirió ir paso por paso», afirma el investigador, que recuerda que Madrid dejó de ser un objetivo prioritario cuando el oro y el Gobierno republicano se trasladaron a Valencia.

En este sentido, Fontenla Ballesta cree que fue el instinto militar del generalísimo el que le llevó a no tomar partido en la Segunda Guerra Mundial : «Dijo algo así como que no iban a ganar los invencibles como Alemania, sino los inagotables, en referencia a Rusia y EE.UU., con material y hombres para desgastar al contrincante».

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