Diego Doncel

Joan Margarit: la poesía como vida

El premio Cervantes nunca renuncia a la tragedia ni a la intemperie, pero busca la serenidad que anda dispersa por el mundo

Muere el poeta Joan Margarit a los 83 años

Me gusta leer la poesía de Joan Margarit como si fueran las páginas de su diario personal, como si Margarit nos dijera en secreto, en voz baja, mediante ese montoncito de palabras del poema, qué significa para él esa aventura cuya duración es 24 horas y a la que llamamos día. Siempre he agradecido que los poemas de los días de Joan Margarit sean una prueba de emoción, como si la emoción fuera un territorio que hay que conquistar para ser conscientes de esa enorme aventura que significa vivir.

En ellos está el problema de la identidad, de los amores que permanecen o que huyen, de las personas que mueren, del tiempo que pasa y de los conflictos de la memoria, pero, sobre todo, en ellos está en el hecho de convertirse en una lección moral . La moral que se aprende en esos poemas es que la vida, sea lo que sea, hay que defenderla y celebrarla. Ningún libro entre los suyos posee la fuerza de la celebración como «Joana», dedicado al tiempo último en que estuvo con su hija antes de morir, y en el que podemos leer versos como éste: «Nada es comparable a poder cuidar de una persona a la que se ama».

Margarit nunca renuncia a la tragedia , nunca renuncia a la intemperie, pero busca la serenidad que anda dispersa por el mundo, busca los lugares donde la belleza aún es posible, aunque sea precaria. Su rostro en el espejo del poema tiene muchos rostros y cada vez más está marcado por esas arrugas de la intimidad que aflora, pero levanta sus poemas para defenderse del conflicto del tiempo, para seguir buscando una reflexión que haga posible estar aquí, en estas soledades vitales, en esta época de una historia convulsa.

Todo lo que se pueda decir de su obra se agrupa en la palabra «verdad» , porque, para él, solo cuando un lector se mira en un poema verdadero encuentra compañía, se hace cómplice de esas palabras, y es entonces cuando la poesía es un refugio, una forma de consuelo, una forma de felicidad.

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