Carson McCullers, en una imagen tomada en 1940
Carson McCullers, en una imagen tomada en 1940 - ABC

El corazón solitario de Carson McCullers sigue latiendo

Con motivo del centenario de su nacimiento y los 50 años de su muerte, Seix Barral reedita la obra completa de la escritora estadounidense

Nueva York Actualizado: Guardar
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Carson McCullers (1917-1967) hubiera cumplido hoy cien años y, aunque apenas llegó al medio siglo de vida, dejó tras de sí un legado literario que sigue conmoviendo a quienes tienen la suerte de descubrirla. En España, Seix Barral ha iniciado la reedición de la obra completa de la escritora estadounidense, con prólogos de Paulina Flores, Cristina García Morales, Jesús Carrasco y Elvira Lindo, en una colección diseñada por la ilustradora Sara Morante.

Conocida por sus personajes esperpénticos, McCullers consiguió transmitir pasión, locura, dolor, angustia y amor en sus extrañas historias, que revelaban asimismo la vida al borde del abismo que experimentó la atormentada escritora. Desde niña tuvo que lidiar con graves problemas de salud e, inicialmente, quería ser un prodigio del piano, por lo que sus padres la enviaron desde su Georgia natal a Nueva York en 1934, para iniciar estudios en la prestigiosa escuela de Juliard.

Pero una vez en la Gran Manzana, dejó el solfeo y las teclas para concentrarse en su gran pasión, la escritura, un cambio de rumbo que daría sus frutos poco después. En 1936, con 19 años, publicó su primer relato, «Wunderkind», en la revista «Story», y en 1940 salió el libro que la catapultaría a la fama: «El corazón es un cazador solitario». La obra, que recibió muy buenas críticas, cuenta la historia de un sordomudo que se cruza con varios personajes bizarros en una pequeña ciudad de Georgia que le revelan su soledad, aislamiento y frustraciones.

Turbulenta relación

Pese a que su carrera profesional estaba despegando, su vida personal no iba por el mismo camino, ya que la escritora se separó poco después de su marido, Reeves McCullers, con el que se casó en 1937 pero con el que mantenía una turbulenta relación, en buena parte por los celos profesionales de él hacia su exitosa esposa. Se habla, además, de frecuentes infidelidades en la pareja y de que los dos, además, bebían en exceso, algo que McCullers siguió haciendo durante toda su vida pese a su frágil estado de salud.

La autora decidió entonces mudarse a la conocida «February House» (Casa de Febrero), como la bautizó Anais Nin, una residencia en Brooklyn donde se reunía un selecto grupo de artistas e intelectuales y que era propiedad del editor de «Harper's Bazaar», George Davis. En esa misma época, publicó «Reflejos de un ojo dorado» (Seix Barral la recupera con un epílogo de Tennesee Williams inédito en español), un provocador libro para el momento que hablaba sobre la impotencia, la bisexualidad, las infidelidades, la zoofilia y el asesinato, y que no fue tan bien recibido.

En 1943 vino «La balada del café triste», que muchos consideran su mejor obra y que cuenta la historia de un triángulo amoroso en una pequeña ciudad del sur de EE.UU. En 1945 se volvió a casar con Reeves McCullers, con el que había seguido manteniendo una relación cercana, y después publicó «Frankie y la boda», otro de sus éxitos, que fue llevado tanto al teatro como al cine.

Época oscura

Una de las épocas más oscuras y trágicas de su vida comenzó con el suicidio en París en 1953 de su pareja, tras lo que cual se agravaron sus constantes problemas de salud, que dejaron parte de su cuerpo paralizado y que la forzaron a someterse a varias operaciones. Finalmente, y sin acumular grandes novelas en sus últimos años, McCullers murió en 1967 en Nyack (Nueva York), a los 50 años, tras más de un mes en coma después de sufrir un infarto cerebral.

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