Juan Manuel de Prada:«Los nacionalismos son, sencillamente, un galimatías»

El novelista presentó la primera novela de Javier Barraycoa:«El último catalán», una sátira de política ficción ilustrada por Puebla

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Barcelona, año 2114. Ramblas abajo, dos agentes del Servicio Automático de Tipos Extraños y/o Nocivos (SATEN), o Mozos que Ya No Se Cuadran, acaban de detener a un par de boixos nois, de la archiconocida peña Puto Seny. ¿Su delito?: Pasarse una barretina por salva sea la parte, hacer sus necesidades (como vulgares caganer) sobre la discografía completa de Lluís Llach (se tragaron «L’estaca», como Pablo Iglesias, al grito de «Vaya si podemos»), y ciscarse en toda la familia de Salvador Espriú y la peña de sardana de Arenys de Munt. «Españanos da bola, Cataluña ya no mola», gritaron al ser apresados.

Es la tercera vez que en una semana se produce un incidente de estas características. El último, bueno, el penúltimo, fue la destrucción de un contenedor que albergaba las «Obras Completas» (traducidas a 500 idiomas, por cierto y por lo menos) de Sir Artur Mas, el «Epsitolario Completo» de Duran Lleida, y la «Poesía completa» de Oriol Junqueras, versión trilingüe (con fantástica traducción al árabe del camarada de la CUP).

Además, se quemó un retrato de Jordi Évole.

Messi, golazos budistas

A esa misma hora, Messi se rasgaba las vestiduras tras perder una vez más el Balón de Oro, conquistado por Cristiano Ronal III. «Ya solo creo en el budismo», se quejó amargamente el astro del balompié a la redacción completa de TV3.

Porque Messi (y otros ciento cincuenta más) es uno de los protagonistas principales de «El último catalán» (Ed. Stella Maris), una novela de Javier Barraycoa, profesor y anticatalanaista no furibundo.

«Esta obra –comentó Juan Manuel de Prada durante la presentación, ayer en Lhardi, con un cocidito madrileño y españolista de por medio (del que dio buena cuenta el escritor de Baracaldo; y el que suscribe estas líneas, a pesar de tener el azúcar muy alto)– es una sátira que denuncia y fustiga los vicios, que pone el dedo en la llaga de ese galimatías de las nacionalidades; es una mirada feroz, pero también piadosa de esta realidad penosa a la que nos han llevado las oligarquías políticas que padecemos. Y no solo las catalanas».

Bandera verdiblanca

Esa Cataluña independiente y musulmanizada (la media luna ha sustituido a la estrella en la estelada, que ahora es verdiblanca, como el Betis manque pierda), este país que dibuja Barraycoa en esta «distopía», que bebe tanto del Orwell de «Rebelión en la granja» y «1984», como del Boris Vian de «La espuma de los días» o «Vercoquin y el plancton», es un auténtico disparate. Que te hace reír a mandíbula batiente en el taxi ante la estupefacción del chófer.

«Javier –continúa De Prada– ha levantado una crónica sobre la ingeniería social separatista que nos ha llevado a este panorama de la desolación que es la vida catalana y española, donde todo es caricaturesco; a esta idiotez contemporánea. Javier escarnece y caricaturiza el nacionalismo, sin caer tampoco en el españolismo».

A la saga de los Pujol Family (la Pujol Connection, hablando en plata) le ha salido un divertidísimo competidor en la novela de Javier Barraycoa. El autor se merece un partido-homenaje en el Camp Nou, y que la nova canço (resucitada por Mas y menos) le dedique una cantata. Como la de Iquique, que tanto le gusta al de la coleta.

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