Amir, el representante francés, durante uno de sus ensayos
Amir, el representante francés, durante uno de sus ensayos - G3ONLINE

EurovisiónGuía para seguir la final de Eurovisión: un pasito «pa’lante», Barei, 25 pasitos «pa’atrás»

Como todos los años, ganará el festival no la mejor canción, sino la delegación que haya entendido cómo generar un producto televisivo global. He aquí un irónico recorrido para conocer a los 25 competidores de esta noche de la España de Barei

MADRID Actualizado: Guardar
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  1. Bélgica: Laura Tesoro. «What’s the preassure»

    Tesoro, dándolo todo con su equipo en el Globen Arena
    Tesoro, dándolo todo con su equipo en el Globen Arena - AFP

    Por alguna extraña razón, la Pastora Soler de 2006 se introdujo por una de las puertas del «Ministerio del Tiempo» y acabó en la segunda semifinal de Eurovisión 2016. Y ya que estaba allí, decidió convertirse en la intérprete del tema belga, bajo el pseudónimo de Laura Tesoro, joven cantante de ascendencia italiana. Su canción, que en sus primeros acordes se marca un MILTK («mother I like to fuck»), es el ejemplo perfecto de canción mediocre que sabe aprovechar los recursos de una puesta en escena abultada, justo lo contrario que la canción de Barei, que arrastra un tema potente con una coreografía que da vergüenza. De esta entrada, lo mejor que supieron decir de ella los comentaristas de TVE es que se la ha medio escrito «un teclista de Depeche Mode» y que a la moza le gusta Bruno Mars. Como si por ello se le fuese a pegar algo a la intérprete, con un modelito plateado que seguro que habrá llevado a la Rebe de los «Gypsy Kings» a dar un bote en el sofa (de escay dorado) y pedirle a su padre, Daniel, ser la representante de Bélgica en 2017.

  2. República Checa. Gabriela Guncikova. «I stand»

    Guncikova, poseíada por el espíritu bueno de Britney (Spears)
    Guncikova, poseíada por el espíritu bueno de Britney (Spears) - EFE

    Felicitemos a la República Checa, que por primera vez se planta en la final de Eurovisión (y que para ello ha dejado en la cuneta a históricos como Grecia, que este año no daba para más, o Bosnia, donde desde el principio se les rompió el amor). Su apuesta es Gabriela Guncikova, «una voz amplia de belleza frágil», decían de ella los comentaristas de RTVE. Pues bueno. Lo cierto es que esta «chica checa» parecía la reencarnación misma de Britney Spears, con su vestidito de comunión y su pose de no haber roto un plato en su vida (aunque, profesionalmente, si que lo has trancado, y muy buenos). Se lo perdonaremos todo, hasta esa tendencia al desaliño capilar de la primera semifinal, porque su tema no desagrada y su intérprete tiene tablas. Y porque su país está ahora de subidón, aunque la cara de su cantante no sea el espejo de su alma.

  3. Holanda. Dowe Bob. «Slow Down»

    El representante holandés y su tatuaje (o viceversa)
    El representante holandés y su tatuaje (o viceversa) - G3ONLINE

    Hace dos años, Holanda apostó por los ritmos «country» de los Common Linnets y le salió bien la jugada, quedando segundos de esa edición del festival en Copenhague. Por eso recuperan ahora estos ritmos en la voz de un guaperas (ojito: el mejor cantautor holandés… de 2012), que, a sus 22 añitos, está ya hastiado de la vida moderna. Dowe Bob propone así una mirada más relajada a la misma sin muchos aspavientos. Y él y su grupo se visten de niños buenos, con trajes de colores –y corbatas–en plan parchís, lo que no evita que nos fijemos en el tatuaje de la garganta del solista. Y tanto creen en la necesidad de bajar los ritmos, que la canción bascula a medio gas hasta que se para en seco (¡Ay, Barei! ¡Que no eres la única!), aunque la frenada de los holandeses es un poquito para bacilar a las nenas, a las que eso de que les toquen las guitarras siempre les ha gustado mucho.

  4. Azerbaiyán. Samra. «Miracle»

    Samra, esperando «el milagro»
    Samra, esperando «el milagro» - EFE

    Volvemos de nuevo a la famosa Rebe de los «Gipsy Kigs» de Cuatro, que en la primera semifinal de Estocolmo ya había encontrado a su verdadera favorita en Eurovisión 2016. Se trata de Samra, con su maillot dorado, sus bailarines cibernéticos de dorado, su micrófono dorado y sus fuegos artificiales con fulgores... dorados. La cantante, que con 16 años intentó representar a su país en 2012, y participante de todas las «Voces» de Europa que se le pongan por delante (la turca y la azerí en 2014 y 2015, respectivamente) estará en el Globen Arena esperando justo por lo que predica en el estribillo de su canción: un milagro. Porque ni el tema tiene tanta fuerza, ni su voz da para mucho. Eso sí: ella es estilosa y muy mona, y eso, a veces, ayuda.

  5. Hungría: Freddie. «Pioneer»

    Freddie y su pequeño tamborilero
    Freddie y su pequeño tamborilero - REUTERS

    Tras haber hundido las rodillas en los últimos puestos de la clasificación en 2015, Hungría ha debido decidir que lo mejor para este año es «inspirarse mucho» en lo que ganó el anterior: solista, guaperas, con cara de «ahora vengo yo»… Y ahí entra en escena Freddie (que no Mercury), uno de los múltiples ganadores de talentos europeos que pueblan Eurovisión y que llega a Estocolmo con su voz entre rasgada y congestionada y una camiseta asimétrica con más gracia que los silbiditos de sus coros. Hungría es de esos países que siguen creyendo en el necesidad de introducir un tambor en el escenario, cuanto más gigante mejor. De hecho, el que lo aporrea es realmente el más motivado de este «Pioneer», una de las canciones que comenzó como favoritas del festival de 2016, aunque creemos que el muchacho sólo se quedará con el cetro de pelo Panteen, ante tanta dejadez a este respecto entre el resto de concursantes.

  6. Italia. Francesca Michielin. «No degree of separation»

    La italiana, con su escenario lleno de cosas secas
    La italiana, con su escenario lleno de cosas secas - EFE

    En una delegación como la italiana, que desde que volvió en el siglo XXI ha tendido a arrasar en top tens (salvo el patinazo de Emma Marrone: el apellido ya lo decía todo) y tras casi tocar con los dedos la victoria en Dusseldorf en 2011 y en Viena en 2015, que a Francesca Michielin la sitúen en las casas de apuestas por debajo de esa barrera debe de ser casi, casi como una traición a la nación entera. Pero, y aunque su tema es de esos que entran solos, calmadito en una edición que se ha propuesto erizarnos el vello de principio a fin pero por el ruido y los pantallazos, éste vuelve a recuperar una letra enrevesada y muy, muy redicha (el italiano está lleno de perífrasis: necesita decir «ningún grado de separación» para experesar «junto a» o «al lado») para narrar, en el fondo, la vida de una hikikomori encantada de vivir en una caja. Lo que es inenarrable es la oda al reciclado en el que la zagala convierte el escenario, con sus flores de plástico y una especie de cinta de la tuna en el micrófono. Y la canción ha metido el inglés a martillazos en el último momento. Se encienden las alarmas en Italia…

  7. Israel. Hovi Star. «Made of Stars»

    Hovi, el niño que vino de las estrellas
    Hovi, el niño que vino de las estrellas - AFP

    Hovi me recuerda mucho al Starchild de «Glee» (de hecho, hasta comparten el nombre de «Estrella»): típico chico «rarito» de instituto, que viste como si metes a un ciego en el vestidor de Beyoncé, pero que cuando abre la boca deja mudos a todos los demás. Por eso, tampoco se entiende esa obsesión de algunas delegaciones de convertir el escenario en el Circo del Sol. En el caso de Israel, con dos contorsionistas que hace piruetas dentro de un arco que, al final de la actuación muestra unas estrellas luminosas, por si aún no nos había quedado claro que el tema es de inspiración astronómica. Pero la culpa no es suya, sino de la organización sueca, que ha pensado en un escenario para actuaciones propias de la Superbowl o la gala de los MTV más que en delegaciones nacionales en las que no pueden entrar más de seis personas. Ni una manada de lobos, ni un tío desnudo (como mucho, un cameo de Mans Zelmerlöw), por mucho que se le ponga en la melena al bielorruso. Por lo demás, una de las mejores actuaciones de la segunda semifinal.

  8. Bulgaria: Poli Genova. «If love is a crime»

    La replicante Poli Genova, bien señalizada
    La replicante Poli Genova, bien señalizada - AFP

    Poli Genova presentó Eurovisión Junior en 2015 y decidió quedarse ya con el traje puesto. De hecho, su actuación es como un arranque de «La Bola de Cristal» búlgara, en la que su intérprete se pone bélica con el tema «If love is a crime», cuando lo único que allí es un verdadero crimen es su estilismo. Lo que sí que está bien pensado es que, para que el espectador no la pierda en el escenario, ella se ha calado unos reflectantes en rodilleras, muñequeras y hasta hombreras, en este Eurovisión en el que la organización se ha empeñado en que los cantantes parezcan insectos con tanto metro cuadrado y tanto tiro de cámara, y que ha sido y va a ser tan, tan ochentero. La intérprete se marca unos bailecitos dignos de que los eurofans hagan con ellos los gifs del año, aunque nada comparable con las sentadillas que se marcó la suiza en la misma semifinal que dio el pase a la búlgara. Y cuando creíamos que Poli, con su nombre de juguetería, se había comido a los integrantes de su coro, estos hacen acto de presencia, justo al final, para evitar las detenciones policiales.

  9. Suecia. Frans. «If I Were Sorry»

    Frans, diciendo «mentiras»
    Frans, diciendo «mentiras» - AFP

    Está visto que este año Suecia se ha hartado de ganar Eurovisión. Así que han buscado al representante más soso, con la canción más anodina que este fuera capaz de interpretar. Por no buscar no han buscado ni al más guapo (y las capas y capas de base que llevaba en la cara en la presentación de su actuación de la primera semifinal no sólo puso de manifiesto que el chaval se encuentra aún en una edad en la que es lógico y preciso que esté hormonando –tiene 17–, sino que dejó con el culo al aire a toda la sección de maquillaje y peluquería de la televisión sueca, que se lució en esa gala). Ahora bien, y ante la caída de todo el bloque nórdico para la final en las dos semifinales (Islandia y Finlandia en la primera; Dinamarca y Noruega en la segunda) los votos los tiene asegurados, por lo que da igual que salga vestido de HM o tenga ese insoportable tic en los brazos que le asemeje a un Chiquito de la Calzada escandinavo. Y lo peor de todo es que no se arrepiente de nada. Así lo deja claro en la letra de este «If I Were Sorry», con el que aprovecharemos para refrescar los condicionales de segundo grado del inglés en Eurovisión. Para las votaciones dejamos lo de los 12 points “go to” o “goes to”

  10. Alemania: Jamie-Lee. «Ghost»

    Jamie-Lee, perdida en su bosque
    Jamie-Lee, perdida en su bosque - EFE

    Querida Alemania: ¿Qué te hemos hecho? ¿No es suficiente con los recortes, con la autoridad, con Angela Merkel? No. Había que hacer una fantasmada en Eurovisión 2016. Y no nos referimos solo al título de la canción («fantasma» en castellano), sino a esa puesta en escena entre gótica y «crepuscular», con una cantante, Jamie-Lee, saturada de shushi que parece recibir la letra de su tema desde Raticulín a través de las antenitas de fibra de vidrio (chino) que se ha colocado sobre la cabeza. Pero todo podría haber sido mucho peor. Rusia podía haber encontrado al aliado perfecto en Xavier Naidoo, al que la candidatura para representar a su país le duró 48 horas, cuando tuvo que retirarla a toda prisa acusando al intérprete de racista y homófobo. Alemania pone un circo cada año en Eurovisión y le crecen los enanos. Que ustedes la gocen bien y ellos se dediquen a ser la locomotora de Europa. Pero la económica. Del hilo musical de los trenes, que se encarguen otros.

  11. Francia. Amir. «J’ai cherché»

    Amir, pidiendo abrazos desde el escenario del Globen Arena
    Amir, pidiendo abrazos desde el escenario del Globen Arena - AFP

    El representante francés, con cara de niño bueno que parece que no ha roto un plato en su vida, tiene todos los ingredientes para, si no alzarse con el primer puesto, al menos, quedar muy alto. Y aunque la propuesta francesa es de esas que promete mucho en su versión de estudio (con un vídeo que era una copia descarada de «Billy Elliot») y que luego se descafeínan en lo que a voz se refiere sobre el escenario, la sonrisa y la belleza étinica del cantante hace que nos olvidemos de un golpe. Porque Amir, que no es bobo, no se presenta como Laurent, su primer nombre, sino por el segundo, para dejar claro su procedencia multiétnica (padre tunecino, madre hispano-marroquí) y su conexión «multi-culti» (judios, africanos del norte…). Con apariencia de surfero que se ha calzado unas zapatillas de deporte por primera vez en muchos años, el cantante galo, de hecho, navega con las interacciones de su puesta en escena, solo, sin coros chikilicuátricos como el español. Y defiende el tema tanto en inglés como en francés, aunque yo reconozco que le queda mejor la parte en la lengua de Adele… Eso, y la manera como da palmas en su vídeo promocional, como de hacer filetes rusos (¿será un mensaje oculto a la delegación ex soviética?); algo a lo que renuncia –craso error–, en el Globen Arena. Aviso a señoritas: Amir es un hombre felizmente casado.

  12. Polonia: Michal Spatz. «Colour of your life»

    El cantante de Polonia, dirigiendoel tráfico aéreo
    El cantante de Polonia, dirigiendoel tráfico aéreo - REUTERS

    Cruce de llamadas en la noche del jueves entre el Presidente de la Comisión Europea, la canciller alemana, el Presidente del Parlamento Europeo y los altos representantes de las Naciones Unidas. ¿Cómo ha podido pasar esto a la final? ¿Cómo esta copia burda de Sargent Pepper dirigiendo el tráfico llegó a subirse al escenario del Globen Arena? ¿Cómo es posible que Conchita Wurst tenga tantos parientes / imitadores? El tema polaco se titula «Colour of your life», pero aquí los únicos colores que importan son los que consigue sacarnos Michal Szpak, del que la comentarista española de RTVE subrayó que «rayaba en la ópera rock». Y sí que la ralla, sí. Pero con «elle». Hasta dejar los discos de vinilo hechos unos zorros.

  13. Australia: Dami Im. «Sound of Silence»

    Dami In: perdonen que nose levante
    Dami In: perdonen que nose levante - EFE

    Déjense de monsergas rusas o de pucheritos franceses. He aquí la verdadera gran canción de este Eurovisión 2016. El problema es que la interpreta una Lana del Rey con ascendencias coreanas, que además representa a Australia. Sí, ha leído bien: a Australia. ¿Pero esto no era un concurso europeo? Sí, le respondemos, pero también le dejamos cantar a Israel, y, a veces, hasta a Marruecos. Y en breve, como nos descuidemos, a Estados Unidos (donde por primera vez se retransmitirá el festival) o China, si no nos invaden antes. Las cifras (dicen que de audiencias, no de euros) mandan. El caso, y volviendo a Dami In, tras el quinto puesto del estreno de su país en el festival en 2015, ofrece una balada potente y afinada, que no ganará por lo vaga que es su representante, que se pasa buena parte de la interpretación subida a un cubo luciendo traje «brilli brilli», donde la gracia solo reside en los diez primeros segundos, en los que parece que flota. Perdonen que no se levante…

  14. Chipre. Minus One. «Alter Ego»

    Los de Chipre, encerrados en sí mismos
    Los de Chipre, encerrados en sí mismos - EFE

    Por primera vez en Eurovisión, será Chipre el país con el griego como lengua materna –y no la misma Grecia– quien esté en la final. Y eso que los chipriotas renuncian a este idioma para su «Alter Ego».

    Y hablando de lenguas, curiosa la política del festival que impide la exhibición de banderas no estatales, pero sí oficiales (recordemos el lío de las ikurriñas), y no cantar en lenguas con menos hablantes que un equipo de fútbol (fue lo que hizo Grecia, en variedad póntica, y que terminó de hundirles; o Macedonia, que tampoco pasó). También llamativo que se prohíban los contenidos políticos en las canciones y luego ellos te rellenen los intermedios con odas a los refugiados representados por suecos rubios bien alimentados. Cierro el paréntesis

    Decíamos que los chipriotas renuncian a su lengua y también a las ñoñerías baladísticas de 2015 para defender acordes rock, además, con el compositor de «Quédate conmigo» y «Amanecer». Inenarrables aquí las jaulas de su escenografía (algo ya más visto que el tebeo), el estilismo del cantante y sus aullidos lobeznos. Pero alabamos a su (guitarrista) calvo, el tercero de la primera semifinal (el segundo fue el «Leonard Cohen» de San Marino), una tendencia, junto a los maillots en Estocolmo 2016.

  15. Serbia. Sanja Vucic. «Goodbye»

    Sanja Vucij en plena interactuación con su bailarín
    Sanja Vucij en plena interactuación con su bailarín - EFE

    Hablando de lenguas, este país, Serbia, fue el último que ganó una Eurovisión cantando en un idioma que no fuera el inglés, pero han debido pensar que ni de coña se arriesgan en 2016, que ya que se ponen a hacer un alegato sobre la violencia machista quieren que quede bien clarito traduciendo el mensaje a la lengua de los One Direction. Sobre el escenario, Sanja Vucic, una especie de Morticia Adams de potente voz que nos dicen que es vocalista de un grupo punk (pues muy bien); también un coro femenino tan encuerado como ella y articulando una especie de performance cercana a unos juegos florales; y un bailarín (el macho), víctima real de lo que perpetran sus compañeras sobre el Globen Arena. Porque todas ellas van descalzas y eso, en Eurovisión, no suele dar suerte. Que se lo pregunten a Remedios Amaya.

  16. Lituania. Donny Montell. «I’ve been waiting for this tonight»

    Clase de aeróbic con el representante lituano
    Clase de aeróbic con el representante lituano - AFP

    ¿Cuánto daño ha hecho Justin Bieber en las mentes de los adolescentes lituanos? La prueba es este Donny, que, pese a las normas de Eurovisión que prohíben introducir animales en el escenario, él ha camuflado a su hámster como tupé sobre su cabeza. Su apuesta (que suena a todas las canciones del mundo) es una especie de rito de iniciación («He estado esperando mucho esta noche», sería la traducción al español de su tema), interpretada por este personaje que parece que se ha escapado de un capítulo de «Sensación de Vivir» y que es un auténtico repetidor en Eurovisión: de 2009 a 2012 se presentó a todas las preselecciones nacionales y en Baku sonó la campana. Por nosotros, en este 2016, que siga esperando.

  17. Croacia: Nina Kraljic. «Lighthouse»

    Nina, en pleno desembalaje
    Nina, en pleno desembalaje - AFP

    Bjork nació en Islandia, pero su espíritu vive en Croacia. Un país este que llevaba dos años sin pisar Eurovisión y que no ha ganado nunca desde que inició su participación a mediados de los noventa. Y llega al Globen Arena encarnado en el cuerpo de Nina Kraljic, que se ha propuesto que lo de menos en su actuación sea su actuación. Con un armario más grande que su voz, esta ganadora de «La Voz Croacia» se planta en el festival con un nórdico gigante que ella se enfunda a modo de kimono y para el que precisa de cuatro monjes de clausura para quitárselo. Cuando lo hace, la que había sido una original camisa de fuerzas da paso a un horrendo vestido adornado en sus mangas con plumas y teclados de piano que luchan con nosotros para hacernos dudar si es peor el vestuario o el peinado. Un buen ejemplo de cómo un estilismo puede empañar una canción resultona.

  18. Rusia. Sergey Lazarev. «You are the Only one»

    Lazarev: flotar o caer
    Lazarev: flotar o caer - AFP

    Rusia acabó muy quemada en 2015 con tanto abucheo, y este año, su maldición llega –como homenaje al país anfitrión– en forma de «canción Ikea», es decir, desmontada, repitiendo todos los ingredientes de la sueca de Zemerlow en plan copia descarada: que ellos ponían un solista guaperas, el suyo va hormonado y con tableta de chocolate; que si ellos jugaban con los gráficos, los rusos secuestran si hace falta a los de los estudios Pixar, aunque renunciando a la aparición de niños, que allí, en ese país, se los comen con arenques; que si ellos conformaban la coreografía en función de la escenografía, el ruso termina trepando por ella y armándola en 3-D, que se note que fueron los soviéticos los que inventaron el Tetris

    En la primera semifinal, los eurofans gays, que saben lo que se les viene encima como gane este producto de laboratorio (interpretado por Sergey Lazarev, compositor del tema ruso de 1995, que cuando engola la voz le suena a Tamara la mala), en la primera semifinal se dividían entre los que no le votaron de ninguna de las maneras y los que lo hicieron para ver si resbalaba y caía como le pasó en algún ensayo. Moscú 2017 será hetero o no será. Entonces verá nacer una nueva «Caravana de Palomos».

  19. España. Barei. «Say Yay!»

    Barei, con su coro en pleno «breikindance» y «crusaito»
    Barei, con su coro en pleno «breikindance» y «crusaito» - EFE

    En un país como el nuestro en el que en cada ciudadano lleva dentro un seleccionador nacional de fútbol y un presidente de gobierno, a Barei, la representante española, le han llovido las críticas desde todos los flancos (hasta de su propia madre, seguro, cuando viera alguna de las filtraciones de sus ensayos y se fijara en los pelos que lleva la niña).

    La guerra comenzó desde España cuando optó por el inglés como lengua. La verdad es que su canción en español habría sonado a cuchufleta y es probable que esta haya sido la única decisión sensata, teniendo en cuenta que Eurovisión no es Naciones Unidas, sino un festival de canciones y para adolescentes o adultos con síndrome de Peter Pan.

    Luego llegó el tiempo de la puesta en escena y los «cañones» (nunca mejor dicho) se dirigieron a sus luces (que si eran pocas; que si eran «minimalistas», palabro que debe usar todo blogguero eurovisivo que se precie); a su coro (al que, para evitar ser confundido con el del Chikilicuatre en estética y poses, se ha terminado por dotar de menos protagonismo); y a su estilismo.

    Lo cierto es que, para una vez que llevamos una apuesta que podía conectar con los más jóvenes (que son los que se dejan la pasta en televoto) y con toda Europa (por el idioma), volvemos a sacar al quijote que llevamos dentro (para que luego digan los académicos que nos hemos olvidado de Cervantes) y la destrozamos con una presentación en el escenario que avergüenza al lado de lo que hacen países con la renta per cápita de Angola.

    Barei no va a hacer nada que no se haya hecho ya en un escenario eurovisivo (juego de espejos, falsa caída… Hasta los holandeses nos «copian» lo de parar la canción a la mitad) y se lo juega todo a un movimiento rápido de pies. El ruso, mientras se cae de su cubo, se traga su propio videowall y se queda ciego con sus cañones de luz, se muere de risa al ver todo esto

  20. Letonia. Justs. «Heartbeat»

    Justs, representante letón, subido de pulsaciones
    Justs, representante letón, subido de pulsaciones - AFP

    Letonia entona el nombre de Aminata en vano. Y es que la representante letona de 2015 ha metido mano en la composición del tema de Justs, este estudiante de canto que recuerda en el escenario al rubio de los Auryn. Sin embargo, los sonidos tubulares de «Heartbeat» y su desgarradora voz no hace que nos olvidemos del estilismo pueril y de rodilleras marcadas que se ha plantado el muchacho. Porque es posible que esta sea una canción por encima de las posibilidades de su intérprete que, al final, da algo de grimilla con los ojos tan azules y tan cargados de sangre. Un poquito de colirio para este chico que algo en el Globen Arena le da alergia.

  21. Ucrania. Jamala. «1944»

    Jamala, mujer reivindicadora y escupefuegos
    Jamala, mujer reivindicadora y escupefuegos - EFE

    En Europa no solo no se cierran las heridas, sino que se abren y infectan constantemente. Crimea llevó a Ucrania a, en señal de protesta, abandonar Eurovisión en 2015, y Crimea vuelve a ser la bala en el cartucho con el que este país vuelve a un festival en el que supuestamente (pero solo supuestamente) están prohibidas las letras políticas. Pero solo las letras. Los números no: El «1944» del título de Jamala hace alusión a las deportaciones de tártaros durante la Segunda Guerra Mundial. La inspiradora de la canción, de hecho, es la bisabuela de la intérprete, que afronta su alegato con actitud de negra chunga del Bronx. Su baile espasmódico y su cárcel de haces de luz llega a su punto máximo cuando su grito hipohuracanado convoca a la madre tierra y a ella le sale un árbol de la boca. Todo da verdadera pereza, pero, ya se sabe: En Eurovisión, los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Y su Ucrania puede plantarle cara a Rusia: ahí está medio continente aupando a este país eslavo en la clasificación. Aunque entone estrofas en tártaro-crimeano y no la entienda ni Putin.

  22. Malta. Ira Losco. «Walk on Water»

    Bellezas al agua en laactuación maltesa
    Bellezas al agua en laactuación maltesa - EFE

    Ira Losco, que ya representó a su país hace 14 años en Estonia (y que quedó segunda), comienza su actuación haciéndose un Rajoy y cantando desde el plasma. Luego, esta Mariah Carey de Malta, que llega al Globen Arena embarazada de cuatro meses y con un tema cuyo arranque parece un anuncio de Herbal Esences, se va desarrollando mientras su bailarín (Skorpion, que no sabemos si es escorpio) experimenta un particular ataque epiléptico que más que hacerle andar por las aguas le lleva a limpiar todo el escenario. A Ira le va lo de contradecir al personal. Así, de igual forma que ganó con una canción su final nacional para luego cambiarla por esta por el artículo 33, en Estocolmo entona su letra referida al agua mientras toda su escenografía tira más a la llamarada y el fuego. Es pronto aún para que ella rompa las suyas, pero se ha propuesto provocar algún incendio.

  23. Georgia. Nika Kocharov and Young Georgian Lolitaz. «Midnight Gold»

    Éxtasis en bandada en la delegación georgiana
    Éxtasis en bandada en la delegación georgiana - AFP

    Aquí llegan los tapados de Eurovisión 2016. Y los llaman banda «indie» y no lo son. Y aquí tienen otro tema del autor de «Amanecer», «Quédate conmigo» y «Euphoria», Thomas G:Son, que en este 2016 ha debido de hacer horas extras, si no ha denunciado a alguno a la Organización Mundial del Trabajo por explotación. Este país no ha ganado nunca el Festival y mucho se tienen que torcer las tornas para que lo consiga este año. Su tema, para públicos muy concretos, abusa de los efectos espejos desde el primer segundo, para caer luego en la sobreutilización de los haces de luz para dejar al espectador con un buen ataque de epilepsia. Escuchar de corrillo esta canción tres veces debe ser lo más parecido a tomarse un tripi (me cuentan).

  24. Austria. Zoë. «Loin d’ici»

    Austria, contra la hegemonía del inglés y las dietas en Eurovisión 2016
    Austria, contra la hegemonía del inglés y las dietas en Eurovisión 2016 - G3ONLINE

    Gracias a Austria o por culpa de Austria, el inglés dejará de ser la única lengua que se escuche en su integridad en un tema en la final de Eurovisión 2016. Porque a este país centroeuropeo le ha dado un «flush» gordo este año y manda a su Zoë a cantar en francés. Y, pese a los mimbres, a la patria de Conchita le ha salido bien la jugada. Porque su intérprete es una especie de mezcla entre Avril Lavigne y Cicciolina en la lengua de Vanessa Paradise con una canción a lo Kate Ryan; con un vestidito de fiesta de los 15, palabra de honor (palabra de honor), en tonos pastel, que lo llenó todo de azúcar y que en su final nacional incluso se atrevía a andar sobre una cinta trasnportadora (palabra e honor). Todo muy Cacharel, Cacharel. O bien los eurofans de Francia, Bélgica y hasta Luxemburgo tenían los teléfonos que echaban humo en la primera semifinal y petaron las votaciones, o bien a esta chica la dejaron pasar por ser la única intérprete que sonreía. El caso es que lo de Austria tiene truco.

  25. Reino Unido. Joe And Jake. «You’re not alone»

    Los Gemeliers británicos, durante un ensayo
    Los Gemeliers británicos, durante un ensayo - EFE

    Si Andy y Lucas hubieran nacido en Liverpool, por poner un ejemplo, estarían ahora mismo representando a Reino Unido en Eurovisión. Pero como los que nacieron cerca de allí fueron estos dos amigos, Joe y Jake, pues son ellos los que asumen el reto. Estos Gemeliers de «chip and fish» se saltan el protocolo de presentar algo ochentero, que parece la tónica de este festival, para transportarnos a una década después, la de los noventa. Y es que su «You’re not alone» (típica canción de superación digna de los Juegos Olímpicos de Londres 2012) podría haber formado parte de bandas sonoras como la de la película «Beautiful Thing». ¿Qué queremos decir con esto? Pues queda claro: que todo suena a muy pasado y que los que se van a terminar quedando solos serán ellos.

  26. Armenia. Iveta Mukuchyan. «LoveWave»

    Iveta se llevará aEuropa por delante, como un tsunami
    Iveta se llevará aEuropa por delante, como un tsunami - G3ONLINE

    Aquí llega una de esas canciones que no deja indiferente a nadie: a los que les gustan las baladas, porque tienen que prepararse una vez más para descubrir cómo los ritmos folclóricos casan con el ruidismo en Eurovisión; porque los que nacieron en los ochenta y creían enterrados los maillots y calentadores descubrirán que su espíritu sigue vivo; y porque el resto de los mortales jamás pensaron que el alma de Beyoncé y «Single Ladies» podría poseer a Sofía Mazagatos. Aquí tenemos un «putón familiar» de manual. El «LoveWave» de Iveta Mukuchyan lo mete todo en el escenario: morena jaquetona, humo, fuego, capa (y os reíais de la de Edurne en 2015), bañador (¡cómo gustaron las mallas en la primera semifinal de este año!), juegos de multiplicaciones de la solista (el último eslabón de las Kardashian. Esta es la hija formalita). ¿Podría ser este el año de Armenia? Si despertamos del aturdimiento, y damos pie con bola para votar, podría. Cuando el amor llega así de esta manera… Como una ola. Como un tsunami.

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