CULTURA

Benito Olmo: «Escribí esta novela por el amor hacia los libros, las bibliotecas, las librerías y la protección de los libreros»

El gaditano ha sacado a la luz 'Tinta y fuego', una novela negra que habla sobre el saqueo de libros que tuvo lugar durante la época nazi

El libro tiene una parte fundamental dedicada a la librería gaditana Manuel de Falla

Benito Olmo, autor de 'tinta y fugo'. L.V.
Esther Macías

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El gaditano Benito Olmo ha publicado 'Tinta y fuego', una novela que reconstruye el fraude nazi de bibliotecas europeas. También hace un importante homenaje a los bibliotecarios por su labor de ir restituyendo los libros. Una historia que habla de la Segunda Guerra Mundial, pero desde un punto de vista novedoso y aventurero, abordando el saqueo de los libros durante el conflicto. Casi quinientas páginas donde el autor destaca la bibliofilia, y sin olvidar las raíces gaditanas.

- Benito, antes que nada, háblanos de Greta, una de las protagonistas de 'Tinta y Fuego'.

- Greta es una detective hablando en una forma amplia. Ella se mueve por unos sitios muy peculiares, que son los almacenes, las colecciones de libros, las bibliotecas. Ella es una detective peligro. Es una conseguidora. Trabaja consiguiendo libros para otras personas. Ella se dedica a un mundo muy amplio. Una investigadora al fin y al cabo.

- ¿Cuánto tiempo te ha llevado este arduo trabajo de investigación?

- Pues sí, me ha llevado mucho tiempo. Sobre todo moverme por muchas librerías, hablar con muchos coleccionistas, bibliográficos. Ha sido un trabajo intenso, pero muy divertido. Aunque lo que más tiempo me ha llevado ha sido el tema del saqueo de los libros por parte de los alemanes que me llevó a trasladarme a Berlín y estuve trabajando con ellos.

- ¿Qué te ha llevado a escribir sobre el saqueo nazi de los libros? ¿Cuál fue tu punto de inflexión?

- Leí una noticia casi por accidente. Ahí empezó todo. Leí un titular clickbait en Twitter que era algo así como «libros robados por los nazis devuelto a una familia de escritoras argentinas». Me llamó la atención y me interesé por esas escritoras argentinas. Una vivía en Palermo, Otra en Buenos Aires y otra en Barcelona, y yo contacté con esta última. Ella me explicó que había sucedido e incluso recibió una llamada de Berlín de un bibliotecario llamado Sebastián. Le dijo a la argentina que tenía allí un libro que pertenecía a su padre, que huía de Alemania huyendo de los nazis. e lo estaban poniendo muy difícil porque su madre era judía. Y su padre nunca habló de este tema con ella. Nunca llegaron a profundizar.

Con esta chica empieza todo. Ella me contó que cuando recibió este libro, este ejemplar de su padre, le conectó con una parte de su pasado que ella no conocía. Y a mí me llamó mucha la atención. El valor de este libro es incalculable. En un mercadillo darían dos o tres euros. Y ya con esto me dieron ganas de investigar sobre ello y contar qué había pasado.

Me puse en contacto con Berlín, con el bibliotecario Sebastián, y ya fue él quién me abrió los ojos con el tema del saqueo. Pensaba que este libro había aparecido por accidente, pero el bibliotecario me contó que más de un tercio de la biblioteca de Berlín pertenece al saqueo nazi. Hablamos de más de un millón de libros. Son los libros que la gente dejaba atrás cuando tenía que emigrar o cuando era llevado a un campo de concentración. Los libros que dejaban atrás, la mayoría, acababan en la Biblioteca Nacional de Berlín.

Me enseñaron los sótanos atiborrados de libros y, claro, un grupo de bibliotecarios que se encargan de examinar esos libros, rastrean y buscan a su propietario, en caso de que sigan viviendo, claro. Un trabajo muy titánico. Han llegado a dar con 1.200 instituciones.

- No se le hadado mucha cobertura a este tema... De hecho, en Internet hay poca información sobre ello.

- Todo el mundo habla del saqueo cultural y parece que se refiere a obras de artes, películas, cuadros, esculturas. Pero nunca se ha hablado de los libros. Y Sebastián me contó que los libros que hay ahí son los libros que tú y yo dejaríamos atrás si tuviésemos que salir corriendo. O si fuéramos asesinados o deportados.

Por eso hay muy poca información. De hecho, al principio, los bibliotecarios tenían que trabajar prácticamente en este tema en su tiempo libre, ni siquiera la dirección de la biblioteca le hacía mucho caso. Tenían que sacar mucho tiempo libre.

Hasta que llegó un caso muy sonado de un tipo muy conocido, Walter Lachman. Salió del campo de concentración con vida y emigró a Estados Unidos. Un día, Sebastián hizo una entrevista para una revista popular alemana sobre los libros robados y puso varios fotos de estos libros. Y uno de los autores leyó el artículo y dijo «ese libro mío». De inmediato se puso en contacto con el consulado, este se puso en contacto con el Gobierno alemán y le devolvieron ese libro. Le cambió la vida. De alguna forma se reencontró con eso que había perdido. A partir de ese hallazgo, Lachman empezó a dar charlas en instituciones, asociaciones, a hablar de lo que había sucedido. Fue un mito. Tanto que el gobierno alemán reaccionó.

Aún así queda mucha investigación. Son más de un millón de libros robados... El departamento que dirige Sebastián está compuesto por tres personas, que se dedican a examinar los libros, identificarlos, buscar propietarios. Un trabajo que está condenado al fracaso, pero que no saldría hacia adelante sin el entusiasmo que tenemos algunos.

- Los libros, de alguna manera, también cuentan historias de nosotros mismo mientras leemos ciertas lecturas. Nos marcan una época u otra de nosotros. ¿Qué valor tiene un libro en sí?

- El valor de los libros es el que cada persona le de. Yo hay libros que objetivamente pienso que son buenos, malos, que no deberían ser publicados, pero es verdad que para uno de nosotros cada libro tiene un valor muy concreto. Para mí hay libros que me han acompañado en momentos muy determinados de mi vida y de alguna forma esos libros hicieron de salvavidas. Y esos libros tienen para mí un valor incalculable. Para ti quizá sea indiferente. Estoy seguro que todos queremos esos libros fetiches que nos han acompañado.

No pienso en absoluto que ningún libro valga más que una ida humana, pero hay ciertos bibliotecarios que harían cualquier cosa para conseguir títulos muy concretos. Y esto tiene más que ver con el coleccionismo que por el amor hacia los libros o las lecturas.

- ¿Cuánto hay de Benito Olmo en los personajes de esta novela?

- Intento despegarme de la historia. Los lectores no deberían darse cuenta que el libro lo he escrito yo. Es una historia. Deberá disfrutarla y olvidarse de mí como escritor de la novela. Si que es verdad que todo libro requiere una parte del alma de la persona que lo escribe. En 'Tinta y fuego' hay mucho de mí. Cuando uno escribe, está buscando su voz, su mirada, su forma de contar. Y aunque esté lejos de todo ello, con esta novela estoy más cerca de conseguirlo. 'Tinta y fuego' lo escribí por un amor hacia los libros, las bibliotecas, las librerías y la protección de los libreros. Lo escribí como una fábula de amor hacia los libros. Y una aventura. Porque al final es una búsqueda de tesoro. Tenía que encontrar una biblioteca que fue robada hace muchos años, en la Segunda Guerra Mundial. Y esto está basado en hechos reales. Al final es una aventura y pura ficción. Les invito a los lectores a estar inmerso a esta aventura que le va a llevar por toda Europa; Italia, Polinia, Berlín y por Cádiz.

En 'Tinta y Fuego' también hay un homenaje a una librería muy famosa de Cádiz, Manuel de Falla. Aparece en la novela, es parte fundamental de la trama. Es importante para resolver el misterio de esta biblioteca robada y como su fundador se va a jubilar, le he querido rendir este homenaje.

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