LA VIDA EN NEGRO

Stieg Larsson, con la muerte en los talones

La trilogía «Millennium», el gran éxito del escritor sueco, es un retrato implacable de los vicios y de la corrupción de la sociedad sueca

Pedro García Cuartango

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Stieg Larsson falleció el 9 de noviembre de 2004 en Estocolmo de un infarto. Aquel día había acudido a la revista Expo . El ascensor estaba averiado y no le quedó más remedio que subir por las escaleras los siete pisos que le separaban de la redacción. Nada más cruzar la puerta se desplomó. Fue llevado al hospital en una ambulancia y murió una hora después.

Larsson fumaba tres paquetes de tabaco al día, se alimentaba de comida basura y era adicto al café. Tenía sobrepeso, no hacía ejercicio y estaba obsesionado por el trabajo. Se fue de este mundo al cumplir 50 años y sin ver publicada la trilogía que vendería 30 millones de ejemplares . Acababa de entregar a su editor Millennium , que le había ocupado casi cuatro años de su vida.

La doble moral

Millennium fue un éxito sin precedentes en la historia de la novela criminal en Europa . Los derechos de autor pronto ascendieron a más de cien millones de coronas suecas, lo que motivó una disputa judicial entre Eva, la mujer con la que convivía, y la familia de Larsson, con la que no se hablaba. Finalmente, su padre y su hermano ganaron el pleito.

Siguiendo la tradición de Sjöwall y Wahloö , la trilogía es un retrato de la cara oculta de Suecia, un país con unas instituciones podridas, una clase dirigente corrupta, unos empresarios sin escrúpulos y un fariseísmo basado en la doble moral de unas virtudes públicas que coexisten con los vicios privados . Ésta es la visión de Larsson, que había sido militante de la extrema izquierda en su juventud y que había acabado dedicándose a un periodismo de denuncia.

Pasó las dos últimas décadas de su existencia investigando la penetración nazi en la vida sueca y, sobre todo, los abusos contra las mujeres.

Testigo y cargo de conciencia

Cuando era adolescente, fue testigo de una violación y no hizo nada para evitarla. Semanas después, pidió perdón a la víctima, pero ésta lo rechazó. Este episodio no lo olvidó nunca. Como tampoco la indiferencia del Gobierno sueco ante las revelaciones de algunos asesinatos cometidos por la extrema derecha.

Millennium está integrada por tres novelas que se pueden leer de forma independiente, aunque sus protagonistas son los mismos: Mikael Blomkvist , director de una revista dedicada a investigar la corrupción, y Lisbeth Salander , una chica marginada con un extraordinario talento para la informática. Ambos, como Don Quijote y Sancho , asumen sobre sus hombres la titánica tarea de desvelar ese trasfondo sombrío de la sociedad sueca. Para ello, tendrán que enfrentarse a poderosos empresarios y al servicio secreto, que llevan a cabo oscuros manejos al margen de la legalidad.

La primera entrega de la saga es Los hombres que no amaban a las mujeres , publicada en 2005, en la Blomkvist investiga la desaparición sin dejar rastro de la sobrina de un millonario . La segunda es La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina , en la que Salander es acusada de una serie de asesinatos tras los que surge la enigmática figura de un magnate ruso. Y la tercera es La reina en el palacio de las corrientes de aire , en la que narra el viaje de Salander hacia el pasado para castigar a los personajes que han destruido su vida .

Vivir peligrosamente

Si algo se puede reprochar a las tres novelas es que incurren en un maniqueísmo en el que los buenos siempre actúan de forma desinteresada y abnegada mientras que los malos son perversos y amorales. Por ejemplo, el abogado y tutor de Salander la maltrata, abusa y la explota económicamente. Finalmente, Lisbeth hallará la forma de vengarse.

Pero Larsson es un maestro del relato que consigue atrapar al lector y no soltarle hasta la última página. La trilogía está escrita con un virtuoso in crescendo en el suspense, que le coloca a la altura de los clásicos del género . Carece de la profundidad de Mankell, pero le supera en la construcción de las tramas.

No faltó tras su muerte quien le acusó frívolamente de no haber escrito la trilogía, pero Eva Gabrielsson, su mujer, testimonió que Stieg trabajaba con una gran constancia y fluidez. Era un hombre capaz de compatibilizar el periodismo y la literatura con la militancia en diversas organizaciones filantrópicas. Vivió peligrosamente, pero su obra le ha sobrevivido.

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