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Kim Stanley Robinson: «El ser humano no es un caso perdido»

Kim Stanley Robinson, exitoso autor de ciencia ficción, nos habla de distopías, capitalismo, ecología, ciencia y de una Nueva York convertida en la Venecia del siglo XXII

Kim Stanley Robinson
Miguel Ángel Barroso

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A Kim Stanley Robinson se le coloca en la línea de sucesión de autores como Isaac Asimov, Robert A. Heinlein, Arthur C. Clarke o Philip K. Dick . Palabras mayores. Sus novelas no son simples space operas que dibujan un futuro oscuro para el ser humano en el planeta que lo vio amanecer y la inevitable colonización de otros mundos . Asuntos como la ecología, la economía sostenible, la justicia social y la ciencia impregnan una obra compleja. Su último trabajo, Nueva York 2140 (Minotauro), nos muestra una ciudad cuyas calles y avenidas se han convertido en canales por mor del cambio climático.

Mucha gente piensa que las distopías no son más que un entretenimiento literario o cinematográfico, algo que no debe tomarse demasiado en serio. Pero tras leer «Nueva York 2140» uno piensa que ese escenario descrito es muy probable. ¿Está el ser humano actuando con total irresponsabilidad?

Las distopías son una manifestación actual de la sátira, un género con un linaje muy antiguo. Se dice que el primer escritor satírico, el poeta griego Arquíloco, podía matar personas con sus sátiras. Tal vez las distopías están tratando de matar ese mal futuro que retratan. Lo de irresponsabilidad total suena demasiado fuerte. Estamos actuando irresponsablemente con las generaciones futuras y la biosfera, pero también hay una lucha para revertir la situación.

¿El mercado es un monstruo sin alma que puede llevarnos a la destrucción por culpa de una visión cortoplacista?

Sí. El mercado subestima todo. Los compradores desean adquirir bienes a un precio tan bajo como sea posible, y los vendedores mantenerse en el negocio mientras compiten con otros. Ambas partes presionan los precios por debajo de su verdadero coste de producción. Estos costes reales se trasladan a la biosfera y a las generaciones futuras, que tendrán que pagarlos, pero no es posible. Así que arruinamos el mundo por medio del mercado, que es legal en todas partes. Y no tenemos alternativas viables. Posiblemente el poder de las computadoras podría aprovecharse para tomar decisiones económicas, las estructuras impositivas podrían alterarse para crear costes reales... o tal vez necesitamos una nueva ideología.

La imagen de Nueva York como una Venecia del siglo XXII es muy potente. ¿Cómo se le ocurrió?

He visitado Venecia algunas veces, y Nueva York muchas otras. Busqué mapas topográficos que muestran las alturas alrededor del puerto de Nueva York para convertir el bajo Manhattan y los distritos exteriores en una especie de Venecia. Ya había escrito sobre el aumento del nivel del mar en mi trilogía de Marte, donde describí un Londres inundado. Quería que mi novela sobre Nueva York tratara sobre las finanzas globales; la imagen de estar bajo el agua suponía una especie de broma. Además, esas finanzas están creando las condiciones para un aumento masivo del nivel del mar, por lo que no es solo una metáfora.

Hace poco releí «1984» de George Orwell y pensé en su vigencia: hoy existe una capacidad de manipular el pensamiento y el lenguaje, con medios más poderosos de los soñados por Goebbels o Stalin, que pueden reducir nuestra capacidad de pensar y de rebelarse contra el poder. Hoy existe en todo el mundo la amenaza de nuevos totalitarismos y populismos. ¿Qué piensa de ello?

Creo que las personas son inteligentes y el lenguaje es una herramienta que se usa en todas las direcciones. Quizás realmente estamos hablando de ideología. Para Althusser, la ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia. Todos tenemos una ideología para hacer frente a la realidad. Solo vemos las cosas que encajan en el patrón que hemos creado. Hay una sensación de miedo porque no hay suficiente para todos, y esto lleva a los totalitarismos y los populismos. La gente piensa: tenemos que proteger nuestra tribu y todos los demás son enemigos. Sin embargo, nuestros problemas son globales, estamos todos juntos y necesitamos una solución solidaria. Ninguna tribu puede sobrevivir en el desastre general. El pensamiento económico dice que si todos perdemos pero tú lo haces en menor medida que tus competidores, sales ganando. En realidad eres parte de la pérdida general. En esta situación puede surgir una especie de solidaridad global, como de hecho ya ha ocurrido. El Acuerdo de París, la ONU, la OMS, incluso la OMC, estos tratados internacionales son expresiones de que tenemos que resolver el problema a nivel mundial. La ciencia apoya esta visión. Puede ser atacada o comprada por el capitalismo, pero la ciencia es el verdadero poder productivo. Esta es la gran batalla de nuestro tiempo, y no hay que pensar que está perdida.

«Ninguna tribu puede sobrevivir en el desastre general. Necesitamos una solución solidaria»

En un tiempo de engaño universal, ¿decir la verdad es un acto revolucionario?

«Verdad» no es la palabra correcta. Contar una historia que diga que el sistema capitalista es erróneo, eso es ideología, y decirlo clara y persuasivamente sería un acto revolucionario, porque las personas hacen cosas basadas en lo que creen. La idea de la revolución también se podría cambiar por «la larga revolución» no violenta que se produce a veces, como la científica.

¿Es una revolución popular y una revolución política que crea un poscapitalismo, como plantea «Nueva York 2140», una solución posible?

Nada dura para siempre, y el capitalismo, que parece eterno, es solo una forma de actividad humana. Organizamos nuestras sociedades, no hay fuerzas externas involucradas, por lo que si decidimos cambiar las cosas, podemos hacerlo. La lógica interna del capitalismo de crecimiento permanente es físicamente imposible, y hemos alcanzado los límites en nuestro tiempo. La ciencia y la tecnología ayudarán, pero la solución será de naturaleza ideológica, política y económica.

Define el Antropoceno como el momento en el que la humanidad se convierte en factor geológico de cambio y, también, el momento en que la expansión capitalista ya no puede seguir creciendo y se produce un colapso del planeta. ¿No cree en la hipótesis Gaia, de James Lovelock, según la cual la Tierra se aplica su propia medicina y sobrevivirá a pesar del daño que le infligimos?

Creo que todos los seres vivos de la Tierra se combinan para crear un supraorganismo que podemos llamar Gaia si queremos, pero es una Gaia que no tiene intencionalidad o conciencia, es decir, no «aplica medicina». No importa lo que hagamos, habrá una biosfera en la Tierra dentro de millones de años que puede no incluir a la humanidad. ¿Es esa la respuesta de Gaia? También podría llamarse evolución o acción del universo a lo largo del tiempo. Lo mejor es pensar en nosotros como elementos poderosos pero no omnipotentes de Gaia. Estamos atrapados en el resto de la biosfera. No es una distinción válida decir «humanidad» y «medio ambiente» como si los dos no fueran partes de lo mismo.

El autor firmando ejemplares de sus libros

Apocalipsis o cambio de rumbo. ¿Podemos ser optimistas?

«Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad». Gramsci escribió esto en prisión, adaptando el pensamiento de algunos escritores italianos anteriores. Tal vez el optimismo y el pesimismo no son las formas correctas de pensar en esto. Pero si hay que tener una actitud emocional, entonces podemos desplegar un tipo de optimismo enérgico, incluso enojado, para insistir en que las cosas podrían ser mejores, y trabajar para hacerlo. La forma en que planteo la dicotomía malo/bueno en nuestro futuro inmediato es la siguiente: podríamos provocar un evento de extinción masiva que perjudicará el bienestar humano, esa es la distopía. Podríamos hacer una civilización justa y sostenible, esa es la utopía. Ambos escenarios son posibles a partir de ahora, y ambos muestran signos de que están sucediendo. Hay tendencias que indican que los dos escenarios están en conflicto por el futuro de la Tierra. ¡Esa es nuestra situación! Tras una especie de siglo de emergencia, tendremos que elegir hacer las cosas correctas.

Vivimos en un planeta frágil en mitad de un desierto cósmico. ¿El consuelo es la ciencia, es Dios?

Es la ciencia. Si hay un Dios o dioses, son muy discretos. Parecen mantenerse fuera de este universo, que funciona según las leyes de la física. Tal vez esas leyes fueron determinadas por un dios, pero del universo sabemos cosas por medio de la ciencia. La ciencia también es una ideología, una relación imaginaria con la realidad, pero es diferente al resto, ya que es colaborativa y sigue haciendo preguntas y refinando sus respuestas. Pero se propone solo para comprender la situación, no va más allá ni dice qué debemos hacer con ese conocimiento. Ahí necesitamos las humanidades, la filosofía, la compasión y, por qué no, la religión en su sentido raíz de «lo que nos une».

«En este momento, el mundo es una especie de novela de ciencia ficción que todos escribimos juntos»

Cuando la Tierra sea un caso perdido, ¿la solución está en la colonización de otros planetas, como se describe en su trilogía de Marte?

No. Eso no funciona. En primer lugar, la colonización de Marte, el lugar más fácil para habitar y terraformar , llevaría unos 5.000 años, y nuestra emergencia es ahora. En segundo lugar, la Tierra nunca será un «caso perdido». Siempre habrá una posibilidad de hacerlo mejor. Por último, si tuviéramos algunos humanos fuera de nuestro planeta y un asteroide provocara una extinción masiva, ¿de qué servirían esos colonos? No tendrían biosfera, serían seres postraumáticos, no funcionarían, no solo genéticamente sino tampoco en términos psicológicos e históricos. Los humanos sin Tierra serían como cerebros sin cuerpos. Algunas personas piensan que eso estaría bien, pero están engañadas. Mire los últimos cinco minutos de Dr. Strangelove y verá la inutilidad de una población remanente sobreviviente, retratada de la manera más hilarante y horrible.

Le reformulo la pregunta. ¿Llegará el ser humano a ser un caso perdido?

No. Somos demasiado inteligentes y resistentes. Los desastres podrían suceder y los sobrevivientes sentirse «perdidos» durante un tiempo. Pero a menos que un gran asteroide nos golpee, estamos aquí para quedarnos. Esto es un pensamiento provocativo: ya que vamos a estar por mucho tiempo, ¿por qué no establecer una civilización decente?

Algunos críticos piensan que la ciencia ficción es un género menor dentro de la literatura. ¿Qué tiene que decir?

La ciencia ficción es el realismo de nuestro tiempo. En este momento es el género literario más poderoso que tenemos. Como amante de la literatura, creo sobre todo en la novela. Cualquier tipo de novela puede ser genial y ayudarnos a comprender el mundo de la manera que necesitamos. La literatura crea significado, por eso la necesitamos. Por eso es mi religión. En este momento, el mundo es una especie de novela de ciencia ficción que todos escribimos juntos. Esa es la mejor manera de describir este momento de nuestra historia. Los críticos a menudo van con medio siglo de retraso. Dicho esto, muchos críticos aman la ciencia ficción y la opinión de que es un género menor es cada vez menos común. La encuentras más entre los esnobs y, como Proust demostró, el esnobismo es una debilidad, una inseguridad o una estupidez. Ver esa actitud hoy es triste, pero aún sucede.

Escribió su tesis doctoral sobre las novelas de Philip K. Dick. ¿Es este su escritor de referencia? ¿Hay otros?

Me gusta Philip K. Dick porque las personas comunes, no los superhéroes, son protagonistas de sus novelas. Y por su oposición al capitalismo, su crítica a la corrosión de los valores humanos. También por su inmensa habilidad como novelista. Pero más importantes para mí han sido Ursula K. Le Guin, Joanna Russ, Gene Wolfe, Samuel R. Delany, Stanislaw Lem, los hermanos Strugatski... En la traducción al inglés he disfrutado con Proust, García Márquez, Carpentier, Calvino, Saramago, etc. Creo que es mejor leer ampliamente.

¿La pesadilla de un escritor de ciencia ficción es ver cumplidos sus augurios?

No para mí. Escribo ciencia ficción utópica. Intento imaginar los futuros que espero que puedan suceder, en una versión alternativa, por supuesto. Realmente el futuro está más allá de la predicción. Cualquier cosa escrita en ciencia ficción que realmente ocurra es un accidente. Ocurren accidentes, pero no son significativos.

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