LIBROS

Snowden, el espía que destapó la trama orwelliana

El exanalista de la CIA y la NSA explica en su autobiografía, «Vigilancia Permanente», cómo descubrió y por qué desveló al mundo el programa de vigilancia masiva creado por el Gobierno de EE.UU.

Snowden, en un hotel de Moscú durante una entrevista en 2015 AFP
Susana Gaviña

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Me llamo Edward Joseph Snowden. Antes trabajaba para el Gobierno, pero ahora trabajo para el pueblo. Tardé 30 años en reconocer que había una diferencia, y cuando lo hice me metí en algún que otro problemilla». Así comienza «Vigilancia permanente» (Planeta), la autobiografía de uno de los hombres más buscados -quizá ahora el más buscado después de la muerte de Bin Laden- por el Gobierno de EE.UU.

Edward Snowden (Carolina del Norte, 1983), con tan solo 29 años

Portada del libro «Vigilancia permanente» (Planeta)

y tras haber sido analista de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) durante siete años, realizó una de las revelaciones -filtraciones- de inteligencia más importantes de la historia: la existencia de un sistema de vigilancia indiscriminada creado por el Gobierno de EE.UU . Un sistema que le permitía espiar, sin autorización, las comunicaciones electrónicas y telefónicas de millones de personas de todo el mundo, incluidos los mandatarios de las principales potencias (sus informaciones destaparon que había sido espiado el móvil personal de la canciller Angela Merkel ).

Un viaje sin retorno

Aquellas filtraciones, que publicaron «The Guardian» y «The Washington Post», acabaron con la carrera y llevaron al exilio indefinido a Snowden, pero también expusieron a la luz pública algunos de los programas más secretos y controvertidos de EE.UU., que ante las evidencias (Snowden filtró miles de documentos) tuvo que admitir sus existencia, y que ha permitido que algunas legislaciones hayan limitado su alcance.

Seis años después, el exanalista ha decidido contar su historia, su verdad sobre cómo y cuándo conoció la existencia del programa de vigilancia masiva, el problema moral que supuso para él, y por qué decidió dar aquel paso que le llevó a realizar un viaje -sin retorno- a Hong Kong en mayo de 2013.

A lo largo de más de 400 páginas, Snowden relata en «Vigilancia Permanente», con un estilo a veces un tanto naïf, sus orígenes familiares (desciende de los Padres Fundadores de EE.UU.) y la dedicación de parte de su linaje a servir al país, lo que parecía abocarle a él al mismo destino.

En esta primera parte del libro (sobre el que tras la publicación ha recaído una demanda del Gobierno estadounidense), quizá lo más reseñable son aquellos datos que revelan la innata necesidad de Snowden por rebelarse ante el poder (hackeó los relojes de su casa cuando tenía apenas seis años para retrasar su hora de acostarse). Una constante que se repite en su biografía.

Snowden se retrata como un niño -y después un joven- obsesionado por los ordenadores, con escasas dotes para las relaciones sociales (su primer gran amor fue un Compaq Presario 425), dejando de lado las obligaciones escolares (ingresó en la CIA sin haber aprobado secundaria). Fue su extraordinario talento para entender y manejarse en un mundo emergente, el de Internet, lo que marcaría su futuro.

El punto de inflexión en la vida de Snowden fue el mismo que marcó a todo un país: los atentados del 11-S . A nivel personal, aquella tragedia lo llevó a ingresar en el Ejército, aunque la experiencia duró poco debido a un accidente. Por su parte, el Gobierno de EE.UU. emprendió una lucha contra el terrorismo que se tradujo en la aprobación de la Patriot Act. Una ley cuyo título segundo se refiere a la necesidad de mejorar la vigilancia mediante el uso de la tecnología, otorgando poder de vigilancia a las agencias gubernamentales. Es ahí donde Snowden encontró el lugar donde capitalizar sus habilidades, trabajando como técnico en la Comunidad de Inteligencia de EE.UU., embarcada en reestructurar sus comunicaciones en todo el mundo.

Leal a la Constitución de EE.UU.

Con poco más de 25 años, el analista disfrutaba de un buen salario, un trabajo fascinante con un alto nivel de acceso, viajes y una novia. Parecía que había tocado el cielo. Al menos hasta que descubrió algunos de los programas más secretos del Gobierno (PRISM y xkeyscore), que para Snowden contradecían la Cuarta Enmienda de la Constitución de EE.UU. a la que había jurado lealtad -y no así al Gobierno, como puntualiza en el libro-. Su trabajo violaba los juramentos que había prometido defender. «Todos los días me atormentaba la misma batalla cuando intentaba conciliar sin éxito lo moral y lo legal, mis deberes y mis deseos». Ahí está el por qué de su decisión, que lo convirtió en traidor ante el Gobierno de EE.UU.

A continuación aborda la que es quizá la parte más árida del libro, explicar el funcionamiento y alcance de estos programas. La descripción de su capacidad para entrar en cada rincón de nuestras vidas sin ser conscientes de ello resulta aterrador. Más trepidante resulta su relato sobre cómo logró extraer los documentos sin ser descubierto y planeó su huida de Hong Kong, con la ayuda de Sarah Harrison , tras las revelaciones. Una huida interrumpida -su destino final era Ecuador- que le dejó varado en Rusia (27 países le negaron el asilo).

Snowden, acompañado por Sarah Harrison (primera por la izquierda) , asesora de WikiLeaks, y su abogado ruso Anatoly Kucherena, abandonan el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú,tras pasar seis semanas en él varados. El 1 de agosto de 2013 el analista de la CIA y de la NSA recibió asilo en Rusia REUTERS

«Vigilancia Permanente» no es solo la historia de Snowden, es también un recordatorio para estar alerta , porque si bien se han producido cambios en las legislaciones tras su denuncia, los cambios tecnológicos siempre van por delante, y debemos cerrar bien las puertas.

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