LA VIDA EN NEGRO

Maj Sjöwall y Per Wahlöo, voces disonantes en el paraíso

Esta pareja de escritores diseccionó la sociedad sueca en «Los terroristas», una novela de carácter profético publicada en 1975

Maj Sjöwall y Per Wahlöo
Pedro García Cuartango

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Maj Sjöwall abandonó la literatura en 1975 tras la muerte de Per Wahlöo de un fulminante cáncer. Acababa de aparecer en las librerías Los terroristas , que iba a ser su último y más brillante trabajo. Sjöwall decidió entonces dejar el género negro para dedicarse a cuidar a los dos hijos que había tenido con Wahlöo, nueve años mayor que ella.

En una de las largas conversaciones que mantuve con la autora sueca hace algún tiempo, me contó que e sta novela fue escrita en Fuengirola en el invierno de 1974 . Tardaron tres días en atravesar Europa de norte a sur en su coche y se albergaron en la casa cedida por unos amigos junto a la playa.

Un buen día decidieron cruzar el Estrecho para conocer la ciudad de Tánger antes de regresar a Estocolmo. Un policía marroquí les detuvo en la frontera y les hizo abrir el maletero. Había un viento considerable, lo que provocó que volaran por el aire los cientos de hojas del manuscrito de Los terroristas . Al final lograron recuperar su trabajo.

Sjöwall y Wahlöo escribieron diez novelas, una por año , en el periodo comprendido entre 1965 y 1975 . Algunas fueron llevadas al cine. Todas ellas han sido reeditadas por RBA, que las tradujo del sueco, ya que anteriormente sólo se disponía de versiones en castellano de la edición inglesa.

Leí sus primeras novelas en los años 70 y quedé fascinado por la personalidad del inspector Martin Beck , un honrado y tenaz policía que lucha contra la corrupción del sistema. Es un hombre melancólico, poco hablador, con tendencia a beber y con problemas con su pareja. Beck es el protagonista de Los terroristas y de las otras nueve novelas precedentes.

No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de las similitudes de Beck con Kurt Wallander , el detective de Henning Mankell . No es una casualidad ya que Mankell siempre reconoció la gran influencia que ejercieron Sjöwall y Wahlöo sobre su obra, a los que considera como los padres de la novela negra en Suecia.

Los terroristas es, en cierta forma, una obra profética porque narra los esfuerzos de una banda internacional de ideología fascista que intenta minar la convivencia en el país. Beck es encargado por sus jefes de proteger la vida de un importante senador estadounidense durante una visita oficial a Estocolmo. Pero su tarea no es fácil porque las presiones políticas , las divisiones de los mandos policiales y el acoso de los medios crean un ambiente enrarecido que desembocará en una tragedia.

Hay en la novela una corrosiva crítica social en la que quedan retratadas las contradicciones del mítico modelo de vida sueco, aparentemente igualitario, pero que oculta, según los autores, la corrupción de las clases dominantes y un profundo cinismo.

Es importante subrayar que sus dos autores eran militantes del Partido Comunista sueco y que concibieron sus creaciones como un instrumento de denuncia de una sociedad que era percibida en el exterior como ejemplar pero que funcionaba con valores capitalistas, relegando a la pobreza a las minorías.

Mecanismo preciso de relojería

Los terroristas es, sin duda, una de las mejores novelas de suspense del siglo XX , con el ritmo implacable de un mecanismo de relojería y unos personajes que adquieren en algunos momentos un perfil dostoievskiano. Al releer de nuevo la obra, he encontrado un cierto paralelismo en la trama con Los demonios , la genial creación del escritor ruso al que admiraban estos dos autores suecos.

Tras varias décadas de olvido, los relatos de la pareja vuelven a ser leídos no sólo en Suecia sino en otros países como España, donde Sjöwall ha adquirido una cierta notoriedad. «Mis novelas son ahora mucho mejor valoradas que en los años 70», comenta.

En la última ocasión en la que me encontré con ella en 2013 en Barcelona, mientras comíamos en un restaurante en el puerto, se volvió hacia mí y me quitó las gafas. Las limpió meticulosamente con un paño y me las devolvió: «Así usted verá mejor» .

Me pidió que fuera a visitarla a su casa de Estocolmo y que cocinaría un estofado de carne, que es su especialidad. Y me prometió que me llevaría a los escenarios de sus novelas, todas ambientadas en la capital sueca. Sjöwall ha cumplido 84 años, su salud se ha deteriorado, pero sigo pensando en coger un avión y decir adiós a esta mujer que se atrevió a ser una voz disonante en el paraíso sueco.

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