ARTE

El salto al vacío de Ángeles Marco en el IVAM

El IVAM de Valencia monta una magnífica exposición que revisa la trayectoria de la artista valenciana

Detalle de «Desembocadura» (1986)

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El proceso creativo de Ángeles Marco (1947-2008) tiene algo de «reciclaje» conceptual, conformando una revisión de múltiples perspectivas con respecto a las maneras del habitar, construyendo formas que recuerdan escaleras, rampas, pasillos, ascensores o puentes. Uno de los núcleos más poderosos dentro de su producción es la serie «Salto al vacío» (1986-1989), en la que aparecen palancas o pértigas desafiantes, formas que llevan, según la propia artista, hasta un territorio desconocido y sobrecogedor , «haciéndonos vulnerables, víctimas de nuestro propio vuelo imaginario». Se trata no tanto de alegorizar el suicidio cuanto de subrayar la liberta de elección en la experiencia vital, la extraña seducción que nos lleva a «desear la caída».

El componente existencial

Sin duda, hay en la obra de Ángeles Marco un fuerte componente existencial, como se pone de manifiesto en el retorno obsesivo de ideas como las de vacío, caída, desequilibrio o desplazamiento . La magnífica exposición de revisión de su trayectoria que ha montado el IVAM se abre con el vídeo de 1999 en el que se «incrustó» en un pasaje de la película Vértigo , de Hitchcock, justamente cuando el protagonista está colgado de un canalón, a punto de precipitarse al vacío. Junto a esa a sunción escultórica del vértigo y la angustia , Ángeles Marco también realizó una intensa meditación sobra la cuestión del «tránsito» desde posturas neoestructuralistas, tomando en cuenta a teóricos como Paul de Man o Jacques Derrida, que, para ella, vendrían a «romper con el principio lógico de no contradicción, utilizándolo al mismo tiempo».

Podemos considerar los planteamientos de Ángeles Marco en la estela del Postminimalismo, acentuando la dinámica de generar diferencias a partir de la repetición de elementos. Los materiales que tendía a utilizar manifestaban una gran crudeza (asfalto, hierro, plásticos, caucho), y sus instalaciones huían decididamente de cualquier tonalidad esteticista. Uno de los asuntos fundamentales en el imaginario de esta extraordinaria escultora era la presentación de la «imagen de una idea» , lo que denominaría «inversión del platonismo» : lo real no es la sombra de algo que existe transcendentalmente, sino que, en el principio, lo que hay es tachadura, suplementariedad en clave deconstruccionista.

En su exposición en el Centro del Carmen, también en Valencia (1998), la pieza más imponente era un andamio ( Testigos auxiliares , de la serie «Suplemento al vacío»), que parecía estar a punto de caer por tierra, aunque también podía entenderse como una alusión a la necesidad de apuntalar nuestra vida , esto es, de resistir en los peores momentos.

Ahora en el IVAM se cierra el recorrido con la maleta metálica que se columpia por encima de nuestras cabezas desperdigando una risotada inquietante. Ángeles Marco nos mira con una sonrisa burlona, una ceja dibujada como si encarnara la tarea del clown . En toda su estética hay una preocupación por el lugar del sujeto o, como dijera Román de la Calle , la «presencia humana se halla como agazapada y a la espera». Recordemos que en la película Vértigo , una mujer intenta parecerse a otra que ha muerto. Marco encarna, por tanto, una suerte de retorno de lo reprimido , su obra nos precipita -en todos los sentidos- en los más intensos dramas existenciales, y esa mirada suplementaria vuelve a hacerse presente como testimonio de un hondo compromiso formal y conceptual.

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