Emilia Pardo Bazán (1851-2021) fue, siempre, una mujer de armas tomar. En su vida, protagonizando capítulos personales memorables, que bien podrían dar para una novela, con su parte de misterio, incluso, dado el paradero desconocido de las encendidas cartas de amor que Benito Pérez Galdós, su ‘miquiño’, le mandó. Y en su obra, escribiendo algunas de las páginas más célebres de la historia reciente de la Literatura española. Entre lo poco que se le resistió en vida fue la entrada en la Real Academia Española (RAE), aunque se murió convencida de que «algún día» las mujeres se sentarían en los sillones de la Docta Casa «por derecho propio».
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