Cinco minutos de gloria
De risas e ignorantes: una semana iconoclasta en el arte, el cine y la literatura
Noto una agresiva inquina en las redes sociales si no comulgas al 100 por 100 con Scorsese
Nunca me ha gustado el plátano, por mucho que lo recomendara el simpático oso Baloo en una de las películas de mi infancia, El libro de la selva . Tampoco me agrada el que inmortalizó Warhol para la , fruta ya madura y pasada. Luego imaginen lo que pienso del que ha sacado de la cesta de la compra el artista italiano Maurizio Cattelan en ArtBasel Miami y con el que hemos desayunado, comido y cenado en los últimos días. En una extraña conjunción de personajes iconoclastas, también saltó a escena el Nobel Peter Handke con una de esas frases que desde ahora mismo he decidido enmarcar en mi decálogo: «La risa despectiva proviene de la ignorancia» . Pese al premio, el escritor austriaco no deviene en santo de mi devoción, pero sentencias como esta me dan que pensar. Y la voy a sacar de paseo cuando me sienta atacada por algún agente de lo políticamente correcto.
Está claro que vivimos tiempos oscuros, propicios para la mueca retorcida y neobarroca del Joker . Joaquin Phoenix lo borda en esta película que me ha inquietado más en sus paralelismos con la esquizofrenia contemporánea que los mafiosos en su senectud de El irlandés . Dicho esto, puede que algún purista me pegue un tiro apostado en la ventana francotiradora de Twitter, porque noto una agresiva inquina si no comulgas al cien por cien con la última obra de Scorsese . Si en lugar de encandilarte sus tres horas y media, te quedas con hora y tres cuartos y lo confiesas y argumentas, date por acribillado tuit tras tuit. Menos mal que en mitad de esta agitada semana, llegaron los candidatos a los Globos de Oro, Hollywood con su maquinaria cinematográfica, para mediar en el asunto: papá Scorsese se ha quedado en el banquillo; Almodóvar avanza firme hacia los Oscar , se ha abierto en canal y le renta, e Historia de un matrimonio , de Noah Baumbach , corrobora que pueden resultar más mortales los tiros de gracia en el seno de una pareja que las ráfagas mafiosas. Aniquilarse hasta morir en el desamor.
