La tradición y la modernidad conviven sin demasiados problemas en Hong Kong. En la imagen, un actor de la Compañía de teatro clásico chino delante de las obras del Xiqua Centre, dentro del complejo «westKowloon»
La tradición y la modernidad conviven sin demasiados problemas en Hong Kong. En la imagen, un actor de la Compañía de teatro clásico chino delante de las obras del Xiqua Centre, dentro del complejo «westKowloon»
ARTE

Postales desde un Hong Kong «startup»

Hace unos días se celebraba ArtBasel Hong Kong, térmometro del mercado del arte. Más allá del espectáculo «ferial», la ciudad del sudeste asiático encabeza un modelo de gestión cultural -y económica- de apoyo al talento. Inversión de futuro

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Españoles por el mundo

Jorge es de Vitoria y tiene treinta años. Me lo encuentro, sin previo aviso, en un espacio que se llama Design Incubation Programme («Programa de incubación de diseño»). El concepto incubación viene como anillo al dedo a la filosofía de este proyecto y, de manera más extensiva, a la de Hong Kong y su política de apoyo a la creatividad como potencial económico. Incubar equivale a cuidar desde muy pequeño para que se haga grande, y de ahí, a devorar el mundo. Los virus se incuban y la cultura resulta un virus muy activo y eficaz en esta ciudad de siete millones de habitantes que presume de ser cosmopolita gracias a su pasado británico y por encima de su presente chino (el 1 de julio de 1997 retornó a la «tierra madre», como ellos dicen a la maniera oficial, pese a que preservan sus privilegios y rasgos distintivos).

La «incubadora» donde trabaja Jorge se localiza en el Hong Kong Design Center y tiene las dimensiones de una habitación-cápsula experimental: una oficina muy pequeña, cuya respiración asistida se enchufa directamente al pulmón del talento. Se trata de un estudio de arquitectura, de nombre XLMS, que dirige otro «joven» de origen hongkonés, Ian Hao.

En otra de las incubadoras (el centro está lleno de ellas y de compañías startup que se cobijan y nutren allí), localizamos Creote studio. Roy Lo, su director, nos enseña de qué va lo suyo y en qué puede sorprender o innovar en este planeta de futuribles tecnológicos. «Flying ideas», leemos en la letra pequeña de su tarjeta de presentación. Las ideas, y las imágenes vuelan hacia una luna de miel en la aplicación que ha inventado su equipo. Gracias a ella podemos ver qué sucedería en la escena que se refleja en una foto, en una infografía, en un plano...: cómo evoluciona del clásico instante detenido al movimiento. Nos muestra un ejemplo, la invitación de una boda (la del propio Roy Lo). Acerca el cartón con sus letras y adornos recargados a la tablet. Aparece, por arte de esta magia, el álbum de fotos en la pantalla. Primera, los novios tiesos y posando. Con solo acercar de nuevo el scan a la invitación de papel, arranca el vídeo de la boda: acción, movimiento… el beso. ¡Corten!

Aquí se incuba… Y la realidad dispone los virus startup, que sobreviven o no.

Libertad, divino tesoro

Hong Kong está acostumbrada a volar en libertad y a tomar la cultura por bandera reivindicativa. No deja de sorprender, tal y como están los tiempos a catorce horas de vuelo, que encontremos en la cartelera expositiva de la ciudad la muestra titulada Ambiguously Yours. Gender in HK Popular Culture. Por poco inglés que uno entienda o quiera entender, esto va de los asuntos de género y de identidad que en las décadas de los ochenta y noventa aquí germinaron sin mayores conflictos. Como sería muy largo de narrar, cojamos solo el caso del director de cine Wong Kar-wai y su película Chungking Express. Pese a que suene a marginal el movimiento, en absoluto lo es porque aquí nunca lo ha sido ni tiene visos de que lo vaya a ser. El espacio donde se reúne esta ambigua y abigarrada iconografía cultural y social (plumas, maquillajes...) responde al nombre de M+Pavillion, situado dentro de un grandioso proyecto denominado west-Kowloon. En HK se desarrollan alrededor de 40.500 industrias relacionadas con el ámbito cultural o creativo sin otra discriminación que la creatividad. Todas ellas dejan alrededor de 110.000 millones de dólares hongkoneses en 2015, que representan el 5 por 100 del total de la economía de la ciudad. Además del diseño, el cine es uno de sus sectores de referencia. Ahí tienen a Wong Kar-wai como cartel más internacional, pero hablamos de 300 millones de dólares invertidos en Film Development Fund (FDF) y están encantados de darle rienda suelta a todo lo que germine bien en una incubadora y se expanda cual virus.

Cómic de carne y hueso

HK puede ser una de las tierras prometidas del cómic. Andy Chan figura como uno de sus héroes y lo encuentras a tamaño real en la Avenida de las Estrellas del Cómic, junto a otros personajes para mí desconocidos. En una de las salas próximas al Centro donde se celebra ArtBasel (la feria de arte más importante del mundo) Hong Kong, un jolgorio exagerado y contagioso resume la pasión por el género -otro virus cultural que coloniza el mundo a golpe de millones- que sienten grandes y pequeños mientras juegan a Angry Birds. No lo hacen en una pantalla, sino en la vida real. Hombres y mujeres de edad madura toman el pajarraco de peluche en sus manos, lo colocan en un tirachinas y a volar. Risas y aplausos.

A menos de cinco metros, el artista Cai Guo-Quiang, la traca final de Miguel Zugaza para este otoño en el Museo del Prado, presenta un documental sobre su vida y obra. Risas y aplausos. Se le idolatra. Unas adolescentes casi me pisotean entre gritos histéricos al intentar acercarse y hacerse una foto con él. Solo quería decirle que «see you soon» en el Salón de Reinos del Prado. «Congratulations» por él y por nosotros. Él también es una industria cultural en expansión. Una traca de feria en cuyo documental afirma -sin despeinar su testa rapada y delante de su abuela- que ¿por qué no va a ser él como Picasso?

Dinero llama a dinero. Arte llama a arte

Junto con Londres y Nueva York, Hong Kong se come el pastel -rico, rico- del mercado del arte. 30.000 coleccionistas visitan la sede que montó la franquicia ArtBasel en esta bahía hace unos años, después de Basilea y Miami. Cuenta el Art Newspaper en su portada que el objetivo es atraer a la clase media china como posible compradora. Multipliquen por miles y ganarán. Los pasillos de la feria parecen el metro en hora punta. Las colas de público normal y corriente para entrar resultan interminables. Y nadie parece que se ofenda como sucede por otros lares más familiares (digamos ARCO, Madrid). Me pregunto qué sentiría y pensaría si yo fuera un artista y mi obra solo se viera como un objeto que captar en la pantalla del móvil, de miles de móviles, de miles de miradas de ojos rasgados. ¿Me importaría poco si vendiera un cuadro por 45.000 dólares, como es el caso de un Sicilia aquí atisbado? ¿Me importaría aún menos si fuera Alex Katz, cuyos lienzos se utilizan como fondo, cual papel de pared, decorado, de una y mil fotos? Dinero llama a dinero y arte llama a arte. La fina línea que los separa aún se puede transitar pese a los pisotones.

Hacie el futuro. Plataforma de despegue

Las antiguas viviendas de la policía, situadas en el llamado SoHo de Hong Kong, ahora acogen otras incubadoras dedicadas el diseño de moda, al arte... El proyecto se denomina PMQ (Police Marriage Quarters), cuyas exposiciones han sido visitadas en dos años por 9 millones de personas. Todo muy británico, lo cual permite entender ese toque extravagante en la creación hongkonesa. Aquí no se inventó la minifalda, pero pudiera haber sucedido. En el que fuera un edificio de la Armada británica, depósito de explosivos, se encuentra el Asia Society HK Center, un Museo de arte contemporáneo donde la exposición Breathing Espace reúne la obra de once artistas locales, cuyas reflexiones sobrevuelan por la eterna nube (de humedad y humos) que cubre la urbe: de la contaminación al urbanismo, sobre el pasado y el futuro...

Son artistas de aquí, pero bien pudieran haber nacido en cualquier otra parte del mundo. No hablemos de globalización, pero sí. En una «esquina» de esta bahía empieza a crecer el westKowloon, una ciudad de la cultura con un teatro para cada cosa y una cosa (edificio) para cada teatro, de la música a las artes escénicas, hasta un museo. Se inaugurará por fases en los próximos años. Hay arquitectos estrella (Herzog & de Meuron) y mucha inversión privada. A menos de una hora de tren se encuentra Shenzhen, donde el Victoria & Albert Museum de Londres abrirá sede este otoño. El imperio británico no ha muerto. Hong Kong sabe incubar su pasado y su futuro startup.

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