CINE

«El planeta de los simios», un final insuperable

La adaptación del libro de Pierre Boulle, en la que solo creía Charlton Heston, cumple 50 años enriquecida por el tiempo

La silueta de la corona de la Estatua de la Libertad anticipa el demoledor final de la película
Federico Marín Bellón

Esta funcionalidad es sólo para registrados

« El planeta de los simios » fue la primera película a la que jugué. La descubrimos un sábado por la tarde en la tele y el domingo ya estábamos repartiendo los papeles. El final nos dejó perturbados. Era brillante, de una sencillez y eficacia abrumadoras . Hasta los niños comprendíamos lo que significaba aquella Estatua de la Libertad semienterrada.

Como ocurre a menudo con las mejores ideas, no se sabe con certeza quién fue el padre. Demasiados aspirantes, sobre todo a posteriori. El único que se desmarcó fue Pierre Boulle , autor de la novela, que empezó siendo crítico y acabó por admitir la genialidad. Nadie confiaba en la adaptación. Charlton Heston se pasó tres años y medio con el guion en la mano . ¿Una película con monos que hablan y cohetes espaciales? Las risas se oían en todo Hollywood, ese lugar del que William Goldman dejó dicho que «nadie sabe nada».

Matar a Heston

Nueve películas, dos series y varios libros y cómics después parece que la idea no era tan descabellada. «La Planète des singes» fue publicado en Francia en 1963, obra de un excombatiente condecorado que pasó dos años en un campo de concentración . Ya había escrito « El puente sobre el río Kwai », que David Lean transformó en obra maestra una década antes.

La cinta sobre el sorpasso de los simios a los humanos se estrenó en la víspera del asesinato de Martin Luther King . Un detalle simbólico y preocupante, pero la taquilla no se resintió, en gran medida por el final. Se discutieron varios desenlaces y ganó el favorito de Heston , entre otras cosas porque su personaje moría en los otros. Taylor (Ulises en la novela) también logra huir con la chica en el libro. Ambos vuelven a la Tierra y comprueban que ha ocurrido el mismo fenómeno evolutivo: los simios nos gobiernan (ahorraremos al lector los chistes más fáciles). En otra vuelta de tuerca que no llegó a la pantalla, Ulises deja un mensaje en una botella espacial que acaba en las ocho manos de una pareja de chimpancés. Estos descartan la verosimilitud de la historia; no se creen que un humano fuera capaz de escribirla .

Los desnudos, la zoofilia, la mención a Dios y el pelo «comunista» de los disfraces debieron pasar la censura

En algún borrador, al protagonista lo mataba un francotirador simiesco justo después de descubrir la estatua. Lo mejor es que Nova estaba embarazada, con lo que se dejaba abierta la continuación . Si daba a luz a una persona desarrollada, la especie seguiría viva. Si no… La variante fue descartada porque a los ejecutivos les parecía zoofílica , dado que la chica no era completamente humana (aunque su aspecto era excelente, luego hablaremos de ella).

No era el único detalle capaz de activar el mecanismo censor. De hecho, la película supone el primer desnudo de Charlton Heston , quien insistió en que debían aparecer así para parecer más salvajes a los civilizados simios. Es curioso que tuvieran más cuidado en esconder la anatomía de las chicas, incluida la protagonista, Linda Harrison , quien logró el papel por una serie de circunstancias: porque Ursula Andress y Raquel Welch lo rechazaron, porque había sido Miss Maryland a los 16 y, por encima de todo, porque era la amante del productor Richard D. Zanuck . Ambos se casaron después y tuvieron dos hijos, bastante humanos, en los diez años que duró su matrimonio. Volviendo a los roces con la censura, los primeros guiones eran demasiado políticos , por lo que a todos les pareció bien que cobrara peso su vertiente de ciencia ficción. En plena guerra de Vietnam, 20th Century Fox no quería echar más madera a ese incendio.

Tribunal maccarthista

Rod Serling fue el guionista original, aunque la adaptación era tan compleja que llamaron bajo cuerda a Michael Wilson, víctima de McCarthy . El escritor recurrió a sus experiencias, sobre todo en la escena surrealista del juicio, en la que a Taylor no es acusado de nada y a la vez está claro que será condenado. Pero el mayor reparo que tuvo que superar «El planeta de los simios» fue justo su final, cuando Heston maldice a los hombres y mienta a Dios, probablemente en vano, por haber permitido todo . El último escollo de la corrección política y moral, de origen capilar, fue el más sorprendente de todos. Para los disfraces de mono fue necesario importar grandes cantidades de pelo asiático, mucho más resistente que el americano o el europeo. Rechazado el cabello chino por comunista, al final se trajo de Corea.

Hay más curiosidades. Ingrid Bergman nunca se arrepintió lo suficiente de no haber aceptado un papel , aunque luego el rodaje en Arizona fue tan duro que varios actores y el director, Franklin J. Schaffner , llegaron a desmayarse. Con buen criterio, las secuelas no se rodaron en verano. Blake Edwards estuvo a punto de dirigir la cinta. Quizá se quedó con hambre animal, porque se desquitó con la serie sobre la Pantera Rosa.

La cinta se estrenó en la víspera del asesinato de Martin Luther King, un detalle simbólico

También merece un aplauso el maestro de los efectos especiales John Chambers , quien ganó un Oscar honorario. No pudo llevarse el «de verdad» porque el premio en la categoría no se creó hasta 1981. Se lo dio Walter Matthau , acompañado por un chimpancé vestido de pingüino. No menos trabajo tuvieron las decenas de expertos en maquillaje , cuya acumulación causó retrasos en el resto de producciones de aquel año.

Un último apunte: estaba previsto que la ciudad de los simios fuera más avanzada, con coches y electrodomésticos, pero resultó más barato atrasarles el reloj un poco. El director de arte, William Creber, se inspiró en Gaudí y en las ruinas de Capadocia para diseñar su entorno. Jerry Goldsmith , por aquel entonces un desconocido, puso el último lazo con su música .

En el 30 aniversario hicieron una proyección para los gorilas del zoo de Santa Bárbara . No la entendieron, porque no consta ninguna iniciativa similar con el medio siglo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación