LIBROS

Philip Roth, americano, judío, hombre

El escritor, recientemente fallecido, nos legó una extensa obra basada en la contradicción entre las pulsiones humanas y las convenciones sociales

El escritor norteamericano Philip Roth
Pedro García Cuartango

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Philip Roth se ha ido de este mundo sin ver satisfecho el último deseo que le quedaba tras décadas de homenajes, premios y reconocimientos: el Nobel de Literatura. Murió en Nueva York en la madrugada del miércoles tras fallarle su débil corazón cuando tenía 85 años. «Todos los talentos tienen sus límites, su alcance y su fuerza. Pero también su final», declaró a «The New York Times» en su última entrevista en enero, en la que se reconocía a dentrando en «el Valle de las Sombras». Confesaba que levantarse cada día le parecía un milagro: «Sobrevivir cada noche es un éxito. Pensarlo me hace sonreír. Me encanta seguir vivo. Veremos cuánto me dura la suerte».

Nacido en una familia judía en Newark, a pocos kilómetros de Nueva York, su padre era un ejecutivo de Metropolitan Life, que abandonó tras ser marginado por su estricta observancia religiosa. Su madre dedicó todo su tiempo a educar a sus hijos, aunque Roth se quejaría en su madurez de que en su casa sólo había tres libros pese a lo cual decidió estudiar inglés y luego literatura en Chicago.

El sexo y la escritura

Roth era un vitalista marcado por dos obsesiones: el sexo y la escritura. Por eso la novela que mejor refleja su personalidad es « El lamento de Portnoy» (1969), en la que un joven judío, muy apegado a su madre, da rienda suelta a sus obsesiones masturbatorias y sus dificultades para ser comprendido por las mujeres. La obra fue acogida por algunos críticos como una provocación de mal gusto, especialmente por su condición de judío de origen ucraniano.

«No me gusta que me digan que soy un escritor judío. Soy simplemente americano», apostillaba Roth, que creó el personaje de Nathan Zuckerman como una especie de «alter ego» desde el que analizaba y fustigaba el «American Way of Life», un estilo de vida en el que la prosperidad y el culto a lo material sólo contribuían a agudizar las frustraciones íntimas de los individuos .

En «La mancha humana», una de las tres novelas de su «Trilogía Americana», Zuckerman narra cómo la carrera de un profesor se viene abajo al ser acusado de racismo por una expresión desafortunada que choca con lo políticamente correcto. La confrontación de lo que uno siente y desea con las convenciones sociales constituye el motivo central de la obra de Roth, que en 1985 apuntaba que sus libros giraban en torno «a la tensión entre el hambre de libertad personal y las fuerzas de la inhibición».

Aunque su manera de escribir distaba mucho de la de su amigo Saul Bellow , existe un gran paralelismo entre los protagonistas de sus obras, en las que abundan los varones blancos judíos, siempre interesados por el sexo, el dinero o la política y que fracasan con las mujeres. Ambos eran también escritores urbanos y querían reflejar la realidad cambiante de la sociedad americana.

Quiso profundizar en ese lado oscuro, en esos demonios que se agitaban en su interior

Roth estuvo casado con Margaret Martinson , a la que conoció cuando daba clases en Chicago y mantenía una estrecha amistad con Bellow. Margaret se caracterizaba por una personalidad autodestructiva y la tormentosa relación duró cuatro años. Se separaron en 1963. Ella murió en un accidente de coche en 1968. Su exesposa inspiraría novelas como «Mi vida como hombre», escrita pocos años después de su trágico fallecimiento. Nada volvería a ser igual en Roth, que atravesaría una fuerte depresión en los años 80.

Ello no le impidió seguir con su brillante carrera literaria, acumulando premios como el Pulitzer, el National Book Award en dos ocasiones, el PEN / Faulkner, el Booker, la Medalla Nacional de las Artes y el Princesa de Asturias en 2012. Siempre fue un escritor muy valorado por la crítica , de suerte que, en una encuesta realizada por el suplemento literario del «Times», seis de los 22 mejores libros publicados en el último cuarto de siglo eran suyos. Ningún autor ha tenido tanto reconocimiento en vida.

Mucho aún por ofrecer

Cumplidos los 60, y cuando muchos creadores pierden su inspiración, Roth escribió «Pastoral americana» y «Me casé con un comunista», trabajos en los que late una profunda inquietud política y en los que aborda el deterioro del sueño americano. Roth era un estudioso de la Historia de EE.UU., tema que aparece en algunos de sus ensayos.

Igualmente está casi siempre presente en su trayectoria la reflexión sobre la condición judía en la sociedad americana, en la que es fácil captar un choque de los valores del puritanismo en los que el autor había sido educado con la libertad sexual de los años 60. A pesar de que se enfadaba cuando le preguntaban sobre la influencia del judaísmo en sus libros, la literatura de Roth no se puede entender sin sus orígenes y sin su vinculación a esa cultura.

Roth nunca fue cuestionado por su talento, pero muchos le acusaron de ser machista y egocéntrico , de crear un universo expresión de sus propios prejuicios. «Bellow y Updike dirigieron sus focos hacia el mundo para contar como era. Yo cavé un agujero en el suelo y dirigí mi mirada hacia él», declaró. Sus palabras son buen resumen de su obra porque siempre quiso profundizar en ese lado oscuro, esos demonios que se agitaban en su interior y que exorcizó a través de la escritura.

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