LIBROS

La pasión española de Orson Welles

Fascinante novela donde Agustín Sánchez Vidal aborda al genial cineasta, sobre todo su relación con España y con la figura de Don Quijote

Orson Welles con el torero Antonio Ordóñez
Carmen R. Santos

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«A menudo se acuesta hecho un don Quijote y se despierta convertido en Sancho Panza. [...]. La escena que todavía reverbera en su duermevela se parece a la que él rodó hace muchos años». Quizá a nadie como a Orson Welles le obsesionó el caballero andante. No pudo cumplir su sueño de terminar su «Don Quijote», pero el anhelo por concluirlo -le llamaron «la Penélope de la moviola»-, le acompañó durante toda su vida. Igual que su pasión por España. Ambos elementos aglutinan esta novela que nos regala el escritor, catedrático y guionista Agustín Sánchez Vidal.

Su hilo conductor es la investigación que emprende la periodista Barbara Galway -a modo de un Jerry Thompson en «Ciudadano Kane»-, quien se propone escribir una biografía sobre Welles, tras su encuentro con él en una fiesta de Spielberg, al que Welles ha pedido financiación para su película sobre el personaje cervantino.

Caleidoscopio

Las conversaciones entre este y la periodista, repletas de la ironía del genial cineasta, nos van revelando su compleja personalidad y los entresijos de sus filmes y vinculación con España -no olvidemos que sus cenizas reposan en la localidad malagueña de Ronda-, y de una industria que siempre le contempló como un «outsider».

Paralelamente, se recoge parte del guion de «Don Quijote» y asistimos a las entrevistas que Barbara realiza a diversas figuras relacionadas con Welles,incluyéndose también testimonios a través de diarios, cartas... Así, oímos las voces de John Houston, Charlton Heston, Gore Vidal, María Asquerino, Pasolini, Delibes, Jesús Franco -que se encargó, ya fallecido Welles, de montar «Don Quijote»-, y Buñuel, entre otras muchas. Multitud de anécdotas se recogen en este fascinante caleidoscopio donde emerge un inmenso Orson Welles con esa mezcla única de incontenible vitalidad y un punto autodestructivo.

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