LIBROS

Una nueva aventura del detective Fernando de Rojas

En «El manuscrito de aire», Luis García Jambrina nos ofrece otra entrega de «los manuscritos», su exitosa serie de «thrillers» históricos

El escritor y profesor Luis García Jambrina
Juan Ángel Juristo

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El profesor Luis García Jambrina (Zamora, 1960), estudioso de la Generación del 50 y a quién debemos un hermoso ensayo sobre Claudio Rodríguez , supo compaginar con feliz resolución sus estudios académicos con su vocación literaria. Después de dos libros de cuentos, «Oposiciones a la morgue y otros ajustes de cuentas» y «Muertos SA», le llegó la fama con una serie de novelas ambientadas en nuestro Renacimiento y teniendo como detective al autor de «La Celestina», Fernando de Rojas, personaje que goza para un novelista de una consideración irresistible: en su vida hay muchas lagunas y resulta fascinante rellenarlas. García Jambrina le hace detective al servicio de los Reyes Católicos y el lector le puede seguir en «El manuscrito de piedra», «El manuscrito de nieve», «El manuscrito de fuego» y, ahora, «El manuscrito de aire», donde el detective Fernando de Rojas, por orden del rey Fernando y auspiciado por los monjes dominicos, defensores de los derechos de los indios -Bartolomé de las Casas perteneció a la Orden y, además, por un guiño que es homenaje a su persona, aparece en la novela-, se dirige a la Isla de La Española, en la actualidad República Dominicana y Haití, para esclarecer el caso de un incendio de una aldea de indios taínos próxima a Santo Domingo donde sus habitantes han sido masacrados.

El escenario es en este caso la Isla de la Española y hay un guiño a Bartolomé de Las Casas

García Jambrina posee dos virtudes esenciales para otorgar éxito al género de «thriller» histórico en que se enmarcan estas obras: por un lado, maneja muy bien los tiempos en que se desvelan gradualmente los supuestos misterios iniciales de un asesinato que, luego, no lo son tanto y, lo más importante, sabe sumergir al lector en un momento histórico cuyos datos el autor domina por la documentación que aporta en cada novela. La recreación que García Jambrina hace de las Indias en manos de la Corona española es espectacular no solo por la documentación que se maneja sino también por el modo en que el autor describe el paisaje americano. Arrastra, así, al lector a una controversia fundamental y que tiene que ver mucho con la situación actual de la emigración en Europa , manera inteligente de engancharnos a una polémica que atraviesa las edades, es decir, muestra dos formas distintas de entender la vida, hasta el punto de ser irreconciliables y, por tanto, sujetas a la violencia extrema del que posee la fuerza, en este caso, el conquistador. Pero también describe el esfuerzo de los dominicos por entender ese mundo ajeno y establecer una comprensión que es saboteada desde las propias filas imperiales.

Cuando Fernando de Rojas, que conoce la discriminación pues ha sido acusado de pertenecer a una familia de conversos, lo que es motivo de sospecha para la Inquisición , llega a La Española contempla una situación espeluznante, pues su población ha sido diezmada y la sobreviviente se emplea para extraer oro, única y verdadera obsesión del conquistador en América. De hecho, es la rebelión de esos indios taínos el motivo más aparente de su castigo. ¿Por parte de quién? No lo revelaremos, desde luego, pues eso pertenece por entero a una de las características que hacen fascinante el género: el suspense. Una buena novela.

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