Roger Moore fotografiado por Juana Biarnés. «A contracorriente» se exhibirá en el Centro Cultural de la Villa
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FERIA DEL LIBRO / NARRATIVA

Narrativa en la Feria del Libro, toneladas de imaginación

Madrid tiene una nueva cita con la Feria del Libro. Un laberinto de títulos por el que hoy les guiamos. Para empezar, mil y una novelas. Con la imaginación por bandera

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«Porque no se imagina en el aire. Porque imaginar tiene que ver con hacer, con poder hacer», escribía Belén Gopegui en «El lado frío de la almohada». Palabras que ha hecho suyas la LXXV edición de la Feria del Libro de Madrid, que abrió ayer sus puertas a los lectores. También a la imaginación. La que vive en mil y una historias y, como por arte de magia, se nos cuela dentro a medida que vamos pasando páginas. Cumpliendo libros.

Por delante, incluido el de ayer, diecisiete días para recorrer esa larguísima fila de casetas que, como procesionarias inmóviles, se adueña del Paseo de Coches del Retiro cada año por estas fechas. Lloverá mientras la visitamos, prepárense, por mucho que el hombre del tiempo diga que no.

Y aunque desde los telediarios anuncien una bajada de las temperaturas, hará un calor tropical, ¿se apuestan algo? Al fresco o a resguardo de un chaparrón, nada mejor que refugiarse ante los mostradores. En medio de toneladas de libros entre los que estará, seguro, el libro que buscamos. La novela.

Al ser 2016 el doble Año Cervantes/Shakespeare, de cuyas muertes se cumplen cuatro siglos, las editoriales han sacado a la calle todo su fondo de armario; en algunos casos, con nuevas traducciones: sellos como Hiperión, Cátedra, Penguin Clásicos y DeBolsillo ponen al alcance de la mano los títulos de siempre a precios económicos. Biblioteca Castro va más allá y tira la casa por la ventana con la reedición del «Quijote» -cuidadísima, de coleccionista- a cargo de Domingo Ynduráin. Palabras mayores. Incluye la reproducción de dos grabados originales y se suma a los otros tres tomos de las «Obras Completas» de Cervantes.

Galaxia Gutenberg, Encuentro, Alfaguara y Lumen, por lo original de sus propuestas, son las que más arriesgan. La primera acaba de publicar «Lunáticos, amantes y poetas», volumen que, con Salman Rushdie a la cabeza, actualiza la obra de esos dos padres de la patria de las letras que son el de Alcalá de Henares y el de Stratford-upon-Avon. Juan Gabriel Vásquez, Marcos Giralt Torrente, Soledad Puértolas, Yuri Herrera, Vicente Molina Foix y Valeria Luiselli, entre otros, recogen el guante del Hay Festival y reinventan «El licenciado Vidriera» o «Hamlet» o... De forma que si oyen hablar por ahí de la existencia de un libro titulado «La venganza de Rocinante», no se extrañen: es pura ficción. Como ficción es llevar el «Quijote» hasta un piano-bar. Por ejemplo.

Compañía de teatro ambulante

Nada menos que con el príncipe de Dinamarca se atreve José Jiménez Lozano. Bueno, con él, no; con la compañía de teatro ambulante que escenificará su drama en un pueblo de Castilla mientras la apacible rutina de los vecinos salta por los aires. «Se llamaba Carolina» (Encuentro), así se titula el particular homenaje a «Hamlet» del premio Cervantes 2002. Y lo que nos propone Julio Llamazares es repetir «El viaje de Don Quijote» (Alfaguara). Los paisajes cervantinos vistos con ojos del siglo XXI. Qué ha cambiado, qué permanece.

«Lunáticos, amantes y poetas» actualizala obra de Cervantes y Shakespeare

Arropada por Lumen, Jeanette Wintersonda una vuelta de tuerca a los versos del dramaturgo inglés en «El hueco del tiempo», que no es sino «Cuento de invierno» puesto al día. La autora de «La niña del faro» y «¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?» acepta el reto de Hogarth Press, la editorial fundada en 1917 por Virginia Woolf y su marido, Leonard, y actualiza desde la narrativa el legado de Shakespeare. Detrás de ella vendrán pesos pesados de la categoría de Anne Tyler («La fierecilla domada»), Margaret Atwood («La tempestad»), Jo Nesbø («Macbeth») y Edward St. Aubyn («El rey Lear»).

Francia, el país invitado a esta edición de la Feria, desembarca con toda su artillería. El Nobel Patrick Modiano novela el fin de la adolescencia y la incertidumbre de la edad adulta en «Tres desconocidas» (Anagrama). Virginie Despentes, diva «destroyer» de la literatura «trash», «cargo» que compagina con el de cineasta, nos ofrece «Vernon Subutex 1» (Literatura Random House), primer acto de una bajada a los infiernos del rock. A Despentes la han comparado con Houellebecq, así que cuidado con ella; luego no digan que no les avisé. Y Alexandre Postel, premio Goncourt 2013, firma «La ascendencia» (Nórdica), un recorrido por cinco días de infarto... para el protagonista y para el lector. Y es que no hay nada peor que registrar, a la muerte de tu padre, el sótano de su casa. Entre tanto trasto viejo quizá encuentres una jaula en cuyo interior... y hasta aquí puedo leer.

La guillotina y Auschwitz

Junto a Modiano, Despentes y Postel, la Francia de 1793, con la guillotina echando humo («Muestra mi cabeza al pueblo», de François-Henri Désérable; Cabaret Voltaire); el París de los años ochenta, abierto en canal por una oleada de atentados islamistas de la que pocos guardan memoria hoy («Muerte de un silencio», de Clémence Boulouque; Periférica); y los recuerdos de quien sobrevivió al horror de Auschwitz, Bergen-Belsen y Theresienstadt («Y tú no regresaste», de Marceline Loridan-Ivens; Salamandra).

Con Elizabeth Bishop y Javier Montes podemos viajar, aunque sea leyendo,a Brasil

Y ya que los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro se nos vienen encima, ¿por qué no viajar, aunque sea leyendo, a Brasil? Allí vivió durante casi dos décadas la estadounidense Elizabeth Bishop. Conocida sobre todo por su faceta poética, lo que más escribió, sin embargo, fue «Prosa (Obra Completa 2»; Vaso Roto). En Río dijo sentirse «como si hubiese muerto e ido al Cielo sin merecerlo». Tal vez porque, poco después de su llegada en 1952 huyendo de la rigidez de la sociedad norteamericana, el amor le salió al encuentro. Mejor dicho, quien le salió al encuentro fue Lota de Macedo Soares. Una pasión de la que somos testigos en «Cuanto más te debo», de Michael Sledge (Vaso Roto). A Bishop también le sigue la pista Javier Montes en «Varados en Río» (Anagrama); a ella, y a Stefan Zweig y a Rosa Chacel y a Manuel Puig... e incluso a sí mismo. El resultado, una inteligente novela sobre exilios en la «cidade maravilhosa» y todos los Ríos de Janeiro que hay en Río de Janeiro.

Capitaneada por Juan Marsé, la narrativa en español pisa fuerte en la Feria. Coincidiendo con el cincuentenario de «Últimas tardes con Teresa», de la que Seix Barral lanza una edición conmemorativa, el «padre» del Pijoaparte nos presenta «Esa puta tan distinguida» (Lumen). Así es como Marsé llama a la literatura, a la memoria... y a una prostituta asesinada en la cabina de proyección del cine Delicias de Barcelona allá por 1949. Muerte que la novela recrea a pesar de la mala cabeza del criminal: Fermín Sicart recuerda que mató a Carol, cómo -estrangulándola con una cinta de celuloide-, pero no por qué.

Tiempos de plomo

En «Apóstoles y asesinos» (Galaxia Gutenberg), Antonio Soler, el escritor español más próximo al «universo Marsé», sigue el rastro de Salvador Seguí, el Noi del Sucre. A caballo entre la biografía, la novela histórica y la crónica periodística, en sus páginas asistimos al auge del anarquismo en la Barcelona de principios del siglo XX. Una España convulsa en tiempos de plomo.

De Argentina procede «Las cosas que perdimos en el fuego», de Mariana Enriquez (Anagrama), cuentos de pesadilla habitados por asesinos de nueve años, mujeres ardientes (no, no es una metáfora) y terrores cotidianos, que son los peores. O los mejores, según se mire. Y de Cuba -de su exilio, vía Londres- llega «Habanidades» (Galaxia Gutenberg), volumen que agrupa la reedición de «Tres tristes tigres» y «La Habana para un infante difunto», los dos libros principales de Guillermo Cabrera Infante. Su educación erótica, también.

Lo último de Modiano, Despentes y Postel: Francia desembarca con toda su artillería

Pero hay más. Si quieren reír, Eduardo Mendicutti y sus «Furias divinas» (Tusquets), un «Full Monty» nacional cuyas protagonistas -la Tigresa de Manaos, la Canelita, la Furiosa y otras deslenguadas «trans»- no dejan títere con cabeza mientras derrochan toneladas de humor y mala leche. Si quieren emocionarse, Jenn Díaz y sus múltiples versiones de lo femenino sin salir de una misma familia («Madre e hija»; Destino). Y si quieren descubrir voces nuevas, dos recién aterrizados en el planeta Novela que han conseguido el más difícil todavía de poner a la crítica de acuerdo: Mariano Peyrou e Inés Martín Rodrigo.

Poeta, cuentista y traductor, Peyrou debuta en las distancias largas con «De los otros» (Sexto Piso), una reflexión sobre el lugar del artista en la sociedad y el cómo nos ven y nos vemos. Mientras que Martín Rodrigo no abandona el territorio que tan bien conoce -el periodismo- y en su ópera prima, «Azules son las horas» (Espasa), da voz a Sofía Casanova, la primera española que se convirtió en corresponsal de guerra. Aunque lo más exacto sería hablar de guerras, en plural, pues la gallega vivió cuatro -las dos mundiales, la Revolución Rusa y nuestra guerra civil-. De todas ellas informó desde la tribuna de ABC.

Tira y afloja

Los clásicos también abren caseta en la Feria del Libro. Como la bicentenaria Charlotte Brontë. Menos de dos años después de morir, y por deseo de su padre, el reverendo Patrick Brontë, la autora de «Jane Eyre» ya tenía biografía, a cargo de Elizabeth Gaskell: «Vida de Charlotte Brontë» (Alba). Sello que también reedita, en traducción de Carmen Martín Gaite, el romántico tira y afloja entre Jane Eyre y el señor Rochester, plagado de desplantes y dobles sentidos. Páginas de Espuma, por su parte, pone a nuestro alcance todos los «Cuentos» de ese escritor que fue muchos escritores a la vez e hizo del desasosiego un oficio: Fernando Pessoa. Y Atalanta viste de largo «Lluvia y otros cuentos», de William Somerset Maugham. Un destilado de «El filo de la navaja» y «El velo pintado» en pequeñas dosis.

«Cero K», de Don DeLillo (Seix Barral), quizá sea la estrella que más brilla en el firmamento de la narrativa extranjera. Si en «Ruido de fondo» el norteamericano se preguntaba qué es la vida después de la vida, la respuesta nos la da ahora, al imaginar un mundo -el nuestro, el de hoy- donde existe la opción de congelar a las personas para dejar atrás el sufrimiento físico y las enfermedades. Porque la tecnología, sostiene DeLillo, es el otro nombre de la inmortalidad, ese misterio que, la noche del 31 de marzo de 1848, empezaron a explorar de cerca Kate, Margaret y Leah Fox, pioneras del espiritismo. Por el ojo de la cerradura de la casa de las hermanas Fox en Hydesville (Nueva York) nos deja espiar el tunecino Hubert Haddad en «Teoría de la niña fea» (Demipage), un «gótico jovial». Atención al fantasma del señor Slipfoot, que golpeará la pared una, dos, tres, cuatro: el número de veces que le pidamos.

Y apunten este otro título: «Manual para mujeres de la limpieza» (Alfaguara). Relatos ingeniosos, crueles, irónicos en los que, como señala Lydia Davis en el prólogo, no sabemos qué viene a continuación porque nada en ellos es previsible. Su autora, Lucia Berlin, uno de los secretos mejor guardados de la literatura norteamericana, tuvo mil oficios -recepcionista en la consulta de un ginecólogo, ayudante de enfermería en el servicio de urgencias de un hospital, mujer de la limpieza...- y sólo dos adicciones: el alcohol y la literatura. La primera no la abandonaría nunca; en la segunda ha triunfado once años después de su muerte. Descubran por qué.

A vueltas con el yo y sus laberintos, tres narraciones: «Bailando en la oscuridad» (Anagrama), cuarto tomo de «Mi lucha», el particular «En busca del tiempo perdido» del noruego Karl Ove Knausgård, una mezcla de diarios, confesiones y descarnada sinceridad con la que -aseguran- ha roto la barrera del sonido de la novela autobiográfica; «Hurra» (Blackie Books), en la que el jovencísimo escritor inglés Ben Lolito Brooks sigue contándose y contándonos su adolescencia, sin maquillajes ni medias tintas; y «El campeón ha vuelto» (Duomo), del ganador del premio Pulitzer J. R. Moehringer. Tras «Open», la biografía de Andre Agassi, y «El bar de las grandes esperanzas», el periodista neoyorquino se sumerge en el pasado de Bob Satterfield, «el mejor noqueador de todos los tiempos». Un libro sobre la identidad como objeto de investigación.

Cadáveres en el armario

Los amantes del «best seller» también están de enhorabuena y no saldrán del Paseo de Coches del Retiro con las manos vacías. Porque desde alguna caseta les estará llamando lo nuevo de Joël Dicker, «El Libro de los Baltimore» (Alfaguara), donde el suizo recupera al protagonista de la novela que lo lanzó a la fama: «La verdad sobre el caso Harry Quebert». En esta ocasión, Marcus Goldman debe desenredar la complicada madeja de su árbol genealógico. Si, como advirtió Tolstói en «Anna Karénina», todas las familias felices se parecen pero las desgraciadas lo son cada una a su manera, la familia Goldman pertenece a una tercera categoría: la de los que guardan más de un cadáver en el armario (y en otras partes de la casa).

Doce semanas lleva aupado en los primeros puestos del «ranking» de más vendidos otro «best seller» que añadir a la lista: «La legión perdida», de Santiago Posteguillo (Planeta), última entrega de la «Trilogía de Trajano». Sus mil cien páginas condensan la friolera de ciento cincuenta años de Historia y cuatro imperios, el romano, el parto, el kushán del norte de la India y Afganistán, y el Han chino. Una novela en busca de ese lector que se quedó con ganas de más tras devorar «Memorias de Adriano», «Yo, Claudio» o «Los idus de marzo».

Para terminar, dos excentricidades. La impresionante «Fuera de quicio», de la norteamericana Karen Joy Fowler (Malpaso), un «Lazos de sangre» protagonizado por dos gemelas: Rosemary Cooke y su hermana, una chimpancé (han leído bien) llamada Fern. Novela asombrosa, conmovedora, que nos pone un nudo en la garganta y, a ratos, los pelos de punta; y que demuestra que, para crear intriga, no hacen falta crímenes truculentos. Y «Los que no perdonan» (Nevsky), donde la inglesa Charlotte Cory dinamita los cimientos de la institución familiar empleando como armas, además de un buen puñado de secretos inconfesables, la comedia negra y el humor cáustico y elegante que tanto recuerda a Oscar Wilde: «Durante seis meses, Edward Glass y su segunda esposa habían disfrutado la satisfacción apacible de un matrimonio sin contratiempos. En efecto, apenas se habían visto el uno al otro». ¿Cómo resistirse?

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