MÚSICA

Al Di Meola: «El primer día que toqué con Paco de Lucía fue un desastre por sus nervios»

El guitarrista cuenta cómo introdujo en el jazz al gran guitarista flamenco, cómo Chick Corea le reclutó para Return To Forever con solo 19 años y cómo consiguió que Jaco Pastorious entrara en un estudio por primera vez en su vida

Al Di Meola ha tocado con Carlos Santana, Stevie Wonder, Frank Zappa o Pavarotti, además de Paco de Lucía ABC
Israel Viana

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Al Di Meola (Jersey City, 1954) recuerda el día que Paco de Lucía entró en los estudios Electric Lady de Jimi Hendrix en Greenwich Village, el barrio bohemio de Nueva York. Era diciembre de 1976. Por allí habían pasado ya David Bowie, John Lennon, Stevie Wonder, Eric Clapton, Led Zeppelin, Frank Zappa, Patti Smith, Lou Reed… pero ningún flamenco. «Aquella fue la primera vez que tocamos juntos. Le llamé para colaborar en " Mediterranean Sundance ", una canción de mi segundo disco. Paco estaba muy nervioso, era la primera vez que iba a Estados Unidos. El primer día fue un desastre, pero el segundo... ¡fue mágico! ¡Lo grabamos todo en una sola toma!», cuenta el guitarrista, que el viernes actuó en el Cartagena Jazz Festival .

Al Di Meola, durante una actuación reciente EFE

El de Algeciras tenía 28 años y ya gozaba de éxito comercial gracias a « Entre dos aguas », la rumba que había improvisado en apenas cinco minutos el último día de grabación de « Fuente y caudal » (1973). Aquel sencillo fue número uno en España con 300.000 copias vendidas, una cifra insólita para el mundo del flamenco. Pero lo que se dice de jazz, Paco de Lucía no tenía ni pajolera idea. Tan solo había participado antes en « Jazz flamenco », del saxofonista Pedro Iturralde , pero como él mismo reconoció: «Salí de la grabación sin haber entendido nada. Pedro llevaba sus ideas y me decía: cuando te dé la entrada tocas en este tono y ya está».

Fue aquel invierno de 1976 cuando Di Meola, con tan solo 22 años, apareció en la vida del mejor guitarrista de flamenco de todos los tiempos para sumergirlo en el jazz y cambiarle para siempre. «Yo he aprendido en la calle, a salto de mata, oyendo a unos y a otros. Ahora echo en falta haberle dedicado más tiempo al estudio. Me gustaría saber armonía, por eso me fui con la gente del jazz, que son los que más saben de música en estos momentos», explicaba entonces el gaditano sobre su nuevo compañero. El italoamericano, un genio precoz de las seis cuerdas y la improvisación, había escuchado hablar de él cuando, recién cumplidos los 19, hizo su primera gira por España con el gran Chick Corea dentro de los míticos Return to Forever . Al regresar a Nueva York y escuchar los discos que se compró por curiosidad, se quedó tan alucinado que empezó a fantasear con el «potencial» de una colaboración entre ambos. Y eso que él aún no había grabado ningún disco en solitario. Pero dos años después, ya como líder, se atrevió a llamarle. «Cuando nos conocimos el principal problema fue que él no hablaba inglés ni yo español y, sobre todo, que él no podía leer música. Yo la tenía toda escrita en partituras y tardé mucho en mostrarle cómo quería que fuera la pieza. Pero después me quedé enamorado de lo que hizo. Era un guitarrista muy diferente a todo lo que yo había escuchado hasta entonces», cuenta.

De Zappa a Pavarotti

Desde entonces, Di Meola ha grabado cerca de 40 álbumes más y trabajado con artistas tan diferentes como Paul Simon, Carlos Santana, Stevie Wonder, Frank Zappa, Steve Winwood, Luciano Pavarotti o Astor Piazzolla, además de leyendas del jazz como Wayne Shorter, Tony Williams o Herbie Hancock. Pero fue con aquel elepé publicado en el 77 por CBS con el que consiguió el reconocimiento individual como compositor, a sus 23 añitos. Su tema con De Lucía se convirtió en una especie de «gran éxito pop en todo el mundo», según sus palabras, que sonaba a todas horas en las radios de Europa, Estados Unidos y el resto del continente americano. Un hito impensable hasta entonces con aquella fusión tan evidente entre dos mundos que, hasta entonces, estaban muy alejados, a pesar de los primeros pasos dados en esta dirección por Miles Davis, Lionel Hampton o el mencionado Iturralde.

Al Di Meola (izquierda), junto a Return To Forever ABC

Hasta la salida de Mediterranean Sundance, la vida de Al Di Meola transcurrió a velocidad de vértigo. Comenzó a tocar la guitarra con 7 años, en una época en la que «estaba obsesionado con los Beatles ». Después empezó a dar clases con un profesor muy aficionado al jazz que le abrió los ojos a un mundo nuevo. Antes de entrar en la adolescencia ya era un virtuoso consumado, con unas habilidades inimaginables para un chico de su edad. Solía practicar «de ocho a diez horas al día» y tenía como modelos a los guitarristas Tal Farlow, Kenny Burrell y, sobre todo, Larry Coryell, a quien perseguía en autobús hasta Greenwich Village para verle actuar en clubes pequeños. Se quedó tan cautivado con su forma de combinar jazz, blues y rock que, cuando pudo entrar en el Berklee College of Music de Boston, en 1972, era lo que quería aprender.

Sin embargo, no pudo terminar sus estudios. Con 17 años, dos meses después de entrar en la escuela de jazz más prestigiosa del mundo, comenzó a tocar con el batería Barry Miles, antiguo colaborador de Miles Davis y John Coltrane. Recién cumplidos los 19, Chick Corea le escuchó y le pidió que se uniera a Return To Forever, conjunto con el que haría historia en la fértil unión entre el jazz más salvaje, el rock y la electrónica. «Estaba todavía en el colegio. ¡Yo no había hecho ningún plan! Tres días después de su llamada teníamos el primer concierto en… ¡el Carnegie Hall! Tenía mucho más miedo del que te puedas imaginar. ¡En el mítico Carnegie Hall! Cuando se lo conté a mis padres no me creyeron, pero tres días más tarde allí estaban sentados, en primera fila. No pude verlos porque coloqué el atril justo enfrente de mi cara para no mirar a la audiencia. ¡Así de asustado estaba!».

«Un sueño salvaje»

Aquella legendaria formación se convirtió en la más famosa del jazz en la década de los setenta, en la que también estaban el bajista Stanley Clarke y el batería Lenny White . Los cuatro derribando muros y recibiendo numerosas críticas por sus experimentos, hasta que terminaron por conquistar al público más joven. Fue precisamente ahí donde Corea empezó a usar los sintetizadores. Un estilo inédito que a los puristas les sonó a marcianada, pero que les llevó a ganar un Grammy con « No Mystery », en 1975. «Estaba viviendo mi sueño más salvaje. Tenía 19 años, giraba por todo el mundo y grababa en un estudio con John Lennon en la habitación de al lado. Éramos los Beatles del jazz, no debimos separarnos nunca», lamenta el guitarrista, que, con su debut en solitario ese mismo año, « Land of the Midnight Sun », cometió también la feliz osadía de meter por primera vez en un estudio a Jaco Pastorius .

Al Di Meola (centro), con Paco de Lucía (derecha) y John Mclaughlin, en la época de «Friday Night in San Francisco» ABC

Fue en julio de 1975, poco antes de que el bajista comenzara a sufrir sus trastornos maníaco depresivos, a abusar del alcohol y a pasar alguna temporada en la cárcel, hasta que una paliza en un club de Florida acabó con su vida a los 35 años. «Lo conocía desde que tenía 15 y era salvaje, tocaba como nunca había visto a nadie. Pasé mucho tiempo con él y siempre tuvo problemas mentales, era bipolar. Era una persona genial y, un segundo después, le daba la vuelta a todo. Jamás fue tratado correctamente de su enfermedad. Y si a eso agregas alcohol y drogas, a veces era imposible trabajar con él. A pesar de ello, él sabía que era el mejor. ¡El resto de bajistas lo odiaban! Sabían que Jaco llegaba mucho más lejos que cualquier cosa que ellos pudieran hacer. Era una bestia en la música con una historia muy trágica detrás. Estoy muy orgulloso de aquella colaboración», admite.

A mediados de los 70, Al Di Meola era ya considerado un gigante de la guitarra a pesar de su juventud, pero aún le quedaba una cumbre por subir. Quizá la más alta, cuando con solo 26 años se unió a John Mclaughlin y de nuevo a Paco de Lucía , para recorrer el mundo con una gira tan arriesgada en lo comercial como inconmensurable en su dimensión artística. Una aventura de la que salió « Friday Night in San Francisco », un disco grabado en directo, el 5 de diciembre de 1980, que, contra todo pronóstico, vendió siete millones de copias y pasó a la Historia como la «catedral de las guitarras». Un monumento sustentado sobre el legado del maestro Rodrigo y Miles Davis que tuvo su continuación con « Passion, Grace and Fire », en 1983. «Se estableció entre nosotros una competencia sana en la que intentábamos superarnos unos a los otros como fuera. No fue solo un espectáculo de cara a la audiencia, fue también un juego de poder entre los tres. ¿Quién puede tocar mejor un solo?, ¿quién es más rápido?, ¿quién es más articulado? Eso fue lo que lo hizo tan especial», asegura el italoamericano, que aprendió mucho del «impecable sentido del ritmo de Paco». ¿Y qué aprendió él de usted? «Inglés».

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