Mapa de América de 1630 (Henricus Hondius)
Mapa de América de 1630 (Henricus Hondius)
LIBROS

Las mentiras de la leyenda negra y la decadencia de España

Entre los ensayos históricos, «Imperofobia» abre muchas brechas frente al relato negativo de la Historia de España

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Lo que ocurre con la historia de España no es que acabe mal, como inventó un sesentero de familia bien en estado lisérgico. Lo que ocurre es que empieza antes que las de otras naciones europeas. Eso en primer lugar, pues se dan también otras circunstancias, que este libro estudia con arrojo necesario y valentía. María Elvira Roca Barea (Málaga, 1966) ha escrito un volumen revisionista en el mejor sentido, pues se enfrenta a cuestiones candentes de nuestra imagen. Lo mejor del volumen es que ofrece datos y argumentos alternativos, al margen del dogma de la decadencia de España y el relato negativo. Que como bien demuestra la autora es tan viejo como la nación española, privada de un aparato de propaganda y autodefensa -según la autora por una pulsión de autohumillación católica- desde el Renacimiento.

Como toda obra militante, cuenta historias de héroes y villanos. Entre los primeros, destaca Julián Juderías, «funcionario ejemplar que nunca alcanzó ningún puesto de relevancia, pero que sirvió a su país con todo su talento y capacidad». El polígrafo Juderías, un madrileño que trabajó en el servicio exterior, dominó dieciséis idiomas y escribió sobre Rusia, la infancia abandonada y miseria urbana, publicó en 1914 «La leyenda negra y la verdad histórica», ultrajado por las calumnias que afectaban la narración del pasado español. En las páginas iniciales, la autora sitúa la figura en el marco dramático del regeneracionismo y el 98. No duda en reivindicar, en la senda de las aportaciones de Luis Español Bouché, que le dedicó una sólida monografía, que Juderías no era «un retrógrado». Era un liberal y un erudito, que murió joven, premiado por la Real Academia de la Historia y reconocido por lo novedoso de sus planteamientos.

Complejos y neurosis

Frente a la tentación de considerar la leyenda negra como un mal español, la autora realiza una arqueología de los conceptos y llega a planteamientos interesantes. La leyenda negra sería un producto «de los complejos españoles, así como nuestra neurótica preocupación por la opinión pública es de origen francés». Hacia 1949 además se habría consolidado la identificación angloamericana de «leyenda negra» con la historia de España, como si no existieran otras o fuera su expresión más acabada. En un ejercicio de historia comparada y global que incluye a Roma, Rusia y Estados Unidos, Roca Barea muestra que la experiencia imperial implica la vivencia e interiorización acomplejada de la imagen negativa: «Los pueblos imperiales suelen asumir la propaganda antiimperial e incluso contribuyen a su difusión».

Lo mejor es que ofrece datos y argumentos al margen del dogma de la decadencia de España

Otro punto importante del libro es el detenido estudio de las fuentes italianas como laboratorio de leyendas negras, en detrimento de contextos más previsibles, como el inglés u holandés. El desarrollo durante los últimos dos siglos de la imperiofobia, «una clase de prejuicio racista hacia arriba», hubiera requerido mayor espacio, pues la ley del silencio ante las aportaciones españolas a la civilización, la confusión de literatura e historia, o el papel del antisemitismo como componente del odio universal a lo español, identificado con judío, resultan cruciales. La leyenda negra surge cuando el nacionalismo romántico parece la única manera de establecer una nación (en ello seguimos, para desgracia) y el tránsito español de imperio global a nación política se ha frustrado debido a las independencias americanas. También en este punto la autora acierta, pues las interpreta como consecuencia de una crisis endógena y no de una supuesta ruptura inevitable. Las conclusiones a las que llega son abiertas. El análisis de las falsificaciones históricas, la hispanofobia amarillista en EE.UU. (y Gran Bretaña), o los personajes «españoles» patéticos en cine y televisión, da paso a una incursión en la realidad reciente que plantea el valor crucial de la experiencia histórica y cultural, tan poco tenida en cuenta. Así nos va.

Escapar de la premonición

Tras la crisis de 2007, que España resultara alineada con los países PIGS y GYPSY (cerdos, gitanos) por ciertos medios de comunicación anglohablantes no fue una acción neutral, sino deliberada. Aquello disparó nuestra prima de riesgo y el costo de la financiación pública y privada, hasta hoy. El papel de la leyenda negra en las «autojustificaciones de las naciones protestantes» y la ignorancia del pasado español apuntan a la imposible neutralidad de la cultura, avanzada siempre de política y economía: «No fuimos capaces de defender nuestros intereses». Más que una leyenda de España, una suerte de premonición, de la que cabría escapar en nombre del futuro.

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