FOTOGRAFÍA

Manuel Vilariño, un fulgor atlántico

A las orillas del glaciar, a la aurora… Vilariño dedica sus obras a la Naturaleza. Una doble cita gallega lo reivindica como «poeta»

«Mar de Afora», fotografía del Premio Nacional de Fotografía 2007

Andrea Franco

Desde el interior de Caaveiro, en cuyo confín se refugiaron los monjes benedictinos, llega el aliento rotundo de un hombre que aprendió a mirar como los pájaros. Bosques húmedos y mareas salvajes, vientos del norte cargados de arena, playas de cantos rodados, han definido la sensibilidad del fotógrafo y poeta Manuel Vilariño (Premio Nacional en 2007) , heredero de una tradición romántica que encuentra en Galicia un escenario cómplice de su melancolía.

Habían pasado cinco años ya desde la gran exposición que el CGAC le dedicara, creando entonces un contexto nuevo en el que Vilariño dialogaba con sus referentes directos - Dickinson, Pound, Auden, Rilke -; varias voces para expresar un sentimiento común (el dolor de la muerte, la ausencia, el silencio ante un paisaje remoto). Un mapa de influencias sin orden ni jerarquía; un rizoma, concepto que vertebra ahora la exposición homónima en la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela.

Dirección cambiante

Junto a su comisario, José Luis Estévez , Vilariño reúne aquí imágenes y motivos que han ido brotando como bulbos en distintas etapas creativas, y que conforman, como diría Deleuze, una multiplicidad de dimensiones de dirección cambiante, una antigenealogía capaz de romperse o interrumpirse de pronto. De ahí que varias de las obras de la muestra se abran por la mitad o hayan renunciado a una de sus partes, como el brutal Animal insomne que la preside, tríptico incompleto de un oso aullante a punto de caer abatido , obra que, en esta ocasión, mira de reojo al altar mayor de la iglesia.

La cita se despliega por las alas del templo manteniendo un curioso diálogo con el espacio

La fría capilla envuelve al visitante mientras contempla paisajes difíciles, como Lejano interior , una invitación a penetrar en los misterios de la mente frente a una maraña de ramas quemadas en la Galicia que arde.

La cita se despliega por las distintas alas del templo manteniendo un curioso diálogo con el espacio: a un lado, aves del paraíso patidifusas o roedores ahorcados; al otro, los retablos barrocos de la iglesia, con sus santos mancos mirando al infinito. Vidas petrificadas, imágenes de culto que Vilariño ilumina con una vela a la manera de Georges de la Tour , y que hacen de este lugar un espacio idóneo para acoger este «rizoma de mi vida», decía.

Y como multiplicidad rizomática, esta exposición es una que deviene dos, y que culmina en la galería Vilaseco de La Coruña con los últimos trabajos del autor reunidos bajo el título The tempest , imágenes poderosas de Islandia y Galicia , tierras en las que la aurora es azul; geografía de cabos que, como cabezas de animales míticos, se adentran en el mar; campos verdes o negros que solo llevan al confín; paisajes ignotos donde es posible aún encontrar un «sentir original».

La tempestad es, además y sobre todo, una referencia a Shakespeare , a esa cita que afirma que estamos hechos de la misma materia que los sueños, la misma que rodea estos paisajes, porque para Vilariño, es el instante previo al despertar el mejor momento para la creación artística.

Es posible sentirse acongojado ante la visión de estos parajes ingobernables que cubren a gran escala el espacio de la galería, pero nos aguarda un refugio al fondo: una sala oscura en la que flotan una raíz y su sombra, un nido de pensamientos en suspensión que observamos a cierta distancia (como el ave), bajo una campana desde la que gotea un sonido animal. Después del ruido del mar, el silencio interior; después de la meditación, la conciencia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación