Los espectaculares paisajes son uno de los atractivos de este juego
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The Legend of Zelda. Breath of the WildLa llamada de lo salvaje

«The Legend of Zelda. Breath of the Wild» es la entrega más ambiciosa de la veterana franquicia, donde se atreve a romper las convenciones por las que se ha regido tanto tiempo y a retornar al espíritu de aventura del original

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En la lista que elaboré para el especial del 25 aniversario de ABC Cultural coloqué en lo más alto a « The Legend of Zelda. Ocarina of Time». Sin lugar a dudas, el título de 1998 resulta fundamental en la historia de los videojuegos por su concepción de la acción en espacios tridimensionales y la naturaleza de los mundos abiertos. El triunfo fue tan incontestable que Nintendo, de una forma u otra, ha reutilizado la misma idea todos estos años, sin atreverse nunca a alejarse mucho de la fórmula establecida, consiguiendo evitar la decadencia por pura brillantez en su diseño jugable. Pero Eiji Aonuma, legendario productor de la saga, percibió claramente que ya era hora de salir del cobijo de la gran obra maestra y atreverse a configurar un nuevo modelo volviendo a lo que el título original de 1986 había prometido.

En « Breath of the Wild» Nintendo presenta un mundo enorme repleto de misterios, que clama por ser explorado y ansía la expresividad creativa de cada jugador.

En las primeras horas el título presenta al jugador con las herramientas básicas para navegar la gran expansión de un Hyrule con las dimensiones de la ciudad de Kyoto, donde se asienta el cuartel general de Nintendo. Sorprende el prodigioso trabajo realizado en el motor de físicas, y cómo contribuye a una expresión pura de la « paidia» del ludólogo Roger Caillois: esa forma de jugar propia de los niños más inocentes, sin reglas preestablecidas, que se apoya en la simulación para catapultar la curiosidad, el deseo de explorar y experimentar con un entorno siempre enigmático.

Jugar con el mundo

Todo el mundo se convierte en un lienzo gigantesco que reacciona en tiempo real a la multitud de mecánicas jugables y sistemas presentes. Cada superficie se puede escalar, pero si llueve, resbalarán; los objetos de metal atraen los rayos durante las tormentas, los árboles se derrumban ante los golpes, el fuego se propaga por la hierba y crea corrientes de aire caliente que se pueden usar para ascender a los aires en parapente. Si creemos que algo debería funcionar, lo más probable es que lo haga.

Uno de las grandes puntos temáticos es la supervivencia en un mundo lleno de peligros. La dificultad general ha crecido exponencialmente, y cada expedición puede resultar fatal, por lo que es importante prepararse con el atuendo adecuado (contra el frío o el calor extremo), comida en abundancia (que hay que cocinar de antemano) y tener las armas a punto. La confrontación directa con los enemigos, sobre todo al principio, está desaconsejada. Hyrule no tiene miramientos con los débiles.

El juego suple las limitaciones técnicas del «hardware» con un impresionante estilo artístico inspirado en el «gouache» y la pintura al aire libre. La prevalencia de los entornos naturales, con amplias llanuras, frondosos bosques e incontables ríos, dota al conjunto de una sensibilidad reminiscente de la imperial película de animación « La princesa Mononoke», del maestro de la animación japonesa Hayao Miyazaki. Para las estructuras de la civilización pretérita de los Sheikah, donde se concentran los diferentes rompecabezas más clásicos, Nintendo se ha inspirado en el período Jōmon, del pasado neolítico nipón, una época tan lejana y desconocida que aporta un aura de misticismo apropiada. La música siempre ha sido un apartado donde la saga ha destacado, pero en esta ocasión, en vez de maravillar con poderosas composiciones sinfónicas, es el piano el que toma un papel protagonista, con un acompañamiento sutil que realza los sonidos ambientales de la naturaleza.

Apuesta por Switch

Aunque también está disponible en Wii U, «Breath of the Wild» se ha convertido en el caballo de batalla de Nintendo Switch. Los de Kyoto la están promocionando como un dispositivo de salón que se puede llevar a cualquier parte, pero lo contrario se acerca más a la realidad: una consola portátil que se puede conectar al televisor para una experiencia de sobremesa más tradicional. Lo que pierde en potencia, lo gana en versatilidad, y a la larga esto puede convertirse en la clave de su éxito. Para sesiones largas de juego de todas formas merece la pena invertir en un Pro Controller, un mando con una ergonomía vastamente superior al de los Joy Cons que vienen de serie.

«Breath of the Wild» no es un juego perfecto. El principal arco narrativo resulta tan arquetípico que decepciona, sobre todo con una Zelda que vuelve a repetir el papel de damisela en apuros que a estas alturas está tan superado en el medio. Técnicamente tiene varios puntos rocosos y algunas decisiones de diseño, como la extrema fragilidad de las armas, pueden llegar a desesperar. Pero el juego esconde una enorme cantidad de momentos mágicos, de pura jugabilidad emergente, de sorpresas e interrogantes en cada uno sus recovecos. Nintendo ha invertido más de cinco años en elaborar un proceso de desconstrucción de una de sus franquicias más celebradas. Ha abierto la férrea mano con la que apresaba la experiencia del jugador y ha decidido confiar en él, otorgándole su bendición y buenos deseos, para que encuentre su propio camino en un mundo de leyenda.

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