ARTE

Imágenes candentes de Fernando Sinaga

Trabajos de los comienzos de este autor se encuentran con obras últimas en la galería Fernando Pradilla de Madrid para demostrar que «todo fluye»

«Campos magnéticos» (2012)

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Para aceptar que «el mundo más bello es un montón de escombros arrojados al azar», hay que tener un ánimo diferente al delirio. Se precisa «templanza heracliteana», esto es, la capacidad para entender que allí donde parece enseñorearse la catástrofe también termina un drama. Fernando Sinaga (Zaragoza, 1951) ha tenido el coraje filosófico de utilizar el panta rei heracliteano para sugerir que, aunque todo fluye, también algo permanece. El limo y el cauce de esta magistral exposición que ha «instalado» (nunca mejor dicho) en la galería Fernando Pradilla nos coloca en la situación de un reflejo, o, mejor, una especulación escultórica que no ofrece una imago narcisista, sino un «espaciamiento» que se desplaza de lo anamórfico a lo aberrante, de lo inquietante a la distorsión del ego.

Conviene tener presente que, a pesar de la inercia interpretativa que ha situado a Sinaga en la estela del Minimalismo , su imaginario no le lleva hacia lo «in-maculado». Al contrario: su pulsión es aleatoria y (pre)siente que lo informe corresponde a su indagación en el seno de lo inconsciente y lo arquetípico. Es manifiesto que ha absorbido «la experiencia del minimalista, pero no está anclado en un nominalismo obsesivo, ni pretende realizar una reducción fenomenológica. El sofisticado e intenso diálogo creativo de este artista convoca principalmente a Brancusi , Morris o incluso Giacometti antes que a Donald Judd o Sol LeWitt ; si tiene preocupaciones matemáticas serán las que laten, casi ocultas, en la matriz de la sabiduría antigua, aquel pitagorismo que no eludía lo místico.

En conversación con Gloria Moure , publicada en el catálogo de Ideas K (MUSAC, 2012), Sinaga advierte que a través de la escultura ha intentado descubrir las cualidades internas de cada materia; «Y para ello las he erosionado físicamente, buscando su brillo, sus sombras, su oxidación, estriando sus superficies para hacerlas cambiantes cuando el espectador cambia de lugar». Si, por un lado, no oculta que en su obra late una «conciencia animista», también impone una presencia corporal, una experiencia de confrontación física. Tal vez sea el reciente vídeo Paletiau (2019) un elemento decisivo de la meditación de este creador, que aparece-velado, haciendo que una escultura totémica suene en una extraña ritualización. Las manchas informes adquieren un imponente protagonismo en los cartones de Sinaga; ahí está el rastro del fuego, la imagen candente que nos mantiene en tensión cuando todo parece tender a la apatía o la mediocridad.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación