Morir de amor por Camilo Sesto

El productor y maestro del pop actual Guille Milkyway homenajea al cantante con una versión de un himno que cumple 40 años

Camilo Sesto, en una imagen de archivo ABC

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Envidio esa virtud tan británica de no avergonzarse de su cultura popular , que con acierto han imitado los franceses. Tan sacrosanto es Shakespeare como los Beatles o Bowie . Tan de panteón de los hombres ilustres resulta Valèry como Aznavour o Jacques Brel. Por aquí tenemos a Cervantes como cabeza de lista literaria, pero en el pentagrama musical nadie cuyo nombre y apellido no suene a festival de Benidorm ; nadie que haya compuesto una balada nostálgica como «Yesterday» ni un himno intergeneracional como «Heroes» ni un tarro pegajoso de miel como «Que c’est triste Venis» ni de esencia existencial como «Ne me quitte pas».

Nosotros tarareamos un estribillo de Cecilia y su (nuestra) querida España o de Nino Bravo , que era libre como el mar, o de Camilo Sesto , cuyo tono suena mucho menos heroico, quizá porque cantaba al amor y al desamor y a la melancolía con un desgarro chillón de telenovela .

Y hasta él quería llegar cuando se celebra -yo, al menos, me he propuesto celebrarlo, pese a quien pese y aunque le suene desafinado a la cultura cultureta- el cuarenta aniversario de una de sus canciones con más poso de nuestra memoria del pop español: «Vivir así es morir de amor» .

Trece millones de copias vendió este disco cuando el mundo giraba a 45 revoluciones por minuto. Camilio Sesto y su «por amor tengo el alma herida» fue banda sonora en una España de carretera y manta que metía el casete y a cantar que son trescientos kilómetros por delante (y sin autopista).

Camilo Sesto merece un homenaje como el que le ha hecho el productor y maestro del pop actual Guille Milkyway , que el otro día escuchaba en Radio 3 . Fanfarrias a todo trapo, timbales y trompetas, como las que sonaban en su anterior trabajo de mezclas y remezclas con las melodías de Nino Bravo en la recámara musical.

Por todo lo alto. Que suba el volumen hasta que el timbre de voz de Camilo Sesto rompa todas las copas del salón y rechine en los oídos. Y llámenme hortera, si quieren.

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