LIBROS

Falcones, pasión y celos en la ciudad de los prodigios

El exitoso autor de «La catedral del mar» vuelve a su ciudad natal, ahora la Barcelona modernista y de gran agitación social, con una historia de amor que bebe del folletín decimonónico

Ildefonso Falcones
Juan Ángel Juristo

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En un alarde publicitario casi sin precedentes se acaba de publicar en España, en castellano y catalán, y, simultáneamente, en Latinoamérica, la nueva y esperada novela de Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959), «El pintor de almas». Hacía tres años que Falcones no había publicado narración alguna después del éxito de «Los herederos de la tierra», algo por lo demás reiterativo, pues desde que apareció su primera novela, «La catedral del mar», en 2006, un éxito casi único en el panorama de ventas de la literatura española del momento, éste no le ha abandonado jamás.

Falcones comenzó su carrera literaria homenajeando a su ciudad natal en «La catedral del mar», donde recreaba la Barcelona medieval, época de esplendor de la Cataluña de su momento; luego, se introdujo con «La mano de Fátima» en la recreación de la rebelión de las Alpujarras por los moriscos y cuya derrota les hizo desparramarse por toda Castilla, describiendo un momento crucial en la conformación de la nación española; finalmente, con «Los herederos de la tierra» volvió a las tramas e historias de su primera novela hasta el punto de constituirse en cierta manera en la continuación de «La catedral del mar», el libro que le catapultó.

Sabia combinación

Con «El pintor de almas», Falcones vuelve de nuevo a Barcelona pero esta vez en otra etapa mucho más cercana de esplendor catalán, el de la época de la explosión modernista, de las primeras huelgas anarquistas, de la preponderancia de la burguesía industrial que cambió el tejido social y el paisaje de la ciudad, el del lugar de los prodigios, que tan bien describió Eduardo Mendoza y que culmina en la Exposición Universal de 1929 , cerrando el círculo inaugurado con aquella primera Exposición Universal de 1888.

«El pintor de almas» se desarrolla en medio de esas dos Exposiciones, en un principio de siglo marcado por la huelga de la Compañía de tranvías en 1901 y, como siempre en Falcones, asistimos al desarrollo de una historia de folletín decimonónico junto a una recreación bastante ajustada de la época. Esa combinación, sabia y realizada con pasión, algo que transmite a sus lectores de manera convincente, hace que sus narraciones posean un atractivo irresistible para un lector que es el digno continuador de aquellos que en el XIX seguían con placer nada disimulado las aventuras de Los misterios de París, por poner un ejemplo señero.

De una sola pieza

Es decir, una historia de amor, pasión, celos... en una época crucial donde el lector asiste a la descripción de personajes de una sola pieza, sin demasiadas complicaciones psicológicas pero muy bien trabados y otorga información precisa, clara y algo arcádica de un momento que al lector le fascina porque de esa manera cree sumergirse en aquellos años. Placer y aprendizaje al mismo tiempo , algo que la escuela no ofrecía, ni ofrece, y sí el cine y las novelas. En este sentido «El pintor de almas» se despliega con todo su poder de fascinación.

La historia es sencilla, lo que la hace más cotidiana... y preciosa. Con esta trama de amor, éxito y caída entre el pintor modernista Dalmau Sala y la líder obrera y dirigente feminista, Emma Tâsies , y la creación de personajes secundarios de claros perfiles atrayentes, Josefa, la madre de Dalmau, viuda de un anarquista y costurera; Maravillas, una especie de Campanilla obrera; Manuel Bello, burgués, dueño de la fábrica de cerámica en que trabaja Dalmau, reaccionario, católico, uno de los primeros dignos habitantes de Paseo de Gracia y protector y, luego, verdugo de Dalmau.

Ildefonso Falcones recrea una ciudad donde se daba una convivencia falsa entre la riqueza y la ostentación, de ahí el auge del Modernismo, junto a la miseria más absoluta y degradante, algo que solo podía acabar en violencia y frustración. El autor consigue su fin... y el lector también: los personajes, a pesar de pertenecer a principios del siglo XX, tienen un parentesco curioso con nuestros problemas actuales y, por supuesto, la ciudad sigue siendo tan reconocible como hace ya más de un siglo . ¿Quién se resiste a darle un bocado?

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