ARTE

Dolor, enfermedad y silencio en el CGAC

El cuerpo es el hilo conductor del trabajo de René Heyvaert, Ángela de la Cruz y Loreto M. Troncoso, ahora en el centro gallego

Ao vivo» (2014), vídeo de Loreto Martínez Troncoso

María Peña Lombao

Durante un par de meses la temática del museo se refiere al cuerpo. Y esto de manera aleatoria, pues si queremos hablar del cuerpo en el arte, no es sencillo resolver el tema sin caer en la obviedad. El CGAC reúne a tres personalidades que aparentemente nada tienen que ver. El arquitecto belga René Heyvaert (1929-1984), relacionado con el mundo de la escultura y el arte postal. Ángela de la Cruz (Coruña, 1965), artista afincada en Londres y más conocida desde su nominación al Turner Prize en 2010. Y Loreto Martínez Troncoso (Vigo, 1978), vinculada al ámbito de la performance y el videoarte. El primero lo hace a través del dolor, la segunda por medio de la enfermedad, y la tercera utiliza el silencio como trampolín para su creatividad . Para que se hagan una idea, seleccionamos una obra de cada artista: De Heyvaert, alguna de las más de 200 postales alteradas y vueltas a componer, con una dirección de correo escrita en alguno de sus dorsos o en lo que queda de ellos. De Ángela de la Cruz, alguna obra de la serie Loose fit (Holgado), compuesta de pequeños bastidores desbordados de tela. Por último, el vídeo en blanco y negro de un hombre lamiendo parte del rostro de Loreto Martínez.

En todo caso, el CGAC cuenta ahora con tres creadores cuyos lenguajes a priori distan un mundo entre sí y que finalmente, cada uno, con su idiosincrasia y su rotundidad gráfica, consiguen desarrollar un idioma particular . «Hablar con voz propia/ cuando la voz provenga/ de tu propia boca», escribe Loreto Troncoso. Los tres la poseen, una voz que habla, entre los espacios, esa dichosa lengua muda. Los tres disfrutaron o disfrutan de una vida lejos de su tierra natal por períodos de tiempo más o meno intensos. Heyvaert viajó al Congo y a EE.UU.; Loreto, a París y reside en Marsella; De la Cruz lleva media vida en Londres. Y los tres hablan en distintos lenguajes del cuerpo y sus problemas. Heyvaert, encuentra en el arte el medio ideal para aprender el mundo y olvidarse de sí mismo. De la Cruz, habla del dolor propio y del de la sociedad actual a través de metáforas plásticas. Troncoso: palabra, gesto, cuerpo, todo en un mismo silencio reciclado obra tras obra.

Al pensar las exposiciones desde fuera, se respira en ellas cierto aire a exilio, a cuerpo ajeno, a soledad forzada, a distancia mortal, a madre nula . Como si René, Ángela y Loreto fueran soldados convalecientes y, de casualidad, se encontraran reunidas todas sus balas en el mismo recinto.

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