LIBROS

«A fin de cuentas», Aurelio Arteta y su diario sobre la vejez

El filósofo Aurelio Arteta sigue en la estela de la tradición clásica que se pregunta por la vida y por la muerte

Aurelio Arteta (Sangüesa, Navarra, 1945) Isabel Permuy
Juan Malpartida

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Supongo que se trata de vivir mejor y con más lucidez, y espero que lo segundo no signifique el deterioro de lo primero. Pero vivir implica siempre morir, y esto no es solo algo que nos vaya a suceder a todos al final, sino algo que se pre-siente, es motivo de sentimientos y reflexiones diversas. Finalmente, la muerte formatea nuestras vidas . La muerte no solo nos deshace sino que nos da una variable percepción del tiempo, una posible poética. Desde Platón y los estoicos, la literatura sobre la pareja vida/muerte es rica, y va acompañada de una filosofía del tiempo, porque al fin y al cabo (nunca mejor dicho) somos tiempo. Pero un tiempo que se vuelve sobre sí mismo y se percibe como tal: somos el espacio de su puesta en escena, de su drama.

Aurelio Arteta inició en «A pesar de los pesares» una suerte de diario sobre el envejecimiento y la muerte, no en abstracto, aunque haya páginas teóricas, sino acerca de su experiencia y como testimonio de estos procesos en los otros . Cierto, la muerte solo la experimentamos, de manera radical, en los otros, porque nadie ha escrito ni hablado sobre ese tránsito en primera persona. Como en la experiencia del sueño, llegamos al umbral, y luego la conciencia desaparece en el primer proceso, y en el segundo, con la conciencia va todo lo demás, esa organización única (aunque semejante) que es cada persona.

Nos ayuda a vivir mejor, algo que pasa por asumir nuestro envejecimiento y mortalidad

Este libro se inscribe en una hermosa y difícil tradición, la de Montaigne , quien, de manera acentuada en el tercer libro de sus «Ensayos», hizo de su vida una suerte de egotismo universalizado. Al igual que el gascón, Arteta afirma ser su más cercano espectador, «el más aficionado a mí mismo que conozco ». Arteta en esos diarios es más metódico y en cierto sentido más pudoroso que Montaigne. En éste no hay un tema fijo sino una suerte de errancia reflexiva . Arteta, cada vez que abre sus cuadernos, lo hace moliendo la misma harina.

Sin narcisismo

Es su virtud, porque logra mostrarnos aspectos que una dedicación inferior no habría logrado, y es el riesgo, porque puede darnos la falsa impresión de que es en todo lo que piensa. Espero que además de esos cuadernos sobre el envejecimiento y la muerte, también nos siga dando su visión del mundo desde la vejez , como lo hicieron Paniker o Castilla del Pino , por no salirnos de nuestro país y citando a dos autores que reflexionaron sobre la condición humana, desde distintas ópticas y sensibilidades, con valor.

Arteta se ocupa de sí mismo, pero en realidad lo hace sin narcisismo: es el mundo suyo como otro lo que aparece, y además nos hace presenciar su entorno con preciosas confesiones al sesgo. Al enfrentar con valor y lucidez su experiencia como viejo, nos ayuda a comprendernos mejor. No es una concatenación de conceptos sino un testimonio pensado en primera persona: vemos a un hombre, sentimos los acentos del tiempo . Hay en muchas de sus páginas una realidad irreductible con la que tenemos que vérnosla. Al apartar la máscara del hombre normal, nos revela a nosotros mismos y así nos ayuda a vivir mejor, que pasa por asumir nuestro envejecimiento y mortalidad.

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