«Martin Lutero y los Reformadores», obra de la Escuela Alemana (1625-1650)
«Martin Lutero y los Reformadores», obra de la Escuela Alemana (1625-1650)
LIBROS

Cuando la obra de Lutero llegó a España

En el mes de noviembre la Universidad de Burgos dedicará un congreso al protestantismo español. En estas líneas, repasamos su tortuoso camino de desencuentros y autos de fe

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La obra de Lutero llegó pronto a España. Ya en 1519 el editor Froben decía que se habían enviado seiscientos ejemplares de diversos textos de Lutero a Francia y España. En marzo de 1521 se expedían breves papales al almirante de Castilla para que vedase la entrada en España de los libros del fraile alemán. Ya entonces circulaban textos luteranos en castellano. Desde abril de 1521 la Inquisición dictaría edictos contra Lutero. Carlos V, que había venido a España en 1517, se fue a Alemania para ser coronado emperador (octubre de 1520) y no regresaría a España hasta septiembre de 1522. En el breve período que estuvo en tierras germánicas, intentó llegar a un acuerdo con Lutero en la Dieta de Worms

de 1521. No lo consiguió. Lutero se encontraba entonces en medio de la confrontación de los campesinos con los señores feudales. El radicalismo social le llevó a replantearse su discurso ideológico buscando el favor de los príncipes.

Tras varias dietas, sólo en 1530, en la «Confessio Augustana de Augsburgo», hubo un momento en que el catolicismo y el protestantismo estuvieron a punto de conjugarse en una especie de tercera vía teológica. Juan Pablo II en 1980, cuatrocientos cincuenta años después, subrayó con cierta nostalgia aquel momento como lo que pudo ser y no fue. Lutero nunca simpatizó con España como reflejó él mismo en sus «Tischreden» («Conversaciones de mesa») con juicios nada favorables a los españoles desde su autosatisfecha condición germánica.

Problemas de frailes

La sociedad española vivió el cisma luterano a su manera, con cierto distanciamiento inicial. El luteranismo de entrada fue visto como un problema de frailes. En 1520 España estaba en plena revuelta comunera bajo los efectos de la primera Reforma eclesiástica emprendida por Cisneros y tenía dos principales inquietudes religiosas: el erasmismo y el alumbradismo. El primero contaba con importantes representantes españoles en diversas ciudades flamencas y francesas. Era ante todo un movimiento de élites intelectuales que se sometió a debate en 1527 y que, aunque fue refrendado oficialmente, empezó desde entonces a preocupar por lo que tenía de legitimación de la libertad de conciencia.

El alumbradismo inquietó también por sus componentes de bohemia religiosa y de desenfreno de la religiosidad interior que se conjugaba con el perfil converso de muchos de sus representantes. Inicialmente, la Inquisición española confundió erasmistas con alumbrados y protestantes. La mixtificación fue un hecho hasta los años cuarenta del siglo XVI. Los primeros luteranos procesados en España eran extranjeros cuyo delito principal era ser forasteros en un ambiente progresivamente xenófobo. En 1523 el Tribunal de la Inquisición en Mallorca ejecutaba al pintor Gonzalvo por luteranismo. En 1520 el de Valencia procesaba al mercader alemán Blay. En 1528 el mismo tribunal condenaba a un tal Cornelius, pintor de Gante. El primer procesado autóctono fue Diego de Uceda en 1528. Erasmistas, como Juan de Vergara, serán acusados de luteranismo en 1533. Este se defendió diciendo que «no se puede ser cosa más abominable que Lutero y sus opiniones», pero recuerda que «al principio cuando Lutero solamente tocaba en la necesidad de la reforma de la Iglesia y en artículos concernientes a la corrupción de las costumbres todo el mundo lo aprobaba».

La liga protestante

Efectivamente, hubo un tiempo de ambigüedad que se romperá con la emergencia del calvinismo y el radicalismo protestante -sobre todo desde 1536- y con la propia muerte de Lutero en 1546. Todo cambia entonces. En España, Fernando de Valdés es nombrado inquisidor general. Después de varios intentos fallidos, se convoca el Concilio de Trento en 1545 que tomará inmediatamente el perfil de la reafirmación dogmática del catolicismo. La Compañía de Jesús evolucionará de una inicial vocación mediadora a una militancia confesional radical. Se forma la liga protestante de Esmalcalda y Carlos V se enfrenta a los protestantes con la famosa victoria de Mühlberg en 1547. Llega la hora de la polarización. El luteranismo auténtico crecerá a través de dos vías principales: la intelectualidad, que procedente del erasmismo, se reconvertirá al luteranismo (caso de Juan de Valdés, que escribió su «Diálogo de la doctrina cristiana» denunciada ante la Inquisición y que tuvo que exiliarse a Nápoles), pero que se movió siempre entre la raya fronteriza de la heterodoxia y la ortodoxia, y la burguesía comercial que se hizo luterana en función de los contactos directos con ambientes luteranos europeos (los casos de mercaderes burgaleses como Francisco de San Román y Francisco de Enzinas). El primero sería condenado a muerte por la Inquisición española en 1542. El segundo se formó en Lovaina con Melanchton, tradujo el «Nuevo Testamento» al español, fue profesor en Cambridge, y murió de peste en 1552 a los 34 años de edad. Personaje fascinante que servirá de «leitmotiv» al congreso que la Universidad de Burgos dedicará al protestantismo español en noviembre de 2017.

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