FOTOGRAFÍA

Cristina García Rodero, en el inicio de todo

Un afán por documentar lo oculto, lo que se puede perder, dio pie a una consolidada carrera hoy reconocida

Cristina García Rodero en la inauguración de «Tierra de sueños», en CaixaFórum Maya Balanya

Matías Nieto

En el comienzo de los 70, avanza con tesón un pequeño 600 por una carretera pobremente asfaltada con un destino para muchos desconocido: Bercianos de Aliste (Zamora) . Al volante, una chica de ventipocos años decidida a enfrentarse a lo desconocido. Recién licenciada en Bellas Artes, Cristina García Rodero se plantea documentar fiestas y tradiciones populares españolas con varias finalidades. Por un lado, la antropológica. La influencia en esa época de Caro Baroja en los estudiantes es poderosa. Por otro, la fascinación por la foto documental. En España empieza a germinar entonces una generación brillante de la que Cristina forma parte con fotógrafos como Koldo Chamorro, Ramón Zabalza o Benito Román , entre otros. Todos centran su mirada en blanco y negro en una sociedad predominantemente rural anclada en su pasado, enfrentándose a un futuro emocionante e incierto. Su fotografía es honesta, real y muy respetuosa. Pero en el trabajo de García Rodero se empieza a percibir un elemento que será una constante en toda su trayectoria...

En Bercianos de Aliste, Cristina fotografía una procesión de Semana Santa singular en la que los cofrades marchan con su propio sudario a las afueras del pueblo. Consigue imágenes poderosas y emotivas que recuerdan un pasado ancestral . Pero, a su vez, junto al ritual y al folclore de la escena, ella nos muestra a las personas en su aspecto más humano. Vemos todo tipo de sentimientos y cómo estos surgen y se mezclan en estos rituales. Amor, respeto, devoción, arrogancia, vanidad y alegría hacen acto de presencia. Y cuando descubrimos aquellas fotos, nos quedamos maravillados de cómo ese mundo tan nuestro, tan cercano -o tan lejano e inaccesible- como Bercianos de Aliste podía ser tan fascinante. Ahora son mucho más interesantes, ya que ha desaparecido. García Rodero lo documentó con tanto detalle antes de que la globalización y la banalización del turismo haya contribuido a cambiar el mundo rural y tradicional .

El trabajo de muchos años y esfuerzos sobre las costumbres y tradiciones españolas se cerró con el libro «España oculta» , el que le abrió puertas fuera de nuestro país, tanto en reconocimiento como en oportunidad para ampliar su labor a otras fiestas del mundo. Y en ello ha mantenido su pasión por la foto y por el ser humano. Su obra rezuma eso. Una entrega incondicional a un medio duro y adverso, especialmente a las mujeres . Hay muchas teorías y suposiciones sobre por qué hay menos fotógrafas, pero es un hecho contrastado. Fotógrafas como Cristina García Rodero consiguen construir una obra sólida, intensa y emocionante, que va recibiendo el reconocimiento que se merece. Escribiendo estas líneas ella me recuerda que lo que quiere es volver a la India a fotografiar. Cristina en estado puro.

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