HOMENAJE A LUIS EDUARDO AUTE

Aute, la palabra procreadora

El cantautor vive alejado de la vida pública y los escenarios tras sufrir un infarto que le tuvo en coma durante meses. Desde aquí, rendimos un merecido tributo al pintor de versos, al maestro Aute

Luis Eduardo Aute, durante un concierto celebrado en Sevilla en 2010

J. M. Caballero Bonald

Cada vez que me reencuentro con la obra general de Aute (poesía, música, pintura, cine) acabo recordando que el artista que está seguro de todo lo que busca ya se ha ganado -por lo pronto- una meritoria beatitud en el limbo de los mediocres. Como seguramente nadie ignora, la seguridad no es más que una estática variante de la burocracia. La dubitación, en cambio, la incertidumbre, propicia el dinamismo de los que nunca renunciarán a la testaruda libertad de equivocarse. Aute figura, afortunadamente, entre los defensores de esa eficiente forma de libertad creadora. Y de juego imaginativo.

La poesía de Aute -su palabra justamente procreadora- se ha ido depurando a medida que el poeta ha concretado con mayor rigor sus ambiciones comunicativas. Cada palabra genera otros posibles vástagos de palabras. Con un engranaje verbal que no oculta algún débito al surrealismo y que se inclina a veces, como en un deliberado contraste dialéctico, hacia formas coloquiales, Aute ha pasado casi sin transición del cultivo de una lírica de cuño intimista al de una épica gestual , de extrovertidas argucias, entre cuyos tentáculos forcejean algunos de los más tipificados signos de una sociedad maltratada por su propia estulticia o su propia vileza.

Ingenio verbal

No toda esa poesía ha sido escrita para ser cantada. El ingenio verbal de algunos poemas ya lleva implícita su música. Tampoco sería difícil hallar en su pintura algún rastro intercambiable en este sentido, localizado sobre todo en esas fórmulas exageradamente figurativas que penetran de pronto en unas zonas de espejos deformantes. En su obra conviven ciertamente, sin mayores trabas, la realidad más virulenta con una implacable visión fiscalizadora que ha conducido al perverso desguace de esa realidad.

Uno de los más visibles rasgos distintivos de la poesía de Aute es, sin duda, el de la sátira , no solo promovida por la sintaxis o por determinadas piruetas verbales, sino por el sutil tratamiento de unos temas que se complementan eficazmente en la escritura literaria y en la musical. Espectador y protagonista a la vez, Aute elige siempre una tonalidad entre elegíaca e irónica (como lo hace en su pintura) para levantar jugosas actas de esos tenaces enfrentamientos con la sociedad en que vive. Desde los emblemas del erotismo a los de la muerte y desde la más grosera mitología contemporánea al saludable ejercicio del autosarcasmo, Aute ha transcrito con denodada sutileza algunas de esas arquetípicas historias personales que han acabado adquiriendo el rango de símbolos. De ahí su modernidad.

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