EPISODIOS PERDIDOS

El arte de narrar en las series de televisión

Las buenas series no se improvisan. Lo hemos visto en el encierro. «Cuando el polvo se asienta» también prueba que el arte de narrar no se compra

Las tramas se cruzan con estilo en «Cuando el polvo se asienta»
Federico Marín Bellón

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Uno de los pocos efectos secundarios positivos que ha dejado la pandemia ha sido la constatación de que no es suficiente con agarrar la cámara y destapar el frasco del talento para cocinar una serie memorable . Grandes intérpretes y cineastas lo han intentado sin éxito en las últimas semanas y todavía se avecina algún estreno más del género Confinados por el mundo . En el mejor de los casos, hasta ahora hemos visto voluntad y oficio . Casi siempre se echa de menos el trabajo paciente e insustituible de los guionistas. A algunos directivos les dolerá, pero es una buena noticia. Por fortuna, aún nos llegan ejemplos de la vieja forma de contar, que tampoco es infalible.

«Perry Mason»

Empezamos el repaso por un estreno fallido, más que nada porque comete el pecado mortal de aburrir. Si algo tenía la vieja versión protagonizada por Raymond Burr era tensión y garra. El creador de la serie de los años 50 y 60 era el propio autor original de los relatos, Erle Stanley Gardner , que en unos tiempos sin tantos recursos supo enganchar a millones de espectadores y convertir a su abogado de ojos saltones en una estrella.

Es un poco triste que más de medio siglo después Ron Fitzgerald y Rolin Jones no hayan sabido mantener al menos las virtudes esenciales de aquel éxito. En su afán por sorprender, ni siquiera han mantenido el oficio del protagonista. Ya puestos, podrían haber llamado a su serie Yo, Claudio , aunque este es el menor de los males.

Perry Mason , renacida en HBO, también tiene aciertos indudables, que conste. El reparto y la dirección artística son notables y el intento por revivir las claves del viejo cine negro es elogiable, aunque la ensalada de tópicos se atraganta y la deliberada escritura confusa solo logra confundir. Un fallo esencial es el descuido de los diálogos. Personajes como Philip Marlow e y Sam Spade escupían genialidades a una velocidad inverosímil, como ocurre a menudo con el buen arte. Esa habilidad les ayudaba a forjar un carácter que el bueno de Matthew Rhys no puede emular con sus planos melancólicos. Le dan una pistola con el cargador vacío.

«Defender a Jacob»

«Defender a Jacob»

Este estreno de Apple TV+ da un paso adelante. A una producción lujosa, sello de la plataforma, le añade el evidente interés de la historia creada por Mark Bomback a partir de la novela de William Landay . La estrella es el padre abogado, ayudante del fiscal que descubre atónito que las pruebas del crimen que investiga conducen a su hijo, que en otros tiempos habría recibido el adjetivo de abofeteable. Chris Evans , también productor, se reserva los mejores y abundantes planos, aunque J. K. Simmons se las arregla para robar la función en cuatro apariciones.

La serie tiene el principal y casi único defecto de no arriesgar en su propuesta formal, algo fría . A cambio ofrece un esquema clásico, bien contado y con los suficientes giros y sorpresas para animar el interés.

«Cuando el polvo se asienta»

El olfato de Filmin se ha ganado otra medalla con la compra de este gran éxito de la televisión danesa, que allí superó el 40% de cuota y es la propuesta más audaz de la página. Sorprende la capacidad de un país tan pequeño de generar grandes títulos, como Borgen , Bron/ Broen y Forbrydelsen .

Dos mujeres, Ida Maria Rydén y Dorte Warnøe Høgh , son las creadoras de esta historia que replica el viejo esquema de las vidas cruzadas (no todo es inventar). Ocho personajes de su padre y de su madre confluyen con elegancia en un terrible atentado terrorista en Copenhague, que el espectador conoce desde el primer instante. La reconstrucción de los días previos funciona de maravilla, gracias a un guion inteligente y a una puesta en escena elegante, siempre sobre un andamiaje narrativo innovador .

El final de El Ministerio del Tiempo , otra serie arriesgada, profunda y ejemplar, evita la tentación de establecer comparaciones fatalistas con otras cadenas públicas.

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