Petros Márkaris, autor de «Hasta aquí hemos llegado»
Petros Márkaris, autor de «Hasta aquí hemos llegado» - ABC
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«Hasta aquí hemos llegado»: lo último, y muy negro, de Petros Márkaris

Petros Márkaris cierra su trilogía negra sobre la crisis con «Hasta aquí hemos llegado» (Tusquets). Crímenes y política. Un nuevo caso del comisario Kostas Jaritos

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Tercera parte de la llamada «Trilogía de la crisis», del novelista y guionista griego Petros Márkaris (Estambul, 1937), Hasta aquí hemos llegado ( Tusquets) continúa con la saga protagonizada por el comisario Kostas Jaritos. Las anteriores entregas de esta estupenda serie fueron Liquidación final y Pan, educación y libertad.

En esta nueva obra el lector no sólo se reencuentra con Jaritos, sino también con su nada complaciente y combativa familia, compuesta por su temperamental mujer, Adrianí, y su solidaria hija, la abogada Katerina. A ellas se añade, como una especie de tío postizo, el bueno de Zisis, que dirige un centro de indigentes en Atenas y que se pregunta si no estará haciendo lo mismo que Katerina; es decir, socorriendo desinteresadamente a los sin papeles.

Porque a eso decidió dedicarse la abogada, al negarse a emprender el camino de la emigración, como hicieron tantos otros jóvenes griegos de su generación. Con su amiga, la psicóloga Maña, Katerina ha abierto un despacho para asesorar y llevar casos de inmigrantes sin recursos.

«Nos habéis abandonado»

Desde hace meses, Katerina recibe amenazas del grupo neonazi Amanecer Dorado, que, de aquí y allá, va recabando apoyos, en momentos de descontento generalizado. «Vosotros, la policía –clamará furiosa una mujer–, nos habéis abandonado, menos mal que existe Amanecer Dorado.» Un grupo que –reflexiona el comisario Jaritos– ha nacido como un feto en un pudridero de aguas estancadas, a consecuencia del «descontrol total» producido en Grecia con la crisis.

Por fin las amenazas se cumplen: un día llaman a Jaritos para decirle que un hombre le ha propinado una paliza a su hija. Ha sido en la misma puerta de los juzgados, cuando iba acompañada de dos africanos. La escena, cómo no, la han colgado en internet más tarde. Lo más doloroso es que todo el mundo se ha mantenido al margen, nadie ha intervenido. Tampoco se veía a ningún policía o vigilante en ese momento.

Griegos de los Años Cincuenta

¿Por qué tantas casualidades? Jaritos no tardará en darse cuenta, tras una llamada de Amanecer Dorado a su móvil, de que muy probablemente hay también policías que «tienen tratos» con el grupo y que proporcionan números privados de funcionarios.

La paliza coincide con una serie de asesinatos entre la capital, Atenas, y Kalamata, en el Peloponeso. Tienen una extraña firma común: la de un grupo autodenominado Griegos de los Años Cincuenta. ¿Quiénes pueden ser? Los que vivían entonces serán ahora nonagenarios... Puede que lo que representan, apunta alguien, sea cierto espíritu de aquella generación sacrificada que se esforzó, tras la Guerra Civil griega, sobrevenida en el momento de la liberación de los alemanes, por sacar el país adelante. Una generación que quizá ahora, como Fuenteovejuna, quiere que se haga justicia.

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