Rodríguez Lobo presenta en Sevilla 35 años de pinceladas de vida

La exposición es una selección de obras que se presentan en la Casa de la Provincia

Paco Rodríguez Lobo ante una de sus obras en la Casa de la Provincia RAÚL DOBLADO

MARTA CARRASCO

Han pasado treinta y cinco años y Paco Rodríguez Lobo (Cantillana, Sevilla. 1965), ha querido hacer una exposición retrospectiva pero selecta, sin llenar las grandes salas de la Casa de la Provincia, sino incluyendo una «pincelada» de cada momento pictórico de su vida artística.

«35 años» es un repaso por todo lo que he hecho. No es la exposición más ordenada de ver, pero toda la obra soy yo . Me veo en todas las etapas aprendiendo, y cada vez he ido a más. Hace 35 años estaba bien lo que hacía para esa fecha, pero no para hoy. Con quince años no veía el mundo como lo veo ahora».

Vivió en Oviedo de pequeño, cuando sus padres se trasladaron a esa ciudad, pero sus inicios fueron, como reconoce, muy difíciles. «Mi padre falleció cuando yo tenía 14 años y soy el mayor de ocho hermanos. Contarle a tu familia que quieres dedicarte el arte en esas circunstancias, fue complicado. Cuando volvimos a Andalucía, metí cabeza en la Escuela de Artes Aplicadas. No pude ir a la Facultad porque tenía que trabajar y mantener a mi familia. Hice dos años en la escuela y tres años más de ayudante con un catedrático. En realidad, soy un pintor autodidacta».

Rodríguez Lobo hizo su primera exposición con 18 años, «pero entonces no me planteaba vivir de esto. Luego en los 90 empecé a trabajar con una galería de Madrid y con otra de Barcelona, y al poco tiempo con Haurie aquí en Sevilla, y desde entonces ya me dediqué a la pintura».

El pintor ha realizado además un proyecto de talleres en Cantillana, lugar donde vive, donde imparte cursos de dibujo al natural. «He creado una residencia de artistas . Vienen de diferentes países para hacer aquí cursos de dibujo al natural, porque el entorno lo favorece. La verdad es que están teniendo mucho éxito», afirma el pintor. En este momento espera un grupo de Suiza, «les damos alojamiento completo, convivimos durante una semana..., son como unos ejercicios espirituales pictóricos. Viene gente que ya sabe algo de pintura o que sabe bastante, pero esa forma de poner en común nuestros conocimientos, es una forma de aprender. Llevo varios años con esta experiencia y es fantástica».

El artista sigue pintando al natural, «y se puede ser pintor y vivir en Cantillana. Lo que tengo aquí no lo puedo tener por ejemplo en Madrid. Ahora mismo estoy preparando una nueva exposición que inauguro en Francia el 7 de julio y llevo los paisajes más sueltos».

Su obra ha ido simplificando la presencia de la figuración en los cuadros, «es verdad que disfruto mucho más ahora dejando la mano que vaya muy libre. En mis nuevas obras todo está muy sugerido, hay mucha mancha, porque ahí salen las referencias del pintor, sin tanto tecnicismo. La técnica siempre está ahí, detrás, pero debo dejar que la mano sea libre».

Rodríguez Lobo dice que aprende de los accidentes, «de cuando algo te sale mal. Yo siempre pongo como ejemplo el cuadro de la medalla de Honor del Premio BMW, que primero funcionaba de una manera, y luego le dimos la vuelta y así funcionó mucho mejor. Incluso tuve que firmarlo de nuevo».

Dice el pintor que los cuadros te sorprenden, «castigo muchos cuadros. Los bajo del caballete y los pinto de nuevo en blanco». La pintura para Rodríguez Lobo es perseverancia.

Hoy en día un cuadro no es algo de primera necesidad, «llevamos unos años muy difíciles, a pesar del gran papel que han hecho las galerías aguantando el tipo como pueden», afirma.

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