El viaje hacia el este de los dioses mayas

El Museo Martin Gropius de Berlín inaugura la exposición «El lenguaje de la belleza», con cerca de 300 piezas precolombinas, que estará abierta hasta el 7 de agosto

BERLÍN Actualizado: Guardar
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Quetzcalcóatl-Kukulcán profetizó a los mayas que en un día de katún vendrían hombres blancos y barbudos, iguales a él, llegados de Oriente, pero no dijo nada acerca de que un día sus dioses fueran a viajar hacia el este para ser adorados por los barbudos blancos. Y ese día ha llegado. El Martin Gropius de Berlín se rinde ante «el lenguaje de la belleza» del arte maya y presenta 300 piezas arqueológicas con las que la península de Yucatán pretende conquistar el corazón europeo.

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«Después de ver la exposición al visitante le surgirá seguramente la pregunta sobre si fueron los dioses los que crearon a los mayas o si fueron los mayas los que crearon a los dioses a imagen y semejanza de su espiritualidad artística», sugiere la comisaria de la muestra, Karina Romera Blanco, para quien la estética maya, «si es que cabe un interpretación del concepto estético, es de una gran actualidad».

Romero Blanco se refiere a los tatuajes y «piercing» con los que los mayas decoraban su propio cuerpo y el de sus deidades, que centra el primero núcleo temático de la exposición titulado «El cuerpo como lienzo». «Incluso las deformaciones cefálicas, que podrían ser interpretadas como una reconformación violenta del cuerpo humano, pueden considerarse no tan distantes de las cirugías plásticas que hoy se practican en abundancia», sugiere.

El director del Martin Gropius, Gereon Sievernich, destaca que los mayas conocieron y utilizaron en sus representaciones artísticas hasta 30 colores. «Ese es uno de los motivos por los que hemos elegido como imagen icono de esta exposición a la deidad mono de los escribas, tan rico en policromía y tan bien conservado», dice sobre un incensario fechado entre el 1250 y el 1500 d.C. hallado en un yacimiento de Mayapán.

Las piezas más antiguas recogidas en la muestra datan de 200 años antes de Cristo. Las más novedosas son muestras de tejido y dos sandalias de fibra, cuya antigüedad abarca los periodos Clásico Terminal y Posclásico Temprano (900–1250 d.C.) y que fueron extraídos del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, Yucatán, durante las excavaciones del arqueólogo Román Piña Chan.

Estos textiles originales son la pieza estrella del segundo núcleo temático de la exposición, «El cuerpo revestido», que «se centra en la parafernalia que acompañaba en el día a día a los mayas según sus estamentos sociales», según Romero Blanco, que destaca las cabezas de estuco descubiertas en la tumba de K’inich Janahb’ Pakal, ubicada en el Templo de las Inscripciones de Palenque, por Alberto Ruz Lhuiller, en 1952. «Sin embargo no hemos podido traer ningún original de los códices mayas», lamenta Sievernich, recordando que «hay uno en Madrid, otro en París y otro en Dresde» y deslizando que «los motivos por los que no ha sido posible me entristecen y prefiero no mencionarlos».

Alma animal

La parte más soberbia de la muestra, cuyas salas visitarán esta tarde el presidente alemán Joachim Gauck y el mexicano Peña Nieto, es la dedicada al alma animal de los mayas, la contraparte zoológica que según sus creencias acompañaba a los humanos según su carácter y desde su nacimiento hasta su muerte, «una idea que siguen utilizando actualmente películas y novelas y que ya fascinó a los exploradores que desde finales del siglo XVIII dejaron crónicas de sus incursiones en las ruinas devoradas por la selva».

Teoberto Maler, Nikolai Gruber o Vera Thiesler, junto a trabajos de campo actuales como los que lleva a cabo en Uxul el arqueólogo Kai Delvedahl son aportaciones alemanas al conocimiento del universo maya que cobran cuerpo en la historia de los objetos. «Quizá Quetzcalcóatl-Kukulcán pudo sospechar la atracción que los hombres blancos llegarían a sentir por las imágenes de las deidades mayas», bromea Romero Blanco al presentar el cuarto y último núcleo temático, «Los cuerpos de la divinidad».

Muchas de estas deidades siguen siendo adoradas hoy por los mayas vivos. Hoy en día hay unos ocho millones de mayas que hablan 30 dialectos de su lengua. «El maya clásico puede aprenderse en la Universidad de Valladolid», invita, atento, el secretario de Turismo de Yucatán, Saúl Ancona Salazar, también presente en la inauguración. «Las creencias sobreviven entre la población maya, pero no tal cual», aclara la comisaria, «se mantienen ceremonias como la de petición de lluvia Chachaac, pero se añaden invocaciones, por ejemplo, a San Miguel Arcángel, introducidas por el cristianismo». También recuerda que los mayas siguen creyendo en la influencia de los vientos en el por qué ocurren las cosas, cuando se menciona la intención del gobierno de México con esta muestra de hacer más atractiva para el turismo alemán la Península de Yucatán.

Sobre el desconocido final de los mayas Romero Blanco apunta a recientes estudios botánicos que registran épocas de sequía asociados con el abandono de grandes ciudades, pero insiste en que «los mayas son un pueblo vivo» y anota que «en la mentalidad maya lo pasado está delante, a la vista, porque lo conocemos, pero lo futuro está detrás, porque no podemos verlo», una perspectiva desde la que explica que la cultura maya tiene un gran futuro y que esta exposición «mira hacia atrás».

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