El boceto de «Felipe III» donado por William B. Jordan
El boceto de «Felipe III» donado por William B. Jordan - ABC

Un Velázquez inédito aterriza «de regalo» en el Prado

En 1988, el hispanista William B. Jordan pagó poco más de mil libras por el boceto de «Felipe III» al intuir tras él al maestro sevillano

MADRID Actualizado: Guardar
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Un inédito de Velázquez colgará de las paredes del Museo del Prado a partir de abril o mayo del próximo año. Se trata de «Retrato de Felipe III», un boceto con el que el maestro sevillano practicó los rasgos de la cara del Monarca para su posterior cuadro «La expulsión de los moriscos» (1627), y que acabó reducido a cenizas por el pavoroso incendio que arrasó el Real Alcázar de Madrid en 1734.

La historia de la llegada de la obra al museo se remonta a varias decadas atrás. En 1988, el hispanista William B. Jordan ojeaba un catálogo de una casa de subastas londinense cuando vislumbró un posible error de autoría. Por una inscripción apócrifa, la pintura figuraba como «Retrato de don Rodrigo Calderón», de Justus Sustermans.

Sin embargo, el coleccionista posó su mirada atenta y determinó que la cara del sujeto le resultaba familiar («no era la de un caballero anónimo»), que se trataba de un cuadro cortado de otro y con el fondo repintado, que además no tenía nada que ver con Sustermans ni la pintura flamenca y que, ya puestos, se trataba de un Velázquez. Así que lo compró... por poco más de mil libras. Casi 30 años después, lo deposita en El Prado.

Antes de llegar al anuncio del descubrimiento, había, por supuesto, que confirmar el presentimiento del estadounidense. La gente del laboratorio del propio museo, mediante radiografías e infrarrojos, hizo el contraste técnico de materiales necesario para apuntar cosas como que «la densidad de hilos del lienzo de tafetán es muy compatible con los Velázquez de la primera época».

Competición en la corte

El trabajo fue minucioso también en lo estilístico, desvelando que entre este Felipe III y un Felipe IV del propio artista había una ejecución en los labios de ambos muy parecida, «con una sutil variación en los tonos del carmín»; o el paralelismo de expresión facial «a través de las tramas de luces» característico de ese periodo de su obra, o en la misma resolución de las barbillas al cotejo con otras piezas. Hay que mencionar que Velázquez nunca vio a Felipe III en persona porque el monarca ya estaba muerto cuando se convirtió en pintor cortesano.

Por otro lado, el estudio también concluyó su naturaleza como boceto, por esa oreja sugerida, por esa cabeza no terminada, por esa poca atención a los detalles externos al rostro (ya que, en definitiva, se trataba de un preparativo). Y es que «La expulsión de los moriscos» fue un encargo de Felipe IV para el que se diseñó una competición entre varios de los pintores del Rey (Carducho o Cajés) y con el que no se fomentó precisamente el «buen rollo» en la corte («Estaban celosos del favoritismo por Velázquez», contó ayer Jordan).

«Es una extraordinaria noticia presentar un inédito de Velázquez asociado a una obra de las más trascendentales», dijo en su intervención Miguel Zugaza, director de la prestigiosa pinacoteca, y al que pronto, tras quince años, dejaremos de ver al frente de la institución. Justo antes, precisamente por esto, José Pedro Pérez-Llorca, presidente del patronato del Museo del Prado, le dedicó unas muy elogiosas palabras.

Volviendo al cuadro, Zugaza indicó que el anuncio de este descubrimiento es más enriquecedor, si cabe, por la ausencia de bocetos del artista sevillano en el museo, que se queda solo a una obra, por cierto, para llegar a las 50 del pintor. «El Prado representa un faro para todo el mundo», repitió varias veces el generoso hispanista, que ha donado la obra a la «American Friends of the Prado Museum», una nueva organización estadounidense sin ánimo de lucro vinculada al museo, y que con este gesto realiza «la mejor de las puestas de largo». El objetivo de «este grupito de enamorados del Prado» es contribuir a la difusión de una de las colecciones más importantes del mundo.

¿Por qué dona el Velázquez? «Simplemente soy muy feliz con que se haya puesto en el museo», contestó emocionado Jordan, que no necesitó añadir nada más a su explicación.

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