Chillida delante de una de sus esculturas en Chillida-Leku
Chillida delante de una de sus esculturas en Chillida-Leku - Daniel G. López

Ultimátum al Gobierno vasco para reabrir Chillida-Leku

Los cursos de verano de la Complutense dedican un homenaje al escultor fallecido

San Lorenzo de El Escorial Actualizado: Guardar
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Cansados de «promesas, promesas y promesas», la familia Chillida se ha marcado como fecha límite lo que queda de legislatura del actual Gobierno vasco –apenas unos meses hasta la convocatoria electoral, prevista para finales de año– antes de ponerse a buscar soluciones alternativas que permitan reabrir Chillida-Leku. «Estamos realmente a la espera, creo que tienen voluntad, pero… Como no haya acuerdo ahora, creo de verdad que todo el consenso que hemos tenido los ocho hermanos va a ser muy difícil de mantener. Porque ya estamos muy quemados. Fueron diez años solos y otros muchos con promesas», dijo ayer a ABC Susana Chillida, hija del genial escultor vasco Eduardo Chillida.

Participa esta semana en el seminario «Filosofía y arte: idea y espacio en la obra de Eduardo Chillida», organizado por los cursos de verano de la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial.

Cerrado desde el 31 de diciembre de 2010, tras diez años de actividad sin ayuda de la administración autonómica, el museo alberga buena parte de la obra del artista. El jueves, los participantes del curso se desplazarán a San Sebastián para una visita guiada al museo.

«No está cerrado –aclara Susana Chillida–. Este año lo han visitado 8.000 personas: lo abrimos para la gente que está interesada y quiere venir. Solo está cerrado al púbico en general». Para su reapertura, la familia del escultor quiere que el museo esté organizado por el Ejecutivo regional y pone una condición irrenunciable: que siga siendo el espacio Chillida. «Eso es lo que nos importa», explica la hija del escultor. «Ha habido ideas de hacer otras cosas, cosas que no podíamos admitir. ¿La escultura vasca? Pues vasca sí, porque mi padre es vasco, pero no vamos a empezar a meter la obra de otros porque no tiene sentido. Estamos cada vez más cerca de ver si de verdad esto puede ser con el Gobierno vasco o no. Si no se cierra con ellos, nos tendremos que sentar los ocho herederos y pensar qué hacemos», afirma Susana Chillida.

Si finalmente no hay acuerdo con el Ejecutivo vasco, la familia Chillida comenzará a buscar otras alternativas. «Tenemos que buscar otra solución», recalcó ayer su hija. «Yo no sé si puede ser con otro gobierno o con fundaciones privadas. Lo que no queremos es abrir para cerrar otra vez, porque para nosotros fue realmente doloroso. Hemos esperado todo lo que la paciencia humana puede esperar».

El otro frente abierto de los herederos del artista vasco es la construcción de una obra en la montaña de Tindaya, en Fuerteventura. Consistente en abrir un cubo de 50 metros en el monte, es el único proyecto que Chillida encomendó a sus hijos antes de morir, en 2002. «Mi padre ideó un lugar abierto para todos los hombres, de cualquier raza, de cualquier condición social, asociado a la idea de tolerancia y del horizonte», dijo Susana Chillida. «El proyecto es muy bonito. El Gobierno canario quiere hacerlo, pero hay oposición. Los ecologistas no lo han entendido o no lo han querido hacer. Nosotros lo seguimos intentando, pero realmente no es una pelea nuestra. Todas las obras públicas han necesitado tiempo para que se aúnan todas las voluntades ajenas. Y luego entran lo político y lo económico, que ni mis padres sabían de eso, ni nosotros, los hijos. Si todo eso no confluye, no saldrá». «Yo, singularmente –zanjó Susana Chillida–, digo que si no sale será porque el hombre no está preparado para una obra así».

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