«Revolución Cultural» contra Kim Jong-un

Un grupo de artistas de la propaganda norcoreana, que desertaron al Sur, denuncia con sus obras al régimen estalinista de Pyongyang

Kang Chun-huok pinta viñetas que se mofan del joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un ABC
Pablo M. Díez

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En Corea del Norte , el arte se reduce a la propaganda al servicio del régimen o a paisajes bucólicos a mayor gloria del país. Eso es lo que pintaban Kang Chun-huok y Oh Sung-cheol , dos desertores norcoreanos que huyeron al Sur . En su capital, Seúl, no solo han encontrado la libertad, sino también su realización personal como artistas, algo imposible en un régimen totalitario donde el hombre no es más que una mera herramienta para el poder.

«En Corea del Norte no hay escuelas ni academias de arte donde uno pueda formarse libremente. Pero, como de niño yo era bueno dibujando, en mi colegio me encargaban pintar carteles de la propaganda para el tablón de anuncios», cuenta Kang Chun-huok , quien nació en abril de 1986 en Onsung, en la provincia de Hamgyong Norte, fronteriza con China. Basándose en los patrones estéticos del realismo socialista ruso, Kang pintaba musculosos soldados, campesinos y obreros dispuestos a luchar contra «los imperialistas de Estados Unidos» para defender la causa comunista.

Kang Chun-huok plasma con ironía la diferencia entre la propaganda norcoreana y la dura realidad del país PABLO M. DÍEZ

El país se colapsó

Pero aquel «paraíso del proletariado» se derrumbó como un castillo de naipes con la caída de la Unión Soviética y sus países satélite en la Europa del Este, que dejaron de enviar la ayuda económica de la que vivía Corea del Norte. Sumido desde mediados de los 90 en una gran hambruna que diezmó a la población , el país se colapsó porque no había energía y la gente no tenía fuerzas para ir a trabajar por la falta de comida. «En aquella época vagabundeaba con otros niños y robábamos todo lo que podíamos en las granjas, ya que solo podíamos alimentarnos a base de gachas de maíz», recuerda Kang.

Para sobrevivir, su padre escapó en 1997 a China , donde encontró un trabajo. Un año después, regresó a por su familia y, aunque fue detenido por la Policía, lo dejaron marchar tan pronto como sobornó a los guardias con el dinero que traía de China. Con la lección bien aprendida y contactos al otro lado de la frontera, en una región con abundante población de etnia coreana, el padre se llevó a toda la familia. «Cuando cruzamos el río Tumen para salir de Corea del Norte, yo tenía solo doce años. En principio, nuestro plan era vivir en China porque allí había comida, no huir al Sur, pero estábamos siempre con miedo a ser detenidos porque no teníamos papeles», desgrana Kang.

Oh Sung-cheol ha pasado de cuadros muy oscuros, hasta macabros, sobre Corea del Norte a un estilo surrealista PABLO M. DÍEZ

Experiencia traumática

Mientras su padre trabajaba en una fábrica de madera y su madre en un restaurante, Kang empezó a pintar en el colegio pósteres de ídolos del «K-pop» («pop» surcoreano). Eran tan bonitos que una tienda se los compraba todos y, con solo 16 años, pronto ganó más dinero que sus padres. Pero su suerte se acabó cuando la Policía china entró en su casa y detuvo a su familia. Solo se escapó su primo, que consiguió reunir 11.000 yuanes (unos mil euros de la época) con los que sobornó a los agentes para que los pusieran en libertad. Tras aquella traumática experiencia , que le llevó a ser encerrado en una cárcel de mujeres donde la Policía le daba palizas para interrogarlo , Kang huyó con su familia al sur de China. Desde allí cruzaron primero a Laos y luego a Camboya para pedir asilo en la embajada surcoreana. Ayudados por unos misioneros surcoreanos , llegaron a Seúl en 2001.

«Aquí he podido ir al instituto y a la Facultad de Bellas Artes, donde escogí Corea del Norte como el tema para mi trabajo de carrera », explica ante sus obras en la galería Ants, que expone también los cuadros de otros desertores. «Quiero mostrar lo que es Corea del Norte para despertar la conciencia aquí en el Sur, ya que a la gente no le importa lo que ocurre», se queja Kang, quien suele hacer casi todas sus exhibiciones en el extranjero.

Ironía sobre el régimen

En sus cuadros, como «Ilusión» o «Nación fuerte», combina un colorismo naif con un trazo preciso para ironizar sobre la propaganda del régimen y la durísima realidad del país. «Tengo muy buena memoria y hay imágenes que se me repiten, como las ejecuciones públicas que empecé a ver con nueve años y el cadáver ensangrentando de un recién nacido que encontré una vez enterrado», rememora su dramática infancia.

Kang Chun-huok pinta viñetas que se mofan del joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un ABC

Para no ser deprimente, Kang está buscando su estilo propio y ahora pinta viñetas humorísticas que se mofan del joven dictador Kim Jong-un , como una en la que aparece rodeado por los Minions y otra que lo plasma como un bebé llorando por uno de sus queridos misiles, al que el mismo autor manda callar. «Sin renunciar a los temas fuertes, voy a seguir con este estilo cómico y más ligero», señala ataviado con una gorra de béisbol , una camiseta roja y un chaquetón con capucha de pelo al más puro estilo rapero. Desde 2014, compagina sus cuadros con la música y, tras aparecer en un concurso televisivo de talentos, ha grabado una canción con otras figuras del «hip hop» surcoreano: «Por la libertad». Con optimismo, sueña con que «la gente pueda escucharla algún día en Corea del Norte».

«Sin pintar me habría vuelto loco»

Lo mismo desea para sus obras Oh Sung-cheol , quien nació en la ciudad costera de Nampo hace 40 años y también dibujaba carteles para la propaganda en el Ejército, donde se pasó quince años. «Los pintaba a mano porque no teníamos impresoras», detalla el autor, que luego se ganó la vida exportando marisco y aluminio para el «Bowibu», el Departamento de Seguridad Nacional. Como tenía contactos en la frontera y ya no le quedaba familia en Corea del Norte, huyó a China en 2008 y llegó hasta el Consulado surcoreano en Shenyang, donde pasó tres años recluido en un sótano .

«Con materiales que me daban los diplomáticos, me pasé todo el tiempo pintando porque, de lo contrario, me habría vuelto loco », recuerda de aquella época. Finalmente, logró llegar en 2011 a Corea del Sur, donde también ha podido estudiar en una facultad de arte. Tras empezar plasmando la realidad norcoreana en cuadros muy oscuros, hasta macabros en ocasiones, ha derivado hacia un estilo más surrealista y alejado de cualquier mensaje político. «Antes hacía pósteres para la propaganda y ahora pinto para la humanidad , pero no me presento como un desertor artista porque no quiero ser militante , sino cultivar mi propio estilo», asegura ante sus cuadros. Entre sus motivos se repiten las cucharas , que a su juicio «simbolizan lo que consumimos y las distintas opciones que tenemos», y los tazones desbordados de agua, con los que recuerda el amor de su padre.

Otros desertores

Hwang Yeong se retrata a sí mismo y a su familia cruzando una alambrada para huir de Corea del Norte ABC

Más claro es el mensaje de Hwang Yeong , otro desertor que en uno de sus cuadros se retrata a sí mismo con su mujer y su hijo atravesando una alambrada . Igual de político, pero en clave «pop», es Sun Mu , otro dibujante de carteles propagandísticos exiliado en Corea del Sur que usa este estilo de forma irreverente para ridiculizar a Kim Jong-un y a su difunto padre, el «Querido Líder» Kim Jong-il. Pero su ironía no le hace ninguna gracia al régimen estalinista de Pyongyang , que en 2014 presionó a las autoridades chinas para cerrarle justo el día de su inauguración una exposición en Pekín . Asustado ante la posibilidad de ser detenido y repatriado a Corea del Norte pese a tener ya pasaporte surcoreano, tuvo que salir corriendo de vuelta a Seúl. Es lo que tienen las dictaduras: que ni valoran el arte como una expresión de la individualidad humana ni tienen sentido del humor.

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