Rafael: un genio inmortal, 500 años después

Le bastaron 37 años para entrar en el Olimpo. El príncipe de los pintores nació y murió (hace hoy cinco siglos) un Viernes Santo. Está enterrado en el Panteón de Roma

Detalle de "Autorretrato" de Rafael GALERÍA DE LOS UFFIZI, FLORENCIA

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Si pudiera viajar en el tiempo, ¿a qué época y lugar iría? ¿A quién querría haber conocido? Mi elección sería, sin dudarlo, Italia, en el Alto Renacimiento, cuando Miguel Ángel y Leonardo se medían con los proyectos de dos frescos sobre batallas (el primero, la de Cascina; el segundo, la de Anghiari) para el Palazzo Vecchio de Florencia en un tour de force irrepetible. Cuando el joven Rafael pintaba las Estancias Vaticanas de Julio II, mientras se escapaba a hurtadillas a la Capilla Sixtina, animado por Bramante, que tenía la llave, para admirar el techo pintado por el divino Miguel Ángel. Cuando Rafael y Sebastiano del Piombo pugnaban por ser el mejor en sendos encargos para la catedral de Narbona («La Transfiguración», del primero, frente a «La Resurrección de Lázaro», del segundo)... Es ésta una historia de rivalidad, celos, admiración y genialidad a raudales.

Una rosa roja sobre la tumba de Rafael en el Panteón de Roma EFE

Hace hoy 500 años, el 6 de abril de 1520, Viernes Santo, moría en Roma Rafael Sanzio, el príncipe de los pintores . Fue tal su genio y su fama que le lloraron Reyes y Papas. Bajo su última e inacabada obra maestra, «La Transfiguración»–encargo del cardenal Giulio de Médicis–, se colocó su ataúd en la sala donde la había pintado. Cuentan las crónicas de la época que un cortejo de cien antorchas acompañó el sepelio en el Panteón de Roma , un honor nunca antes concedido a otro artista. Una rosa roja luce sobre su tumba. Pietro Bembo escribió su epitafio : «Aquí yace Rafael; la naturaleza tenía miedo de ser vencida por él cuando vivía y temía morir si él moría».

Un dios mortal

Había nacido, casualmente, otro Viernes Santo, de 1483, en Urbino. En sus «Vidas...», Vasari no escatima elogios desmedidos hacia él: «Los que poseen las dotes de Rafael no son simples hombres, sino dioses mortales»... «A punto estuvo de morir la pintura cuando este noble artista murió, pues cuando él cerró los ojos, ella casi ciega se quedó»... «¡Arte de la pintura, puedes sentirte feliz de haber tenido a un artista que te elevó al cielo gracias a sus virtudes y costumbres!»...

Tenía solo 37 años cuando Rafael Sanzio falleció, pero le dio tiempo a hacer lo que el común de los mortales no haría ni en diez vidas. Fue el artista más influyente del arte occidental . Ni Leonardo ni Miguel Ángel lograron hacerle sombra. Y fue uno de los más versátiles. No solo destacó como pintor, también como arquitecto, urbanista, arqueólogo, diseñador de tapices, empresario, coleccionista, teórico del arte, esteta... Llegó a ser conservador de los monumentos artísticos de Roma y arquitecto principal de la Basílica de San Pedro, tras la muerte de Bramante. Fue uno de los artistas con más peso en la configuración del Vaticano. Dicen que incluso era aspirante al capelo cardenalicio . Hombre de un talento portentoso y gran ambición, su capacidad de trabajo era inagotable.

Detalle del retrato que hizo Rafael de su amigo Baldassare Castiglione MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS

La conmemoración del 500 aniversario de su muerte tenía, como plato fuerte, una gran exposición en el Palacio del Quirinal de Roma , con dos centenares de sus obras. Pero, sólo unos días después de su inauguración, y con más de 60.000 entradas anticipadas vendidas, tuvo que cerrar las puertas por la pandemia de coronavirus, que se ha cebado con Italia y no respeta ni a los genios. En las paredes del Quirinal aguardan sus obras maestras para ser admiradas de nuevo algún día, si el Covid-19 no lo impide.

Hijo de Giovanni Santi , un pintor mediocre; fue discípulo de Perugino y amigo de Baldassare Castiglione , quien alabó su variedad estilística en «El cortesano» y a quien hizo un maravilloso retrato: «Son los ojos azules más hermosos de la Historia del Arte», decía Miguel Falomir, años antes de ser director del Museo del Prado, mientras hacía de cicerone de lujo de un grupo de periodistas españoles que seguíamos las huellas de Rafael en la Ciudad Eterna. El motivo, la gran exposición que le dedicó el Prado al último Rafael en 2012.

Una celebridad en Roma

Aunque ya tuvo logros artísticos en Umbría y en Florencia, donde desarrolló lo mejor de su carrera e hizo sus obras más espléndidas y ambiciosas fue en Roma. Era toda una celebridad. Con apenas 25 años llegó a la ciudad, en 1508, de la mano de Donato Bramante . Fueron tantos los encargos que se le acumulaban que tuvo que poner en marcha un taller , en el que llegó a tener hasta cincuenta ayudantes y colaboradores: había pintores, grabadores, diseñadores... Sus dos grandes discípulos fueron Giulio Romano (le quería como a un hijo) y Gianfrancesco Penni .

"La Escuela de Atenas", de Rafael (Estancia de la Signatura, Vaticano) MUSEOS VATICANOS

Son incontables las obras maestras que salieron de su privilegiada mano: hermosísimas Madonnas (la del Jilguero, la de la Rosa, la del Foligno, la de la Casa de Alba, la Sixtina, la Aldobrandini...), «Santa Cecilia», «El pasmo de Siclia», «Los desposorios de María», «Traslado de Cristo muerto», o dos bellos retratos : «La donna velata» (la anónima modelo era, según Vasari, la mujer que Rafael amó hasta su muerte) y el del apuesto banquero florentino Bindo Altoviti. Una de las joyas que atesora el Prado es «La Sagrada Familia con San Juanito», también llamada «La perla» , porque Felipe IV la consideraba la perla de su colección.

Detalle de "León X junto a los cardenales Giulio de Médicis y Luigi dei Rossi", de Rafael GALERÍA DE LOS UFFIZI, FLORENCIA

Rafael contó entre sus mecenas con lo más granado de la época. Entre ellos, dos Papas y el cardenal Bibbiena . Fue Bramante quien lo recomendaría a Julio II , que quedó maravillado con él. Lo retrató y aceptó uno de los mayores retos de su carrera: pintar las Estancias Vaticanas de la residencia papal. Especialmente espléndidas, la de la Signatura (sala de lectura del pontífice), que incluye la celebérrima «Escuela de Atenas», y la de Heliodoro (sala de audiencias). Muerto Julio II, su sucesor, León X , apostó fuerte por él, en detrimento de Miguel Ángel (eran legendarios sus ataques de ira), convirtiéndose en su gran mecenas. Lo retrató, junto a los cardenales Giulio de Médicis y Luigi dei Rossi, y fueron muchos los encargos para el Vaticano: una stufetta (sala de baño), unas logias, la Sala de los Palafraneros o diez tapices para la Capilla Sixtina. De nuevo se medía con Miguel Ángel, su enemigo íntimo . Durante solo una semana estos espléndidos tapices volvieron a lucir en la Sixtina el pasado mes de febrero por el aniversario de la muerte de Rafael.

Los placeres de la carne

El banquero papal Agostino Chigi , uno de los hombres más ricos de la época, fue otro de sus mayores mecenas. Le encargó dos capillas funerarias para sendas iglesias de Roma (Santa Maria della Pace y Santa Maria del Popolo) y la decoración de su villa de recreo, conocida como Villa Farnesina , en el Trastevere. Allí pintaría el célebre fresco «El Triunfo de Galatea» y diseñó la Logia que relata la pasión de Amor y Psique.

Detalle de "La Fornarina", de Rafael PALAZZO BARBERINI, ROMA

Y hablando de pasiones, Rafael, un joven guapo, encantador y un genio de las relaciones públicas, tenía grandes dotes para la seducción y era terriblemente mujeriego . Cuenta Vasari (pero es célebre su tendencia a la exageración) que murió a causa de un exceso en las artes amatorias. Lo describe como «una persona muy enamoradiza y aficionado a las mujeres, siempre dispuesto a servirlas, amante de los placeres de la carne ». Entre sus conquistas más sonadas, la Fornarina , llamada así porque era la hija de un panadero. La retrata como Venus, medio desnuda, en un cuadro de la colección del Palazzo Barberini de Roma. Dicen que era tal la atracción que Rafael sentía por ella que el propio Chigi les dejó una habitación en Villa Farnesina para que dieran rienda suelta a su pasión.

Murió prematuramente, pero vivió con pasión. Por el arte, por las mujeres, por la vida. Como a los grandes (Leonardo, Miguel Ángel), le bastó su nombre para ser inmortal : Rafael.

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